El centro de gravedad del reguetón nacional parece estar cambiando. Aunque mucha de esa música se sigue haciendo en Medellín, la nueva generación de artistas que empieza a asomar la cabeza no es de aquí: Maisak es de Santa Marta, Hamilton, de Cartagena, DFZM es de Buenaventura, y Kapo, de El Cabuyal, en el Valle del Cauca.
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Es raro. Por un tiempo parecía que todo se resumía en J Balvin. No porque fuera el único, sino porque fue el primero en ser relevante, el referente de ese reguetón con sello propio que el periodista Marlon Bishop describió como música urbana sin problemas urbanos.
Luego vinieron Maluma, Karol G y más adelante Feid y con él un cambió evidente en el reguetón local, porque empezó a incorporar en sus letras palabras de la jerga local, igual con su estética, mucho más sencilla, un tipo cualquiera, con el que todos se pueden relacionar. Él abrió otro camino y por ahí han pasado otros como Ryan Castro y Blessd.
Pero ahora el reguetón va por otro rumbo. Bad Bunny está a la cabeza y su más reciente álbum, DeBÍ TiRAR MáS FOToS, le devolvió al género su carácter político, lo acercó a la tradición musical de la isla y expandió el discurso, tan concentrado en hablar de lujos, de cosas, de mujeres como si fueran cosas. Lo de Bad Bunny tiene intenciones artísticas y no solo mercantiles.
Es una oportunidad. Esta nueva generación puede recorrer los pasos del “conejo malo”. Escribir una nueva historia para el reguetón local, una historia distinta, que entienda la música de otras formas, que ponga sobre la mesa otros referentes y que se acerque a la riquísima tradición musical del país.
Una historia como la da Maisak, que creció en Santa Marta y se acercó a la música por su papá, que cantaba vallenato en las playas de El Rodadero, por eso en su casa siempre había música, instrumentos, así fue aprendiendo a tocar, a cantar y luego a componer. La música no era un negocio, ni una ambición, era lo que había. Así empezó.
–Cuando las cosas se ponen serias, que hay que trabajar, como que los papás de uno no creen en lo de la música, porque eso le pasa a uno en un millón, no va a ser fácil. En ese momento empecé a trabajar en otras cosas, pintando casas, en lo que saliera, pero no era feliz haciendo eso y ahí es cuando ya me decido por la música, porque tengo la habilidad, el don, entonces empiezo a desarrollarlo y a aprender, y a ganar dinero escribiendo canciones–, dice Maisak.
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Empezó escribiendo canciones de champeta, porque eso era lo que más se escuchaba allá y lo que a él le gustaba. No le iba mal, la primera canción la vendió por $300.000, aunque se gastó más de la mitad en un par de zapatos.
Todavía no podía vivir de la música, pero empezó a averiguar cómo hacían los otros compositores, cómo era el asunto de las regalías y cómo se hacían las canciones que terminaban siendo éxitos; entonces se puso a estudiarlas, a diseccionarlas.
–Yo fui muy inquieto, la verdad, entonces si no sabía algo lo buscaba en internet: “Ah, esto se llama precoro y esto que suena así se llama coro y lo otro que viene abajo es un hook que es la parte pegajosa de la canción”, y así... analizaba las canciones que eran éxitos, para entender la estructura y qué era lo que las hacía funcionar. Entonces empecé a pensar mis canciones desde ahí, a aplicar las técnicas que aprendía.
–¿Como llegá al reguetón?
–Esa la otra, que empecé escribiendo champeta pero yo decía “esto no llega a tantas personas”; y el vallenato, lo amo, lo respeto y respeto a los artistas, pero tú veías en ese momento que los que se veían con más dinero eran los reguetoneros porque su música, de alguna manera, llegaba a más masas. La champeta no es algo que le gusta a todo el mundo, el vallenato tampoco.
Todo ha pasado muy rápido. Finalizando 2020 fue uno de los ganadores de un concurso que hicieron The Rudeboyz, los productores que han acompañado a Maluma desde el principio. Con ellos firmó su primer contrato y empezó a componer para otros y, cuando podía, iba componiendo para él.
El 2024 tuvo un gran año, lanzó Se me olvida con Feid, FDSR con Ryan Castro y este año arrancó con el lanzamiento de Descaro 2.0 al lado de Jay Wheeler y Brytiago y La punta del peak con DFZM.
–¿Qué viene?
–Trabajar el doble y mantener la lucha constantemente por no ser algo que no soy. Es una lucha que yo siento que todos los artistas tienen internamente.
–¿Usted hace parte de una nueva generación?
–Nosotros somos una nueva generación, no somos de aquí, y yo siento que la gente ya quería otra cosas, porque ya tenían a Feid, a Karol, a Balvin, a Maluma, a Ryan, a Blessd. La música misma es la que pide el refresh. Mi música puede tener una similitud al alma de Feid, pero mis melodías son muy vallenatas, mis referentes son otros, mi jerga también. Estoy haciendo algo diferente, dice Maisak.
Esta nueva generación tiene todo para reinventar el reguetón local.