Mientras cada fecha que pasa hay un entrenador “descabezado” en la Liga, ellos mantienen su puesto.
Desde 2002, cuando iniciaron los torneos cortos, la profesión de técnico en Colombia se volvió “de alto riesgo”, porque ya no tienen estabilidad y son contados los casos de quienes duran en el cargo.
Los torneos pasaron de tener una duración anual a una semestral. Esto ha provocado que muchos equipos sientan una mayor presión para realizar una buena campaña en un lapso de entre cuatro y seis meses, luchar por un cupo en las finales y aspirar al título.
En la actualidad, no cabe duda que el entrenador con mayor respaldo es Alberto Gamero, quien llegó a dirigir a Millonarios en el 2019 y acaba de renovar su contrato hasta diciembre de 2026.
Los directivos justifican su continuidad, ya que lleva cuatro años al mando del club en el que ha promocionado a distintos jugadores de las divisiones inferiores y ha podido sumar dos títulos.
Por el mismo camino de Gamero está Alexis García, quien desde 2006 dirigió a Equidad por 7 años y durante ese tiempo alcanzó el ascenso a la máxima categoría, disputó tres finales: Finalización 2007; Apertura 2010 y 2011. También se consagró campeón de la Copa Colombia 2008. Además, clasificó a tres ediciones de la Copa Sudamericana: 2009 (primera fase); 2011 (segunda fase) y 2012 (primera fase). Por eso, en la actualidad, desde que regresó a finales de 2019, se mantiene en el cargo pese a que no hace una buena campaña en la actualidad.
Otro que le hace el quite al recorte de entrenadores es Flabio Torres, que desde 2021 regresó al Pasto, equipo que dirigió en 2011. Torres se mantiene al frente de los volcánicos y cuenta con el respaldo de la dirigencia.
En la segunda división también son contados los casos de estabilidad de los entrenadores y entre estos están el del técnico colombo-argentino, Óscar Héctor Quintabani con el Quindío y el del exjugador Giovanni Hernández con el Atlético de Cali.
Quintabani está con el equipo cuyabro desde 2020, mientras que Hernández dirige al cuadro vallecaucano desde 2018.
.Uno que ha tenido cierta estabilidad cuando ha dirigido al Junior es Julio Comesaña quien dice que en Colombia los directivos siempre hablan de proyectos de dos a tres años, pero solo en contados casos se cumple.
“Se contrata a un entrenador: si gana, se queda; si pierde, se va. A algunos le dan un partido más, pero es muy difícil que aguanten la presión”, comentó.
Así mismo asegura que hay varias situaciones que conspiran contra la estabilidad de los técnicos: “Los futbolistas que se destacan rápidamente se van al exterior, los torneos cortos no ayudan y las divisiones menores de la mayoría de los clubes no funcionan de forma coordinada con el equipo profesional, y cuando no son ninguna de esas dificultades, los equipos no tienen el dinero para sostener un proyecto exitoso”.
Con él concuerda, el técnico antioqueño Luis Fernando Suárez, que insiste que mientras la estructura del fútbol colombiano no cambie, hablar de la palabra proceso es imposible.
“Los tiempos de los torneos hacen que los resultados tengan que llegar de manera inmediata y no hay paciencia para aguantar que un proyecto empiece a dar frutos, no veo que eso vaya a cambiar a mediano plazo”, aseguró.
Así que es muy meritorio que algunos entrenadores se mantengan en sus equipos en una época en la que dirigir es una profesión “de alto riesgo”.
En la actualidad van 8 técnicos descabezados y los mencionados anteriormente le hacen el quite a la “guadaña”. Los que se quedaron sin trabajo son José Alberto Suárez (Envigado), Mario García (Chicó), Néstor Craviotto (Huila), Hernán Darío Gómez (Junior), Juan Cruz Real (Tolima), Pompilio Páez (Jaguares), Alexis Márquez (Bucaramanga) y Andrés Orozco (Envigado).
