No hubo dramas y mucho menos jugadores tirados en el piso llorando por la estrella que se fue.
Algunos cabizbajos y con las manos en la cintura sintieron el aliento de los compañeros y de los miembros del cuerpo técnico, y entendieron que habían terminado la batalla como verdaderos soldados, con las botas bien puestas.
Los integrantes del Independiente Medellín se reunieron en un sector de la cancha. Algunos levantaron los brazos para agradecer gestos de apoyo. Hasta allí llegaron sus colegas del Santa Fe que, con ese gesto, reconocieron la grandeza del rival que hasta el último minuto los tuvo contra las cuerdas y pusieron a los hinchas a comer uñas en las tribunas.
El 1-1 final, para una serie 3-2, da cuenta de lo cerrada que resultó.
Mientras las banderas ondeaban y los fuegos artificiales iluminaban el cielo capitalino, los escarlatas antioqueños, que ayer vistieron de azul, se fueron al camerino con la frente en alto.
Dejaron el espacio libre para el festejo de los bogotanos que encendieron la octava estrella en su escudo. La sexta del DIM quedó para otra ocasión.
El estadio estaba teñido de rojo, pero no era propiamente del color del Poderoso como había sucedido el miércoles pasado en el Atanasio cuando se dieron las primeras ventajas para el triunfo cardenal.
Anoche hacía mucho frío después de la granizada que obligó a que el partido se retrasara media hora.
Y lo sintieron los paisas que viajaron con la ilusión del título, mientras los capitalinos calentaron la jornada con la victoria. Su acento se hacía más notorio con sus cánticos y conversaciones.
Todos, luego del 1-2 en Medellín, llegaron sintiéndose campeones, pero sufrieron para certificarlo. Gozaron con la premiación y la vuelta olímpica y se fueron a celebrar con la estrella 8 pintada en las banderas y en sus cachetes colorados.
Esta vez no fue Medellín. Pesaron los altibajos del remate del campeonato, la caída en el Atanasio en el duelo de ida, y aunque las manos quedaron vacías, su afición y el país reconocen el esfuerzo y su buen fútbol. En la cancha de El Campín quedó todo el sudor .