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Cristina Toro, la vocación por el desorden creativo

Reconocida por ser una de las integrantes de El Águila Descalza, Toro es una poeta con varios libros publicados.

  • Cristina Toro es uno de los referentes de la comedia teatral en Medelín y Antoquia. También ha publicado varios libros de poemas. Foto: Camilo Suárez.
    Cristina Toro es uno de los referentes de la comedia teatral en Medelín y Antoquia. También ha publicado varios libros de poemas. Foto: Camilo Suárez.
24 de agosto de 2024

Nacida en Medellín, en los albores de los sesenta, Cristina Toro descubrió pronto su vocación por el desorden y la novelería. En otras palabras, se supo artista. Tal vez esa vocación floreció en las veladas en que escuchaba a su padre recitar de memoria a los poetas canónicos de Antioquia o en los montajes de teatro que hacía con sus tías, en Sonsón, el pueblo de su familia. Precisiones biográficas aparte, lo cierto es que esa idea del arte —que se nutre de la curiosidad— la ha llevado a ser actriz, poeta, investigadora de teatro y gestora cultural. La ha puesto detrás y sobre el escenario, bañada por las luces de los reflectores o alejada de ellas mientras escribe los cuentos y poemas de su obra literaria.

Con ocasión de su libro Poesía reunida –que va por la segunda edición, cuenta ella–, EL COLOMBIANO la entrevistó sobre su vida de artista y los desafíos que ha enfrentado a lo largo de los años.

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Uno se pregunta cómo alguien se descubre artista. ¿Cómo se dio ese descubrimiento en su caso?

“Yo creo que el arte es un acto de rebeldía. Para mí fue clarísimo que no estaba en la posibilidad de hacer las cosas que tenía que hacer en el momento en que eran. Yo me le adelanté a todo, desde muy niña. Por ejemplo, cuando mi hermana entró al colegio —ella me lleva un año de diferencia— fue tal el escándalo que armé porque quería ir al colegio, que es lo que niños normalmente no quieren hacer, que me subieron al bus del colegio, así no tuviera admisión. Entonces, empecé a estudiar un año antes de lo que le correspondía a mi edad.

Yo creo que no tuve una educación normal en la medida en que siempre estaba en el coro, estaba en el grupo de teatro, fui la que leía las poesías. En ese entonces, mi mamá me decía “te vas a envejecer muy rápido porque estás figurando desde chiquita”. Desde siempre tuve una curiosidad muy grande por el mundo, por la lectura. Aprendí a leer a los tres años porque casi enloquezco a mi padre para que me enseñara. En mi casa se estimuló todo lo que tuviera que ver con el arte. Mi papá fue un melómano mayor, la biblioteca era el cuarto más importante de la casa y siempre hubo lecturas para la edad”.

Escuchándola se me ocurre pensar que el artista siempre es alguien que habita otro tiempo...

“Sí, yo creo que hay una curiosidad diferente y hay también una rebeldía, un no querer ajustarse a las cosas. Para mí fue difícil asumir las reglas. Aunque me iba muy bien en el colegio, tenía una vocación por el desorden, por no seguir el caminito correcto. Recuerdo que en el colegio había una hora de meditación y en esa hora yo estaba siempre en ensayos de teatro. Yo me salía para los garajes de los buses del colegio y me ponía a hablar con los chóferes y tenía contacto con el mundo. Hay una palabra muy paisa que mi mamá me la decía: ‘Usted es muy novelera’. Siempre tuve una gran curiosidad”.

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¿Qué la flechó primero: la poesía o el teatro?

“En estos días me encontré unos dibujos. Creo que lo primero que uno hace antes de escribir letras es pintar y eso también me gusta mucho. Todo llegó junto, porque además tuve el privilegio que mi papá fuera de Sonsón. Mi abuela vivió allá. De niña vi el arrume de palos en un depósito convertirse en los santos de las procesiones. Vi todo el rito. Eso es teatro también. Yo lo vivía como una cosa natural. Tuve una tía también muy brillante, que era maestra y nos hacían montajes de teatro. Recuerdo que salíamos a las calles vestidas con sábanas, disfrazadas de fantasmas para venderle a la gente las boletas a las funciones que nosotras mismas hacíamos. La gente las compraban porque se las vendían las nietas de doña Pastora, que era un personaje del pueblo. Algún día valdría la pena contar la historia de ella. Descubrió la homeopatía en la correspondencia en inglés de un familiar. Ella siguió el camino de homeópata y murió recetando. Fui su ayudante”.

