Lucía Ramírez, la mamá de David Ospina, no podía con los nervios. Daba pequeños saltos mientras sacudía las manos cuando faltaban poco menos de dos minutos para que terminara la final entre Nacional y Tolima. Miraba al cielo, luego a la cancha, y pedía que se terminara el partido.
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Salomé, su nieta, estaba junto a ella y se veía igual de emocionada mientras esperaban que el árbitro Carlos Betancur diera la señal que ratificara a Nacional como campeón de la Liga Betplay. Entre tanto, la familia de Jorman Campuzano, en la que había un hermano igualito al jugador, preparaba el celular para grabar la proeza del equipo antioqueño, bicampeón del fútbol colombiano.
En occidental, los familiares de Dairon Asprilla también festejaban de orgullo porque el jugador había conseguido, por fin, en título con el equipo en el que se formó como jugador profesional. Con la misma ansiedad anhelaban el final del encuentro los familiares de Morelos, Tesillo, Kevin Parra, entre otros jugadores que estaban en la tribuna occidental del Atanasio.
Betancur pitó. El partido se terminó. Nacional se quedó con su decimoctava estrella. Se ratificó como el equipo más ganador del fútbol profesional colombiano. Doña Lucía Ramírez saltó con emoción en el palco. Se abrazó con sus nietos, que estaban pletóricos de felicidad porque David, como cantan los aficionados en las tribunas, volvió al “verde para ser campeón”.
Sonó el pregón verde. Todo el estadio cantó con locura. Gio Moreno, quien estuvo en la cancha en el último título que consiguió el cuadro verde de Liga contra los tolimenses en Ibagué, lo cantó junto a un familiar menor de edad. Atrás de él estaba Mateus Uribe, también cantando con felicidad.
Los futbolistas celebraron con los aficionados de la tribuna sur. Sus familiares empezaron a ver, como podían, dónde estaba cada jugador. Cuando pusieron la tarima donde les iban a entregar el trofeo, y los futbolistas se acercaron un poco más a la parte norte del sector occidental, empezaron a mover las manos para que los vieran.
Jorman Campuzano logró identificar a sus familiares, que estaban pletóricos de felicidad. Ospina también lo hizo con los suyos. Cada que los futbolistas pasaron y besaron el trofeo. Los familiares esperaron en la tribuna hasta que David Ospina levantó el título. Después empezaron a bajar a la parte baja del estadio para encontrarse con sus familiares.
