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El legado que dejó la patinadora Carolina Otálora

Juan Manuel Lemus, esposo de la patinadora, dejó emotivo mensaje en las redes sociales tras la muerte de la deportista. Este es su legado.

  • Carolina Otálora, en acción con su esposo Juan Manuel Lemus durante el Panamericano de 2018 en Bogotá. FOTOs cortesía fedepatÍn
    Carolina Otálora, en acción con su esposo Juan Manuel Lemus durante el Panamericano de 2018 en Bogotá. FOTOs cortesía fedepatÍn
16 de noviembre de 2022
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Quienes la conocieron y compartieron con ella en las pistas y concentraciones coinciden en que Sandra Carolina Otálora López era una mujer alegre y luchadora, que vivía para el patinaje y su familia.

Siempre con una férrea determinación, luchó por lo que creía, protegía a sus alumnos y defendía sus ideales con una resolución inclaudicable, la misma que la acompañó hasta el pasado viernes cuando se despidió de sus padres, esposo, hijo, hermanas, sobrinas y amigos.

Así lo recuerda el entrenador antioqueño Óscar Rivera, quien viajó hasta Bogotá para despedirse de su amiga, con la que compartió en muchas pistas del mundo y con quien hablar, mientras disfrutaban un café, “era una delicia”.

Su legado

Carolina inició desde muy niña en el patinaje. Durante 32 años construyó una gran carrera gracias al apoyo de su mamá, Custodia López, quien integró a sus hijas y sobrinas al patinaje artístico.

A sus 40 años, esta mujer logró no solo ser una de las más destacadas en el país, sino que brilló a nivel internacional, junto a su esposo Juan Manuel Lemus. En 2012 fue la cuarta mejor del mundo en el torneo celebrado en Nueva Zelanda.

Hace 23 años dio a luz a su hijo Juan Sebastián, quien heredó el amor por el deporte de sus padres y fue formado por la dupla que, entre 1999 y 2021, se consolidó como la mejor del país en la modalidad de pareja de alto.

Ese amor por la actividad se transformó luego en ganas de enseñar y fue ahí cuando Carolina fue certificada por la World Skate (organismo rector del patinaje mundial) como formadora en el grado de más alto nivel.

Además de entrenar a su hijo, también fue la forjadora de deportistas como Javier Buitrago y Paulina Ruiz, quien con solo 12 años de edad quedó quinta en la categoría junior en el Mundial.

Su adiós

Los últimos 60 días de vida de Carolina Otálora resultaron difíciles, con muchos dolores y desvelos, pero también de mucho amor que le dieron sus familiares, amigos y alumnos, quienes esperan seguir con su legado.

Fueron días en los que Carolina y su familia pasaron por situación complejas, exámenes, cirugías, procedimientos y noches en vela tratando de mitigar el dolor que la patinadora experimentó y que le imposibilitó comer o beber cualquier tipo de alimento.

Óscar Rivera, con quien Carolina compartió en los recientes Juegos Mundiales que se realizaron en Alabama, Estados Unidos, entre el 7 y 17 de julio pasado, recuerda que mientras estaban en ese país la bogotana, que sufría de gastritis, se enfermó.

“Un día no pudo dormir bien y le dolía el tórax, le costaba respirar, por lo que dijo que a su regreso iba a hacerse unos chequeos”, comentó Óscar.

En la primera semana de agosto Carolina se realizó unos exámenes, en los que le diagnosticaron cáncer gástrico. Inicialmente le hicieron una cirugía, pero en la misma los médicos se encontraron con un panorama poco alentador. En esa primera intervención retiraron algunos órganos, pero el cáncer estaba muy avanzado por lo que no pudieron hacerle tratamiento con quimioterapia.

Luego sufrió una recaída y esta vez se vio afectado el colón y otros órganos, además no cicatrizó bien las heridas.

“No podía descansar, comer o beber nada, perdió mucho peso y no podía caminar, estaba sufriendo bastante”, relató Óscar.

Tras una larga lucha, Carolina logró que le practicaran la sedación paliativa terminal (procedimiento que consiste en disminuir la consciencia de la persona enferma mediante ciertos medicamentos para evitar el sufrimiento causado por síntomas que no pueden ser controlados por los tratamientos disponibles).

En la definición científica se explica que, a diferencia de la eutanasia, este requiere del suministro de medicamentos durante horas o días hasta que el paciente muere.

Antes de ese procedimiento, Carolina hizo una petición especial, quería que la vistieran con el uniforme que Colombia presentó en los pasados Juegos Olímpicos y por eso, con la ayuda de Óscar y el Comité Olímpico, llevaron el traje y la bandera de Cundinamarca para su velación y sepelio.

“No pude estar en sus exequias, pero sé que ella les pidió que todos fueron de blanco o rosado, sus colores preferidos”, concluye Rivera.

Carolina murió el domingo y ahora su familia quiere rendirle un homenaje, siguiendo con el proceso deportivo que ella sembró.

Su hijo, la despidió en redes con dos frases: “obsérvame desde donde estés, que te haré una madre muy orgullosa” y “siempre vivirás en mí”.

Su esposo escribió en redes: “siendo las 6:20 a.m., no sé si sentirme triste o feliz. Carito ha logrado su objetivo de irse al cielo con la bendición de todos. Por favor estar listos para despedirla como ella nos lo pidió. Ahora es un angelito más en el cielo y desde allí nos cuidará a todos. Tuve la fortuna de tomar su mano en sus últimos suspiros y no sentí miedo. Creo que fue un momento feliz y simplemente se tranquilizó para volar muy alto”.

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