Estaba mareada. Le dolía todo el cuerpo y no lograba respirar bien. Cada que la planta de sus pies pisaba el suelo sentía un ardor paralizante. Los músculos de la pierna parecían quemarse con el ácido láctico que producen la células cuando el organismo descompone carbohidratos para utilizarlos como energía al no recibir el oxígeno suficiente.
Sus carnes le gritaban que ya no más, que parara. La mente también empezaba a ceder: se llenaba de una culpa absurda y el arrepentimiento comenzaba a sabotearla. Una voz en la cabeza le reprochaba a la maratonista Sifan Hassan que hubiera corrido 58 kilómetros en seis días, al máximo nivel y en medio del estrés de unos Juegos Olímpicos: en 144 horas corrió las pruebas de 5k, 10k en pista y estaba a punto de culminar los 42, 195 de la maratón.
“En cada momento de la carrera me arrepentía de haber corrido los 5.000 metros y los 10.000. Me decía a mí misma que si no lo hubiera hecho, me sentiría mucho mejor. Desde el principio hasta el final, fue muy duro. Cada paso del camino. Pensaba: ‘¿Por qué lo hice? ¿Qué me pasa?”, le dijo Sifan al diario El País de España.
Faltaban los últimos 100 metros para que la fondista, que representa a Países Bajos pero nació en Etiopía hace 31 años, cruzara la cinta que marcaba el fin de la gran prueba de fondo femenina –ubicada al frente del Palacio de los Inválidos por los organizadores de París– y una fuerza interior extraña se apoderó de su cuerpo, le dio energía para esprintar: era la sed de triunfo que la ha llevado a correr toda su vida, aunque ella misma reconoce que odia hacerlo.
Ya completamente desbocada, con el cuerpo en piloto automático, moviéndose solo por el instinto natural de la preparación, Sifan Hassan aceleró todo lo que pudo y dejó atrás a la etíope Tigst Assefa, una de las mejores fondistas del mundo. La neerlandesa se quedó con el primer puesto. Llegó tan débil que no logró romper la cinta. No importa: ganó la medalla de oro.
“Cuando terminé sentí una liberación. Es increíble. Nunca había experimentado nada parecido. Ni siquiera los otros maratones que he corrido se acercaban a esto. No podía parar de celebrarlo. Entonces pensé: soy la campeona olímpica”, agregó.
Una corona de laureles
En la antigua Grecia solían ponerle coronas de laureles a los mejores guerreros cuando vencían en una batalla complicada. En París 2024 decidieron laurear en la ceremonia de clausura a la mujer que ganó la competencia más difícil del mundo. Ante las casi 100.000 personas, entre deportistas, periodista y aficionados que estaban en el estadio de Francia, los organizadores de las justas multideportivas le colgaron la presea dorada en el cuello a Hassan, que se puso el hijab en la cabeza para recibir la medalla. Esto también fue un acto de rebeldía: la atleta se puso el elemento sagrado en la cultura musulmana en un país donde es prohibido usarlo.
La atleta de piel morena, cabello oscuro largo y una contextura contradictoriamente delgada pero fuerte al mismo tiempo, fue la protagonista de un hecho disruptivo: por primera vez en la historia de las olimpiadas modernas la última premiación fue para la maratón que corrieron las mujeres y no los hombres.
Le puede interesar: Ella es Rachael Gunn, la australiana que se volvió viral con sus peculiares movimientos en el breakdance olímpico
Desde el primer escaño del podio, al que se subió por segunda vez en su historia olímpica (en Tokio 2020 fue primera en la prueba de 5.000 metros), escuchó el himno de Países Bajos, el lugar al que su madre la envió desde Etiopía en 2008, cuando tenía 15 años, buscando alejarla de la compleja situación social que se vivía entonces en el país africano.
Allí le dieron el rótulo de refugiada. Con el paso de los años recibió la ciudadanía. Su habilidad para correr fue uno de los motivos que ayudó a que le dieran el pasaporte neerlandés. En su país “adoptivo” deben estar orgullosos. Además del oro en la maratón, Sifan Hassan ganó la medalla de bronce en las pruebas de 10.000 y 5.000 metros en los Juegos Olímpicos París 2024. Ella aportó 3 de las 34 preseas que ganó Países Bajos en las olimpiadas francesas.
Además Sifan Hassan, que tiene la segunda mejor marca de la historia en una maratón femenina con las 2 horas, 13 minutos y 44 segundos conseguida en la Maratón de Boston el pasado 15 de abril según Mundo Runer’s, también ostenta en su palmarés las medallas de bronce de los 10k y 1.500 metros que consiguió en Tokio 2020. La reina de la maratón en París, llevará por cuatro años la corona de laureles. La resignación tendrá que esperar.
