La curiosidad es la característica fundamental de un investigador. Por eso, a Albéniz Vélez, para entregarse a la apasionante idea de conocer la historia del barrio Belencito, le bastó con leer las escrituras del terreno que compraron en su casa para construir una vivienda y encontrar allí una lista de propietarios anteriores.
Esos nombres que se hundían en el tiempo le despertaron el deseo de saber quiénes fueron los antiguos pobladores de esta zona del Occidente.
Albéniz Vélez es el autor de Belencito. Un pasado por contar 1762-1962.
Desplazado de la violencia partidista desde Segovia, su pueblo natal, en 1947, llegó con su familia paterna a este barrio de Medellín en 1953.
Habló con las personas mayores del barrio que el pasado 22 de junio celebró noventa años de fundación, y encontró datos de los pobladores del sector cuando comenzó a ser parte de la ciudad. Para saber qué había antes de eso, visitó durante muchas horas los Archivos Históricos de Medellín y de Antioquia.
Allí encontró que ese barrio, enclavado en la Comuna 13, estuvo ocupado por fincas pertenecientes a familias de la élite de Medellín.
“En 1890 me topé con un muro en mi investigación. No había más datos en notarías. En el Archivo encontré que esos predios constituyeron fincas de españoles. La tenían para pasar temporadas, porque había mejores aires que en la ciudad. El Centro era muy insalubre, porque no tenía alcantarillados”.
El nombre Belencito surgió porque en el siglo XIX consideraban que este sitio era parte de Belén, entonces corregimiento de Medellín.
“La suegra de don Coriolano Amador fue dueña de esta finca —comenta Albéniz—. Don Coriolano contrajo enfermedades en Chocó, donde fue Gobernador. Por eso preferían estar en Belencito”.
El 22 de junio de 1927 se oficializó la compra de esta finca por parte de urbanizadores que lo lotearon y comenzó a construirse el barrio.
“La Madre Laura vio desde 1890, cuando era niña, los terrenos que hoy ocupan sus religiosas. Más adelante, encargó a una integrante de su comunidad que visitara esa finca y se encontró con que la estaban vendiendo. Esa congregación ha sido fundamental en la historia del barrio”.
El libro de Albéniz está en la biblioteca de San Javier.