El fútbol está lleno de cábalas. Una de ellas -quizá la más importante- la inmortalizó el escritor argentino Eduardo Sacheri en sus cuentos: “la copa... la copa se mira y no se toca”. Dice la leyenda que en la final de un torneo los futbolistas no deberían tocar el trofeo, siempre puesto en el camino que lleva del camerino a la cancha, antes de ganarlo. Si lo hacen, casi que condenan a su equipo al subcampeonato.
Tan grande es la superstición que incluso hay futbolistas que ni siquiera miran el trofeo: la Copa está puesta en la mitad del sector occidental, ellos giran la cabeza hacia las tribunas norte o sur mientras caminan. De esa manera le huyen a la mala hora, a la cosa, como dirían los cubanos, y se aseguran una posibilidad más de ganar, de poner el hado de su lado.
Pero hay otros obstinados, que no creen en dichos y tientan la suerte. Marinho, un delantero brasileño del Santos, tocó la Copa Libertadores antes de jugar la final del torneo continental entre su equipo y Palmeiras en 2020. ¿Qué pasó? Su elenco perdió 1-0 contra el “verdao” y su imagen le dio la vuelta al mundo. Después de eso pocos lo habían intentado. Hasta que este sábado 17 de agosto Cristiano Ronaldo, uno de los futbolistas más exitosos de la historia y quien está acostumbrado no solo a jugar, sino a ganar finales, lo hizo.
En la salida de la final de la Copa de Arabia, que se jugó en el estadio Principe Sultan bin Abdul Aziz de la ciudad de Abha, el futbolista portugués, quien ha ganado 35 títulos en su carrera como jugador profesional, tocó el trofeo con la mano derecha mientras caminaba, cogido del otro lado, con un niño que tenía puesto un vestido típico árabe.
Al principio pareció que el delantero portugués de 39 años, quien en agosto del 2023 ganó su primer título con Al-Nassr (fue campeón de la Liga de Campeones Árabes), iba a cambiar la historia: al minuto 44, con un gol suyo tras un remate dentro del área, su equipo se fue adelante en el marcador.
Todo apuntaba a que Ronaldo se quedaría con un nuevo título. Con esa anotación, Cristiano quedó a tres goles de convertirse en el único jugador en la historia del fútbol en llegar a novecientas celebraciones oficiales en el balompié profesional. En ese momento el luso estaba contento. Sin embargo, la historia tuvo un giro dramático en la segunda parte.
En 17 minutos el Al-Hilal de Neymar –quien no jugó porque sigue lesionado de la rodilla– le dio la vuelta al marcador y terminó ganando 1-4. La primera anotación fue de Sergei Milinkovic-Savic al 55. Al 63 marcó Aleksandar Mitrovic, quien repitió al 69. La estocada final para el triunfo del equipo en el que también juega Ruen Neves, la dio el brasileño y exbarcelona Malcom a los 72 minutos de la segunda parte.
Entre el momento de la victoria y el último gol del Al-Hilal, el rostro de Cristiano Ronaldo pasó de la risa a la amargura. Después de la última anotación del cuadro rival, el futbolista portugués le reclamó a sus compañeros haciéndoles un gesto que les dio a entender que estaba dormidos y tenían miedo.
Al final, Al-Nassr no logró darle la vuelta al marcador. Ronaldo se mostró molesto. Para que su cólera aumentara, los aficionados del equipo rival le recordaron al portugués al fantasma que lo ha perseguido toda su carrera y que parece que, ni siquiera estando en oriente medio, lo abandonara: empezaron a corear “Messi, Messi, Messi”. Esta vez, el portugués tentó la suerte y ella no le sonrió.