“Cuando todos vayan en una dirección, debes correr en la contraria. Estarás solo, pero pronto te harás visible y destacarás. (...) Si vas al contrario, creas una nueva dimensión, creas el futuro”, hace un par de años le dijo fotógrafo italiano Oliviero Toscani al diario El País, de España.
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Esa frase podría resumir su trabajo, su obra. Toscani publicó su primera foto en Corriere della Sera cuando tenía 14 años. Había acompañado a su papá, Fedele Toscani, fotógrafo de ese diario, al entierro de Benito Mussolini. Todos apuntaron al ataúd, pero Oliviero apuntó a la viuda y su foto terminó en la portada.
Eso hizo siempre Toscani, ir en contravía. Su mirada puso en primer plano aquello a lo que el mundo le daba la espalda. Lo suyo era provocar.
Retrató personajes de la talla de John Lennon, Muhammad Ali, Lou Reed, Mick Jagger y Silvio Berlusconi. Trabajó con Elle, Vogue, Harper’s Bazaar, Valentino, Chanel, Fiorucci, Esprit, Toyota y varias marcas más, pero quizás lo que más se recuerda fue su paso por Benetton, allí revolucionó la publicidad.
A él se le acuña el concepto de shockvertising, un tipo de publicidad que busca provocar y generar conversaciones desligadas del producto que vende la marca. Eso fue lo que hizo en Benetton, que lo hizo mundialmente famoso.
Sus campañas hablaban de racismo, de sexualidad y homosexualidad, de política, de lo que fuera, de lo que lo que se le ocurriera: un cura besando a una monja, un paciente con VIH moribundo rodeado por su familia, tres corazones, una modelo anoréxica que posa desnuda frente a la cámara, un joven israelí abrazado a uno palestino y sosteniendo un mapamundi entre los dos. Imágenes sencillas en apariencia pero con una carga política y discursiva monumental.
“Esta es la expresión de mi inteligencia, de mi capacidad, y con ella te doy la posibilidad de reflexionar, de abrir el debate, de comprender que el pensamiento puede ser diverso. Yo no voy al cine o leo un libro para relajarme, yo quiero sorprenderme, sentirme provocado”, le dijo a El País.
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Ahora, en la era de Inteligencia Artificial toda imagen es posible. No se necesita ni siquiera una cámara para hacerla. La IA lo hace todo con solo pedírselo. Pero todo puede ser nada.
“La tecnología es solo un medio, aunque pensemos que resuelve nuestros problemas. Qué va. Un ordenador es un imbécil veloz, rápido, pero totalmente idiota. Y esta situación está creando un montón de imbéciles”, le dijo también a El País. Lo suyo era provocar, con la imágenes o con las palabras.
Oliviero Toscani nació en Milán, Italia en 1942. Estudió fotografía en la Universidad de Arte de Zurich, Alemania. Murió el pasado 13 de enero a los 82 años, en el hospital de Cecina, una localidad de la Toscana. Hacía año y medio le había diagnosticado amiloidosis.