Las ventas en la primera semana se han disparado, incluso hay personas que ya lo tienen lleno.
Aunque faltan 78 días para que inicie el Mundial, el ambiente futbolero ya se siente en el Valle de Aburrá. Las cadenas de electrodomésticos promocionan televisores grandes para ver el torneo, y el domingo pasado la editorial italiana Panini lanzó en Colombia el álbum oficial de Qatar 2022, que este año tendrá 80 páginas y se llenará con 638 láminas.
Aunque la Selección Colombia no estará en el torneo, algo que preocupaba a los comerciantes que hacen altas inversiones en la compra de mercancía, los álbumes se han vendido como pan recién salido del horno.
“La mercancía para este año está muy cara. Por ejemplo, diez pacas con láminas valen 35 millones de pesos, y sacar esa cantidad de dinero no es fácil con la economía colombiana como está”, comentó Jhon Freddy Guerra, vendedor que tiene su puesto ubicado junto a la salida del parqueadero del Éxito Vecino de Envigado, sobre la Avenida El Poblado, cerca del antiguo pasaje del Ley.
En ese punto hay cuatro mesas de vendedores diferentes, sobre las que están expuestas las ediciones de pasta dura, que vale $34.900 y tapa blanda, que cuesta $9.900.
“Yo estoy comprando el álbum para mis hijos, que tienen 35 y 30 años. Ellos han coleccionado los álbumes de varios mundiales, y llenarlos es una tradición familiar”, dijo la compradora Miriam Ramírez, una señora de unos 60 años que llegó al sitio de venta acompañada de su esposo.
También hay varias cajas que contienen en su interior los sobres en los que vienen las fichas con las caras de los jugadores, los escudos de los equipos y los estadios en los que se jugarán los partidos, que son necesarias para llenar el libro.
Cada una vale $364.000, trae 520 láminas, y aunque su precio es alto, muchas personas llegan a comprarlas para tener la mayor cantidad de “caramelos” posibles, a fin de luego intercambiar las repetidas con otros coleccionistas.
La dinámica del menudeo
Kevin Guerra estaba organizando las láminas de los mundiales de 2014, 2018 y 2022 en pequeñas bolsas herméticas. Lo hizo con cuidado, tratando de seguir el patrón de los números. Cuando terminó, e iba a meterlas en una caja, llegó Cristian Urrego, que tenía fichas para negociar.
“Le cambio la de Australia por Polonia, y deme 5 mil pesos. A eso se la dejo por ser de la casa”, inició Kevin. “Le encimo a Bélgica y me da un sobre. Así cerramos”, continuó Urrego. “Hágale pues, que en los sobres no salen casi repetidas”, culminó Guerra.
La dinámica del menudeo consiste en negociar las fichas que una persona tiene repetidas, por las que le hacen falta para completar el álbum. “Yo compro esto por la pasión que siento por el fútbol. También para tener el recuerdo de los campeonatos más adelante” concluyó Urrego.
Aunque el álbum lleva poco tiempo en circulación, ya hay personas que están cerca de llenarlo, con lo que confirman que la pasión por el fútbol se sale de todos los cabales y ratifica que este, además de ser un deporte, es un negocio rentable, más cuando del Mundial se trata.
INGENIERÍA Y FÚTBOL VAN DE LA MANO
Marco Antonio Molina tiene 18 años, es alto, delgado y posee la amabilidad y capacidad de persuasión de los buenos vendedores. Habla con convicción sobre los jugadores que están en el álbum de Panini, que vende y se convirtió en una obsesión para él y su hermano desde 2010. Asegura que las fichas más escasas son las de Messi, Mbappé y Cristiano Ronaldo. “Esas láminas pueden costar entre 40 y 50 mil pesos”, comentó. Jugó fútbol aficionado y llegó a la Primera C, pero cuando tuvo que decidir entre atajar balones y cursar estudios universitarios, se decidió la academia. “Entré a estudiar becado Ingeniería Financiera en la Nacional. Eso es un privilegio”. Por esta época premundialista decidió mezclar sus dos pasiones: el fútbol con los negocios.
SIETE MUNDIALES DE VENTAS
Las láminas de Panini guardan un encanto, y la familia Guerra lo tiene claro. Jhon, el padre, de cabello largo y ojos claros, por lo que es conocido como “El Zarco”, comenzó a vender los caramelos (como decían los papás), durante el Mundial de Francia 1998. Lo ha hecho en el antiguo pasaje del Ley, en Envigado, cada cuatro años. Ya completa siete ediciones haciendo esta actividad.
Pero no lo hace solo, Kevin, su hijo, lo acompaña. Tienen un proyecto que se llama War’s Ticket, con el que han generado cerca de 50 empleos, entre familiares y personas externas. En 2022 esperan tener ventas altas, porque el fútbol siempre está de moda.
