Adolorido y tirado en el suelo. Así terminó Yulián Gómez en su debut con el Medellín después del gran esfuerzo que hizo ante Millonarios en la primera fecha de la Liga Águila-2. Fue su primer partido como profesional y no desentonó.
“En Yulián Gómez siempre van a encontrar a un jugador muy concentrado y que nunca renuncia al ataque”, manifiesta con convicción el joven de 19 años de edad.
Cuenta que a él lo vio jugar el Tucho Ortiz en Ortigal, un corregimiento del municipio de Miranda (Cauca), y lo trajo al club rojo a probarse. “Llegué hace 3 años y gusté. Pasé las pruebas, estuve dos años en el equipo juvenil y ya el año pasado me dieron la oportunidad de subir al equipo profesional y hoy gracias a Dios se me están dando las cosas”.
Su familia está conformada por su mamá, Celia Mosquera, con la que vive acá en la ciudad. Además, de dos hermanos. “Mi papá vive aparte pero tengo muy buena relación con él”.
Desde los 7 años, en medio de las carencias con las que creció en Ortigal, se mentalizó que el fútbol lo sacaría adelante, y a sus seres queridos. “No me separaba del balón, hasta que se dio la oportunidad de hacer pruebas en la escuela Sarmiento Lora e Internacional Fútbol Club. Allí me abrieron las puertas para ir madurando y adquirir experiencia en esto”.
Dice que el sacrificio más grande que le ha exigido este deporte es estar lejos de la familia. “Al principio es muy difícil, pero de a poquito te vas dando cuenta que estás luchando por alcanzar un sueño y eso hace parte de ese sacrificio”. El corazón le palpitaba en la previa del juego ante el club embajador, pero recordó el consejo de sus compañeros. “Me dijeron que jugara tranquilo, que aprovechara la oportunidad, que si me la gané es por algo. El profe ha depositado esa confianza en mí y espero retribuirla”.
Es consciente de que el Medellín tiene falencias en la posición de lateral izquierdo y que es la oportunidad para que se adueñe de ese lugar “Quiero aprovechar este momento de la mejor manera y darle seguridad al equipo”.