La participación de la cantante francomaliense Aya Nakamura, una de las grandes estrellas musicales actuales, en el espectáculo de apertura de los Juegos Olímpicos de París genera controversia en Francia.
Nakamura, autora de éxitos en una mezcla de francés y otros idiomas como la canción “Djadja”, evocó la posibilidad de interpretar una canción de la gran cantante popular Edith Piaf durante la ceremonia, en una reciente conversación con el presidente Emmanuel Macron.
Esa posibilidad fue mencionada el domingo en un acto de campaña electoral del partido de extrema derecha Reconquista de Eric Zemmour, lo que provocó protestas del público.
Un grupúsculo radical, Los Nativos, colgó una pancarta en un puente del río Sena: “de ninguna manera, Aya, esto es París, no es el mercado de Bamako”.
El comité organizador de la ceremonia se declaró el lunes ofendido por esos “ataques racistas” y dio su apoyo a la cantante de 28 años.
La polémica continuaba en redes sociales. “Pueden ser racistas pero no sordos. ¡Y eso es lo que les duele! No les debo nada”, replicó la artista, que también publicó un trino en el que le agradecía a todas las personas que le habían mostrado apoyo en esa situación, en especial a las personas que hacen parte de su comunidad (migrantes de Malí).
La ministra de Deportes, Amelie Oudea-Castera, también intervino en la red X (antes Twitter) para mostrar su apoyo. Además, el famoso cantante francés Dadju, quien es de congoñelo. “No crea un combate, pero ahora tiene que cantar [en la ceremonia], vamos a apoyarla” exigió el artista.
Este evento será diferente a los que se han hecho en la historia de las olimpiadas. Esta vez no lo harán en un estadio, como ha sido tradición, sino que los deportistas y artistas desfilarán en barco por el río Sena, una de las arterias fluviales de la capital francesa.