La vida es contradictoria. Primero le da a los hombres las alegrías más grandes, pero luego, de la noche a la mañana, se acaba. La muerte siempre gana. Sí, es una frase cliché, pero es cierta. Ningún ser humano ha logrado escapar de la parca, que parece tener como su aliado más fiel al paso del tiempo.
¿Por qué? En la medida en que las manecillas del reloj avanzan todo tiende a desdibujarse. Por ejemplo: hace 34 años el lateral izquierdo alemán Andreas Brehme era el rey del mundo, la persona de la que se hablaba en todos los medios de comunicación porque un gol suyo le permitió a Alemania Federal ganar el Mundial de fútbol que se jugó en Italia en 1990.
Este martes 20 de febrero de 2024 “Andi” volvió a ocupar la prensa mundial: murió en la madrugada del lunes por un infarto, según informaron medios alemanes. Alguna arteria del corazón de aquel hombre que en la Copa del Mundo italiana era rubio, delgado, alto, jugaba de lateral e hizo que el cuore de tantos compatriotas suyos se acelerara de emoción, se tapó y se llevó a una de las leyendas del balompié alemán.
Esta fue el segundo golpe fuerte que sufre el fútbol teutón en lo que va de 2024. Poco a poco ha ido desapareciendo la generación que le dio el tercer título mundial a los alemanes. El pasado 7 de enero falleció Franz Beckenbeur en su casa en Austria. El “Kaiser” fue el técnico que dirigió al Mannschaft en la última Copa del Mundo que jugaron antes de la reunificación del país (que estuvo dividido por el Muro de Berlín).
Beckenbauer vio desde el banquillo cuando el árbitro mexicano Edgardo Codesal, que fue el encargado de impartir justicia en el partido por el título, pitó un polémico penalti a favor de Alemania después de que el volante argentino Roberto Sensini tumbara al delantero Rudi Völler dentro del área.
Aquella noche del 8 de julio de 1990 los futbolistas argentinos, que eran liderados por Diego Armando Maradona (también fallecido), se querían comer al árbitro, le reclamaban con desespero, le gritaban que estaba equivocado. Pero Codesal mostró nervios de acero y se mantuvo en su decisión.
La misma tenacidad tuvo Andreas Brehme, que fue el encargado de patear el penalti. El lateral, nacido en Hamburgo el 9 de noviembre de 1960 (tenía 63 años), logró mantener la calma aunque los defensas argentinos, que sabían la importancia de jugar con la mente de su rival, de añadirle un poco de presión a la ya complicada situación de patear un penalti en la final de un mundial, lo rodearon y empezaron a hablarle.
A Brehme, incluso, le fue indiferente tener al frente a Sergio Goycochea, el portero argentino que entonces tenía fama de ser un gran atajador de penaltis. Al alemán no le importó nada de eso. Solo pensaba en anotar. Entonces esperó a que el juez pitara, tomó una carrera breve, pateó con su pierna derecha un balón rastrero que ubicó al palo izquierdo del arco. Gol al minuto 95. Andreas pasó a la historia. Alemania fue campeona del mundo.
La tristeza de los alemanes
“Desgraciadamente, las malas noticias no cesan. Todo es muy, muy triste para el fútbol alemán y especialmente para nosotros, para los campeones de 1990”, le dijo a la agencia SID el exfutbolista Pierre Littbarski, que estuvo en la copa del mundo del 90 con Alemania.
Se refería a las dos pérdidas grandes que han sufrido en los dos meses que van de este año. Pero la de Brehme fue un poco más dolorosa que la de Beckenbauer, no porque el hombre que es considerado como el más influyente en la historia del fútbol (hizo un buen papel como jugador, técnico, dirigente), de ese país tuviera menos importancia, sino debido a que él tenía varios quebrantos de salud (había perdido la visión por el ojo derecho), mientras que la muerte de Andreas fue inesperada.
Es cierto que el exjugador del Bayern Múnich, Inter de Milán, Real Zaragoza de España, Saarbrucken y Kaiserslautern alemán, que empezó su carrera como futbolista profesional en 1980 y la terminó 1998, ahora era un hombre de cabello canoso y figura un poco pesada, pero no se conocía que sufriera de alguna enfermedad de base, algo que enviara señales de su inminente partida.
“Andi era nuestro héroe mundialista, pero para mí era mucho más, un amigo muy cercano”, recordó Rudi Völler, también campeón del mundo, en un comunicado publicado por la Federación Alemana de Fútbol en el que expresó su tristeza por la pérdida, que es la misma que han expresado varios aficionados alemanes que vivieron con emoción aquel verano italiano del 90.
Se unió en el cielo a Rincón
Cuando un colombiano cualquiera piensa en el Mundial de 1990 esta es la primera imagen que se le viene a la cabeza: la Selección dirigida por Francisco Maturana, vestida de rojo, enfrentando a la todopoderosa Alemania que venía de ser subcampeona del mundo en 1986 en el estadio San Siro de Milán, un partido lleno de emociones, un seleccionado criollo jugando como nunca, pero al que, faltando dos minutos para terminar el tiempo reglamentario, parecía escapársele de las manos un valioso empate.
El volante Pierre Littbarski anotó, al minuto 88, un tanto que dejó fríos a los aficionados colombianos. Todo apuntaba a que sería una victoria inminente de Alemania. Pero sucedió “el milagro de Colombia”. A los 90+2’, después de una buena jugada de asociación que empezó con una recuperación de Leonel Álvarez cerca del área criolla, siguió con un pase al “Bendito” Fajardo, quien a su vez se asoció con Carlos “El Pibe” Valderrama.
El 10 frenó un poco el juego. Dio una vuelta en la mitad del campo buscando a un compañero por la banda. Ahí estaba Freddy Rincón, quien se movió, recibió el balón de Valderrama, se lo devolvió y siguió corriendo.
Luego vino el pase entre líneas, el volante nacido en Buenaventura corriendo a todo lo que le daban las piernas para alcanzar el balón, el remate rastrero de Rincón por entre las piernas de Bodo Illgner y la celebración del empate de Colombia, que puso a celebrar a todo el país.
Esa escena Andreas Brehme la vio desde el banco de suplentes. Ese día no jugó. Lo estaban guardando para los encuentros de las otras fases. Sin embargo observó todo lo que hizo Rincón, quien falleció el 13 de abril de 2022 en una clínica en Cali después de haber sufrido un accidente de tránsito.
Ahora estas dos glorias del fútbol se reencontraron, junto a Diego Armando Maradona, el “D10S” profano del fútbol, que también brilló en Italia 90, en el cielo. Sus nombres siempre serán recordados en la tierra, aunque la parca, con ayuda del tiempo, les ganó la carrera.