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Yílmar González se quedó en los octavos de final del boxeo de París

El colombiano no pudo superar al japonés Shudai Harada.

  • Yílmar Velásquez durante su combate con el japonés. FOTO AFP
    Yílmar Velásquez durante su combate con el japonés. FOTO AFP
31 de julio de 2024
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En el vibrante ambiente de los Juegos Olímpicos, cada combate de boxeo es una batalla no solo de fuerza física, sino también de estrategia, resistencia y corazón. Para el vallecaucano Yílmar González la oportunidad de luchar por una medalla en la categoría de los 57 kilogramos era un sueño palpable. En los preliminares, el reto se personificó en la figura del japonés Shudai Harada, un oponente astuto y técnicamente sólido.

Desde el primer campanazo, Yílmar salió al ring con la determinación y el brío que lo caracterizan. Su ofensiva inicial buscaba marcar el ritmo del combate, intentando acorralar a Harada y conectando golpes contundentes. Sin embargo, el japonés mostró una capacidad impresionante para eludir los ataques del colombiano. Con movimientos rápidos y precisos, Harada hacía fallar a Yílmar, quien, a pesar de su insistencia, no lograba encontrar su objetivo.

Durante los tres asaltos, el patrón del combate se mantuvo constante. La frustración empezó a apoderarse de Yílmar. Cada golpe fallido aumentaba su desesperación, llevándolo a cometer errores que Harada aprovechaba con frialdad. La estrategia del japonés de contragolpear y mantener una defensa impenetrable se convirtió en una barrera infranqueable para el vallecaucano.

El sonido de la campana finalizó el combate, y mientras Yílmar regresaba a su esquina, la sensación de haber dado todo en el ring se mezclaba con la incertidumbre del veredicto de los jueces. La decisión fue unánime: Shudai Harada se llevaba la victoria. El sueño de una medalla para Yílmar González se esfumaba en ese instante, pero no su espíritu de lucha y su promesa de regresar más fuerte.

A pesar de la derrota, la actuación de Yílmar en estos Juegos Olímpicos es un testimonio de su dedicación y su amor por el boxeo. Cada golpe lanzado, cada esquiva y cada asalto librado son parte de un camino que, aunque lleno de obstáculos, está pavimentado con la promesa de futuras victorias. La caída en esta ocasión no es el final, sino un capítulo más en la historia de un boxeador cuya carrera sigue en ascenso, impulsada por su inquebrantable determinación y el apoyo de su tierra vallecaucana.

En la memoria de todos los que presenciaron el combate, Yílmar González quedará como un símbolo de esfuerzo y valentía, un guerrero del cuadrilátero que, aunque no alcanzó la gloria en esta ocasión, sigue siendo un campeón en el corazón de su gente.

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