***

Bachiller del Marymount de Medellín en 1977 y egresada de Administración de Empresas de la Universidad Eafit en 1983, Cristina ha dedicado su vida al teatro y la cultura. Su carrera comenzó en el Instituto de Integración Cultural Quirama, donde trabajó como investigadora entre 1982 y 1985, contribuyendo a la investigación histórica del teatro en Antioquia. Durante ese tiempo, escribió la monografía Panorama teatral en Medellín 1982 y participó en un estudio sobre la Historia de las Mentalidades en el Oriente Antioqueño.

Desde 1985, Toro ha sido un pilar del grupo teatral El Águila Descalza, desempeñándose como actriz y coautora de la dramaturgia. Su trabajo ha sido importante en la consolidación del grupo como una de las compañías más emblemáticas de Medellín y de Antioquia.

En el ámbito personal, Toro ha compartido su vida y pasión por las artes escénicas con Carlos Mario Aguirre, actor, dramaturgo, director de teatro y artista plástico. Juntos han forjado una trayectoria artística que ha dejado huella en el teatro colombiano.

Hablemos de sus primeros amores literarios...

“Bueno, pues por esa formación raizal leí a Gregorio Gutiérrez González y a los demás poetas antioqueños. Mi papá se los memorizaba y los recitaba. Entonces todo eso le va entrando a uno. Inclusive, de chiquita escribí versos. Hay un clic para mí cuando empecé a leer literatura en el segundo de bachillerato. A mí me echaron de un colegio de monjas. Me pasé para el Marymount. Ese colegio fue una influencia importante porque me encontré con mujeres muy cultas y monjas muy inquietas, muy lectoras. Muy importante para mí fue Verónica Londoño, quien posteriormente fue editora de alguna gran multinacional. Yo no me conformaba con las lecturas de clase, leía más. Si había que leer un poema de Neruda, yo leía todo el libro. Soy muy obsesiva, exprimo las lecturas. Leí la literatura latinoamericana. En la adolescencia me acerqué a a los malditos. Para mí fueron muy importantes. Tuve otro maestro muy importante para mí, que también fue editor. Se llamó Nicanor Vélez”.

Y de ahí pasó a Eafit...

“Mi camino académico fue algo peculiar. Inicialmente, no estaba en la universidad. Estaba decidida a estudiar en una institución que me permitiera explorar mis verdaderos intereses. Elegí Eafit porque era la primera universidad que ofrecía exámenes, y me matriculé allí con una estrategia clara en mente. La decisión no fue motivada por la pasión por esa área específica. A pesar de no ser la carrera ideal para mí, aprendí mucho sobre administración, lo cual me ha sido muy útil en la gestión de proyectos culturales.

No obstante, mi verdadera inspiración siempre estuvo en la creación y el arte. Mi paso por la universidad me enseñó herramientas que hoy aplico en mi trabajo, pero me di cuenta de que mi vocación estaba en otro ámbito. La experiencia en la universidad me permitió desarrollar una perspectiva crítica, y conocí a profesores como Gloria Uribe, María Victoria Franco y Miguel Escobar, quienes influyeron profundamente en mi visión del mundo”.

A pesar de los desafíos, encontró su propio camino. ¿Cómo fue el proceso de encontrar la voz como artista?

“Mi camino fue una búsqueda constante. Desde el primer semestre en la universidad, enfrenté dificultades, especialmente en materias como matemáticas. A pesar de los desafíos, me di cuenta de que mi verdadero interés estaba en el arte, la literatura y la música. La literatura, por ejemplo, se convirtió en una forma de rebelión. El libro Poesía reunida es una representación de mi evolución. Es una colección que abarca diferentes momentos de mi vida, desde el amor y el desamor hasta la reflexión sobre el país. Este libro no solo es un compendio de mis poemas, sino también una forma de cerrar un capítulo y abrir la puerta a nuevos proyectos narrativos”.

Hablando de Poesía reunida, ¿cómo fue el proceso de compilar y revisar estos poemas?

