Las dos décadas sin ganar el título mundial dejaron de ser la mayor preocupación de Brasil: cada vez más terrenal, la Seleção protagoniza su peor inicio y perdió su invicto histórico como local en la clasificatoria sudamericana, nada menos que ante su archirrival, la Argentina de Lionel Messi.
La noche del martes se gestó una escena impensable en las gradas del Maracaná, donde hubo incidentes entre hinchas argentinos y la policía brasileña antes del partido: los ‘torcedores’ cantaron el “olé” en los minutos finales de la derrota 1-0 contra los campeones del mundo.
El acto puso en evidencia el mal momento de la otrora temible Canarinha, que hiló cuatro partidos seguidos sin ganar, incluidas tres derrotas consecutivas por primera vez en la eliminatoria, y marcha en una insólita sexta casilla, con siete puntos.
En las seis fechas apenas venció a los colistas Bolivia (5-1) y Perú (1-0) y empató con Venezuela (1-1). Perdió con Uruguay (2-0), Colombia (2-1) y la líder Argentina. Y sufrió más goles (7) que en todo el camino hacia el Mundial de Qatar-2022 (5).
La Albiceleste de Messi, de floja noche, derrumbó además una imbatibilidad histórica: los pentacampeones del mundo nunca habían perdido un juego clasificatorio en casa. Desde 1954, cuando debutaron en el premundial sudamericano, y hasta antes del duelo, habían cosechado 51 victorias y 13 empates en 64 cotejos.
“Fueron partidos muy válidos en términos de proceso para el futuro, incluso perder para poder saber lo que hacer en el momento de la derrota. Pero es muy malo si se analiza en términos de resultados”, reconoció el técnico Fernando Diniz al final del superclásico.
Futuro incierto
Diniz, de 49 años, fue insultado por los aficionados en varias ocasiones a lo largo del encuentro en Río de Janeiro, una animadversión que en parte se explica por sus labores como entrenador del carioca Fluminense, cargo que compagina con la dirección técnica del equipo nacional.
Pero el revés contra los argentinos fortaleció las críticas contra la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) y su decisión de nombrarlo durante un año, a la espera de que Carlo Ancelotti, del Real Madrid, asuma el cargo a mediados de 2024.
El martes pudo haber disputado su último cotejo oficial como seleccionador, pues la eliminatoria se reiniciará en septiembre próximo, cuando el italiano, según la CBF, ya debe estar al mando.
“Ha sido un comienzo (de ciclo) medio turbulento, con la contratación o no del entrenador. No es fácil. No es disculpa, pero muchos jugadores están viniendo por primera vez, hay muchas modificaciones en la selección y poco tiempo de entrenamiento”, dijo el atacante Gabriel Jesús.
Diniz no ha contado con suerte para implementar su fútbol de autor, el llamado ‘dinizismo’, con el que alzó recientemente la primera Copa Libertadores del ‘Flu’.
Acostumbrado a variar poco sus onces y a trabajar con tiempo, en Brasil ha tenido que apelar a jugadores con menos bagaje debido a las lesiones de hombres clave como Éder Militao, Ederson, Danilo, Casemiro, Vinícius Jr y Neymar, todos ausentes contra Argentina.
“No sabemos lo que va a suceder para la próxima convocatoria, pero él tiene todo nuestro apoyo”, dijo el volante Douglas Luiz.
El “proceso” de la nueva generación
Sin las máximas estrellas, Diniz tuvo que apostar a jugadores muy jóvenes como Rodrygo, Gabriel Martinelli y André, todos de 22 años, y a la perla Endrick, de 17.
El atacante del Arsenal de Inglaterra fue el más destacado al anotar el gol en la derrota contra Colombia el jueves en Barranquilla y exigir al portero argentino Emiliano Martínez en Rio.
“Estamos formando prácticamente una nueva generación de jugadores, algunos de ellos ni siquiera se han consolidado en grandes equipos de Europa. Están buscando su espacio y tienen mucho talento. Creo que a futuro vamos a recoger cosas muy buenas”, apuntó el DT.
Pero la Canarinha no espera a nadie y menos después del fracaso en Catar, adonde llegó como favorita para conquistar su primer título mundial desde 2002, pero cayó en cuartos de final contra Croacia.
Se da por descontado que clasificará al Mundial norteamericano, especialmente porque las diez selecciones de Sudamérica luchan por seis cupos directos y otro más a la repesca.
Pero su imagen internacional está golpeada y puede mancharse más en marzo, cuando vuelva al ruedo en amistosos contra pesos pesados: Inglaterra y España.
“Cuando les ganábamos a todos se decía que Sudamérica no era una buena referencia. Ya vemos que es diferente”, dijo el portero Alisson. “En la época en que triunfábamos tuvimos los pies en el suelo. Ahora, perdiendo, no vamos a verlo como tierra quemada. Es un proceso”.