Se le adjudica al director de cine Billy Wilder un esquema que sintetiza las historias que los humanos llevamos contándonos desde siempre. El esquema es “Chico conoce a chica”. A pesar de su simplicidad –o, por su simplicidad– esta fórmula sirve para condensar La Odisea de Homero y El Cantar de los Cantares. También entran ahí las películas de Hollywood o las telenovelas. Y, por supuesto, las óperas. Es más, las óperas parecen la quintaescencia de esa idea, repito, adjudicada a Billy Wilder.
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También de eso va El elíxir del amor, la ópera de Gaetano Donizetti que tendrá una función diaria el ocho y el nueve de septiembre en el Teatro Metropolitano, la primera a las ocho de la noche y la segunda a las siete. Y es que esta obra narra los intentos de Nemorino por seducir a Adina. Intentos que lo llevaran a los terrenos de la magia. Este montaje de la ópera fue dirigido por Sergio Cabrera, uno de los realizadores importantes del cine nacional, responsable, entre otros títulos, de La estrategia del caracol, Golpe de estadio e Ilona llega con la lluvia.
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EL COLOMBIANO conversó con Cabrera sobre las similitudes de la ópera con el cine, de los prejuicios que hay alrededor de la ópera y de este montaje de la obra de Donizetti.
¿Cómo fue el trabajo de dirigir en esta ocasión una ópera?
“Desde muy joven he sido amante de la ópera, casi desde niño. A mi familia le gustaba la ópera, a mis padres les gustaba la ópera. Entonces crecí en un ambiente de amor a la ópera. Cuando estaba estudiando en Londres iba a ver ópera en la Covent Garden. La ópera es un mundo que me interesa.
Ahora, aunque no lo parezca, hay mucha similitud entre dirigir una película y dirigir una ópera. Cuando uno está haciendo la puesta en escena de una ópera o de una película lo que uno hace es tratar de transmitir verdad en el género que toque. En una película o en una serie de televisión trato de utilizar las herramientas y el lenguaje para transmitir la verdad de lo que estoy contando. En la ópera, por supuesto, son circunstancias diferentes, porque, claro, la soprano y el tenor están cantando y en la vida real nadie expresa sus emociones cantando. O no al menos como sucede en este género. Sin embargo, la forma en que interactúan los personajes, la forma en que se consigue la armonía visual y el dinamismo se parecen mucho cuando un dirige cine o dirige una ópera. La ópera incluye música, actuación, escenografía, elementos de luminotecnia, elementos teatrales”.
De alguna manera la ópera podría ser el cine antes del cine...
“Sí, la ópera, igual que el cine, mezcla todas las artes. Sí, decir eso es una forma de sintetizar la ópera. Y, efectivamente, uno como director al trabajar en una ópera se preocupa de la escenografía, el vestuario, el maquillaje con el mismo criterio que lo hace cuando trabaja en una película. Repito: la finalidad de todo es transmitir la verdad de lo narrado. Debo, además, agregar que dirigir ópera es un placer gigantesco, también lo es dirigir cine. No lo es tanto dirigir televisión. Y no lo es por las presiones grandes que hay para cumplir los horarios y los presupuestos”.
Se tiene la idea de que la ópera es una manifestación artística para públicos muy selectos, ¿eso realmente es así?
“En la época en que se escribieron las óperas que conocemos hoy el género era muy popular. Para el público de ese entonces debió ser algo muy parecido a lo que para nosotros es el cine. Con los años la ópera se ha convertido en un espectáculo elitista. Creo que es así porque es costoso montar una ópera. Es muy costoso poner en escena una pieza porque se debe contar con una orquesta, un teatro, unos actores que tienen que ser cantantes. La mezcla de todos esos elementos hace que las boletas de la ópera sean caras y yo creo que eso es lo que hace que la gente no vaya.
Creo que si al público normal le permitieran ver ópera, le encantaría, porque es un espectáculo maravilloso. De hecho, en las presentaciones que hicimos antes de El elixir de amor llevamos público popular. Incluso, trajimos a unos indígenas de La Guajira y estaban fascinados. Estoy convencido que si la entrada a la ópera costara lo mismo que cuesta entrar al cine habría mucha gente que preferiría ir a la ópera que ir a ver súper héroes matándose, con carros estrellándose”.
¿Cómo fue el trabajo con esta ópera de Donizetti? ¿Cómo fue ese trabajo de llevar un texto clásico y de presentárselo a un público del siglo XXI?
“Desde hace muchos años los directores de ópera tienen la posibilidad de modificar la atmósfera donde sucede la ópera. Por ejemplo, La Traviata se puede escenificar en un ambiente intelectual contemporáneo. Por ejemplo, he visto versiones de El elixir de amor hechas en un balneario, he visto versiones hechas en un set de rodaje de una película del oeste. Eso se hace buscando atraer al público, buscando hacer la ópera más cercana al público, más cercana a los problemas contemporáneos o a la mirada contemporánea. En el caso mío, cuando empecé a pensar en hacer ópera, me gustó mucho la idea de buscar una obra que pudiera ser adaptada a una atmósfera y un ambiente colombianos. Me gustó la idea de hacer representar la obra en un territorio wayúu. Según el libreto original la historia sucede en un lejano pueblo del País Vasco. Eso, en nuestro contexto, significa un pueblo de La Guajira.
El Elixir de amor podía ser una ópera que se podía colombianizar, y ese fue el ejercicio y yo estoy muy contento del resultado. Las óperas en general son historias muy sencillas. Son anécdotas sencillas. Esta es un poco la metáfora del pícaro vencido por el amor”.
Es inevitable preguntarle por el centenario de Álvaro Mutis: usted llevó al cine una novela de él...
“Yo hice Ilona llega con la lluvia basada en la novela de Álvaro Mutis. Fue una forma de mostrar mi admiración por Álvaro Mutis. Él fue uno de los poetas más importantes que ha tenido Latinoamérica y sus novelas destilan poesía por todos lados. Admiré mucho a Álvaro Mutis. Tuve la fortuna de conocerlo de cerca y de trabajar con él en tres periodos de mi vida. Pasé varias semanas con él y era una persona admirable, un escritor maravilloso. Me siento muy feliz de haber tenido la posibilidad de adaptar esa novela al cine”.