“Compilar Poesía reunida fue una experiencia de reflexión profunda. Releer mis poemas me permitió ver la evolución de mi voz y mi estilo. Cada poema es un reflejo de un momento específico en mi vida. El proceso de revisión no solo fue un ejercicio técnico, sino también emocional. Recuerdo la gratificación de ver la primera edición agotada y el honor de tener un prólogo de Darío Jaramillo Agudelo.

A través de los años, he explorado diferentes formas de expresión, desde la poesía hasta la narrativa. Mi formación autodidacta recién se ha complementado con talleres con escritores como Luis Miguel Rivas, y estoy trabajando en una colección de cuentos que espero publicar pronto”.

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En cuanto a la creación poética, ¿cómo describe su proceso?

“Mi proceso creativo es bastante impulsivo. Los poemas suelen surgir como flechas que lanzo sin una planificación estricta. A veces, un poema puede ser extenso, mientras que otros son breves y concisos. No hay una fórmula fija; depende del momento y del contenido. Los poemas pueden surgir de una imagen o de una experiencia que siento que necesita ser expresada. La poesía, para mí, es una forma de capturar la esencia de la realidad y las emociones que la rodean”.

***

Sala de espera

¡Ay, las mujeres!

Siempre esperando algo,

siempre en silencio

con ese temblorcito

que da la incertidumbre,

siempre pensando

si será o no será,

si vendrá o no vendrá.

Siempre en secreto

cavilando dudas.

Mujeres niñas

que esperan crecer.

Mujeres que ya crecieron,

pero esperan

lo de siempre,

con pánico de amor.

Mujeres solas,

esperando al fin

ser esperadas.

(Poesía reunida,

Cristina Toro).

Ha mencionado que la narrativa y la dramaturgia son muy diferentes de la poesía. ¿Podría explicar sobre cómo se diferencian estos géneros en su proceso creativo?

“Sí, definitivamente son distintos. La poesía es más fluida y a menudo se basa en impulsos momentáneos. En contraste, la narrativa, especialmente el cuento, y la dramaturgia requieren una estructura más elaborada. Es un proceso de construcción que implica varios borradores y ajustes. Los cuentos, por ejemplo, requieren una atención meticulosa a los detalles y al desarrollo de personajes, mientras que en la poesía, a veces, la esencia puede ser capturada en pocas palabras.

Actualmente, estoy trabajando en una colección de cuentos y explorando la dramaturgia. Estos proyectos son más complejos y requieren tiempo y paciencia. La narrativa me desafía a construir mundos y desarrollar historias con una estructura más definida”.

Hablando del trabajo actual, ¿cómo se relaciona con su experiencia en el Solar del Águila? ¿Cómo influye en su proceso creativo?

“El Solar del Águila es un proyecto muy significativo para mí. Es una forma de contribuir al ámbito cultural y académico de Medellín, creando un espacio para la reflexión y el debate. La experiencia de trabajar en este proyecto me ha permitido integrar mis intereses artísticos con una dimensión institucional. Es un lugar de encuentro para la creación y la apreciación del arte, y también un espacio para preservar la historia y la identidad de nuestra ciudad.

La gestión del Solar del Águila me ha enseñado la importancia de la perseverancia y la dedicación. A pesar de los desafíos y la falta de apoyo, seguimos trabajando para mantener este espacio vivo y relevante. La pasión por la preservación cultural y el compromiso con la comunidad son fundamentales para este proyecto”.

Finalmente, ¿cómo ve el futuro del arte y la cultura en Medellín? ¿Qué espera para la ciudad?

“Medellín es una ciudad en constante transformación. Aprecio el amor que la gente tiene por esta ciudad y su potencial para ser un lugar de creatividad y cultura. Sin embargo, me preocupa la tendencia hacia la autodestrucción y la demolición de espacios culturales históricos. Es esencial que preservemos lo que queda y que continuemos valorando nuestra historia y nuestra identidad.

En cuanto a mi propio trabajo, estoy emocionada por continuar explorando nuevas formas de expresión. La poesía siempre será una parte fundamental de mi vida, pero también estoy ansiosa por ver cómo evolucionan mis proyectos narrativos y teatrales. La creación es un proceso continuo y siempre hay algo nuevo que descubrir y explorar”.

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