Don Gonzalo Bedoya Yepes, 48 años formando gente. Educador: así aspira que lo recuerden sus miles de alumnos. Ha sido profesor de ciencias, de física, de química, de matemáticas en todas sus ramas, de inglés, incluso de educación física y deportes. En colegios y en universidades. Le gusta, en especial, enseñar geometrías, aunque es enfático en señalar que la asignatura más importante en un colegio es el lenguaje: quien no sepa hablar ni comprender lo que lee no va a poder aprender nada. Cuando un alumno no entiende un problema es porque hay deficiencias en la enseñanza del lenguaje, dice.
No oculta su inconformidad con que el sistema educativo permita la promoción automática: los alumnos se matriculan y ahí van pasando de curso a curso. El esfuerzo personal ya no es determinante. Y hay padres que convienen con eso.
Como maestro reconocido en matemáticas, aconseja un método infalible: diez minutos al día de estudio –¡pero todos los días!– potencian el cerebro para llegar muy lejos. Lo menos importante son las matemáticas. Lo más importante es la estructura mental que forman para enfrentar la vida. Hay que saber matemáticas para todo: para el estudio, para la vida en familia, para tratar con los amigos. La edad crítica para formarse en matemáticas es antes de los 11 años.
¿La principal razón para recordar a un profesor? “El alumno recordará siempre al profesor que lo quiere. Si yo siento que hay una persona interesada por mí, eso me mueve a esforzarme”. Y acota que el colegio es un ayudante más o menos calificado, pero la educación se da en el hogar. La formación corre por cuenta de la familia, y eso no es delegable.
¿La mayor falencia de los alumnos hoy? Hay responsabilidades que solo dependen de los estudiantes, pero ellos creen que todo lo tienen resuelto. Borraron una palabra del diccionario: “deberes”. Solo aprendieron “derechos”.