Cuando se cuelan por los oídos los primeros acordes de lo más reciente de Oh’Laville, se presenta una energía que parece haber sido contenida por mucho tiempo.
La fuerza de este grupo independiente rolo solo podría tener origen en un ritual místico del rock, que exalta ese espíritu que se niega a morir y que, después de producciones como Pedazos de Papel (2012) y Anaranjado (2015), parece estar mucho más enfocado.
Voces como las de Mateo París, cantante principal, con sus gritos secos y potentes, hacen de esa energía algo tangible, que junto a los golpes de la batería y las notas que vuelan con velocidad desde la guitarra se conjugan para ganarse la atención del oyente.
Aunque el nuevo proyecto de Andrés Toro, Luis Lizarralde, Andrés Sierra y Mateo París ni siquiera ha visto la luz ni tiene un nombre que lo cobije todavía. Canciones como Primitivos, No Ha Muerto El Sol, Magia Negra y Navegantes van aproximando al grupo lentamente hacia un ambiente mucho más oscuro (con sonidos menos alegres) y original.
EL COLOMBIANO repasó con la banda algunas de las canciones que han ido publicando poco a poco como muestra de esta nueva etapa.
Magia Negra
Su transición hacia un tono más oscuro se ha ido dando de manera fluída, según ellos. “Si miramos hacia atrás tiene que ver con el EP Desfile de Esqueletos, donde retomamos ese tono que estaba en la banda naturalmente”, cuenta el guitarrista Andrés Toro.
“Magia Negra fue esa apertura para irnos muy lejos en un sonido que estaba fuera de lo que pensábamos que podíamos hacer en términos visuales y en la letra”.
Remontarse a un trabajo como Anaranjado, el segundo de su carrera, es recordar que quizás ese fue un terreno seguro, no solo en sus sonidos, sino en las imágenes y metáforas que albergaban sus letras. “Ese recurso de la magia y la oscuridad en las letras le está dando un aspecto muy especial a la banda en vivo y a las canciones”.
Primitivos
Quizás una de las producciones audiovisuales más ricas de Oh’Laville es Primitivos, una canción que evoca sensualidad y que muestra esa dualidad dulce y desenfrenada de la intimidad de una pareja.
“Es esa parte instintiva y ese lenguaje primitivo muy erótico, pero creo que captura muy bien el momento de la vida de la banda”, cuenta Mateo París, el vocalista.
“Estamos viéndonos a nosotros mismos en un momento de nuestras vidas, dejándonos llevar por nuestra parte primitiva y desbocada”.
La canción tiene momentos de mucha potencia, pero también instantes sutiles que se sienten como caricias. “Además tiene un tema percusivo importante que le da ese elemento tribal y también la energía de lo que hace Mateo (voz líder) que es como una bola de fuego”.
No Ha Muerto El Sol
“Esa canción existe hace unos dos o tres años y llegó con una idea de riff que trajo Silva y a partir de ahí empezamos a construirla. Pero no tenía letra ni una guía clara”, recuerda Lizarralde.
Dejaron quieta la canción por un tiempo, hasta que empezaron a desarrollar una idea fundamental: que las canciones tuvieran un hilo conductor rítmico, un elemento que condujera “y que fuera por lo que la gente finalmente la identificara”, añade.
Lo lograron integrando el cascareo de la salsa, “que lo hacen el bajo, la guitarra y el hi hat en la batería”. Está tan bien cimentado en la base de la canción, que es prácticamente imperceptible y no se siente como una canción de salsa sino de rock.
“Como eso le dio otra onda a la canción y la volvió un poco más bailable, ahí dijimos que esta tenía que ser de celebración. Sigue siendo oscura porque la armonía lo sigue siendo, pero es una oscuridad que merece ser celebrada, cantada y bailada, como una fiesta del fin del mundo”, señala