La arquitectura es el arte que combina la utilidad con la estética. De esto es consciente Diana María Bustamante, docente de la Institución Universitaria Colegio Mayor de Antioquia y autora de El dominio de la envolvente. Este libro, que fue el trabajo de maestría de Diana María, fija la mirada en las fachadas de los edificios de oficinas construidos en Medellín desde 1936 hasta 1968.
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Las fachadas de los edificios interactúan con la luz, con la entrada de los vientos. Hasta cierto punto, este elemento es el primer vínculo que tienen estas construcciones con el clima de las ciudades. Contrario a lo que se puede pensar en un primer momento, las fachadas de los edificios no equivalen al vestido en los humanos. Más bien son la piel. “Estas realmente son un elemento muy particular en los edificios porque es lo que permite que uno esté unido y a la vez separado del exterior”, dice Diana María.
La frase está trillada, pero eso no la hace menos cierta: la ciudad es un texto sobre la historia y la cultura de las comunidades. Solo basta entrenar la mirada para detectar en las formas de las ventanas o en la dimensión de las puertas matices de la idiosincrasia de los pueblos. Por ejemplo, Diana María encontró en su estudio que los edificios levantados en Medellín de 1936 en adelante carecían de rasgos que estaban muy presentes en los construidos antes de esa fecha.
“En esa época aparecen las fachadas que empiezan a ser más simples, con una geometría mucho más limpia. Esto fue así hasta 1968, porque a partir de ese momento se incrementa la altura de los edificios”. Y como la historia la hace la suma de esfuerzos de los individuos, en este periodo arquitectónico de la ciudad adquiere relevancia Nel Rodríguez Hausler, cuyo trabajo es un puente entre la arquitectura republicana y la de la primera modernidad.