El habilidoso jugador de Atlético Nacional tiene una cara amorosa y cariñosa con sus seres queridos
A sus 22 años, Marino Hinestroza empieza a consolidarse en el fútbol profesional, pero su historia va mucho más allá de lo que ocurre en el césped. Aunque en la cancha muestra un carácter fuerte que a veces lo traiciona, fuera de ella es completamente distinto: es un joven sensible, amoroso y dedicado a su familia. El jugador de Atlético Nacional ha demostrado que, pese a su juventud, su rol como esposo y padre lo ha moldeado de manera profunda.
En 2022, cuando todavía jugaba en el Pachuca de México, Marino tomó una decisión que pocos jugadores a su edad se atreven a dar: se casó con Mía Correa Orejuela, una modelo e influencer enfocada en los viajes y el estilo de vida saludable. Aunque el jugador estaba en el extranjero, la ceremonia se llevó a cabo en Medellín, ciudad a la que la pareja siempre ha tenido un fuerte vínculo emocional.
Desde entonces, Marino y Mía han formado una familia hermosa junto a su hijo Tyler Hinestroza, a quien cariñosamente llaman “Marinito”, no solo porque es su vivo retrato, sino también porque el futbolista lo ha convertido en su mayor fuente de inspiración. El pequeño ya acompaña a su papá al estadio cada vez que puede, y Marino, con devoción, le transmite desde ya el amor por Atlético Nacional, club al que representa con orgullo.
Ver a Marino en esta faceta tierna y familiar permite entender mejor su verdadera esencia. No es raro verlo compartir dulces momentos en redes sociales, ya sea jugando con su hijo, abrazando a su esposa o celebrando algún pequeño logro familiar. Y es que, para él, más allá del reconocimiento o los goles, su verdadero campeonato se juega en casa.
Muchos lo han tildado de arrogante o temperamental por su actitud en la cancha, pero esta mirada íntima revela que en realidad Marino Hinestroza es un joven de corazón noble, marcado por las dificultades que vivió en su infancia, las mismas que se ha prometido no repetir con su hijo. Lejos de los reflectores, construye un hogar desde el amor, el respeto y la ternura.
En un mundo como el del fútbol, donde a veces se pierde de vista el lado humano de los jugadores, la historia de Marino Hinestroza recuerda que detrás del escudo, del dorsal y de la intensidad del juego, hay un ser humano con sueños, luchas y amores. Y en su caso, el mayor de todos se llama familia.
