Al maestro Alejandro Posada no lo relaja la música, pero no por que no haya melodías que cumplan ese efecto tranquilizante, sino porque la escucha con la mente, sabiendo qué pasaje viene en una canción, exaltando cómo resolvieron los músicos algún segmento logrando que la melodía sonara bien, “siempre me pongo a pensar, a pensar”, cuenta entre risas en una conversación que tuvo con EL COLOMBIANO aprovechando su estancia en Medellín.
En los pasillos de Iberacademy, en el piso 8 del Centro Comercial Mayorca, la academia de la que es fundador y actual director artístico, los alumnos lo saludan con entusiasmo y ojos de admiración, hay en el ambiente un halo de fascinación con su presencia.
El maestro Posada viaja y mucho, porque es parte de su trabajo, “para los músicos nuestra ciudad es el mundo entero”, dice. Cuando está aquí conversa con estudiantes que requieren su asesoría en una partitura, para saber cómo abordarla, para hacer su audición a una universidad internacional, para planear el trabajo, las clases, los conciertos y los cientos de proyectos que tienen en la academia.
Son, como él mismo lo dice, como hijos que simultáneamente lo ven como un mentor, un ejemplo a seguir.
Usted fue el primer colombiano en la historia del país en ser nombrado director principal de una orquesta profesional europea —la Orquesta Sinfónica de Castilla y León en España— y al hablar con músicos antioqueños que dirigen en el extranjero como Andrés Orozco-Estrada, Juan Pablo Valencia, Juan Felipe Molano, siempre dicen que usted fue una influencia para ellos...
“Todos los que mencionas, sí, son como mis hijos. Yo estaba en Viena, venía, ellos estabán estudiando en el Diego Echavarría, yo les daba clase en mis vacaciones, venía y trabajaba con ellos y siempre estuve muy pendiente. De alguna manera me siento como un papá, he sufrido todas sus carreras y me he alegrado de sus triunfos. Es muy importante mi relación con todos ellos”.
Usted los impulsó a soñar...
“Pues sí, la verdad es que la profesión de director de orquesta es muy nueva y en Colombia hace 40 años era muy incipiente. Había muy buenos directores colombianos, la verdad que sí. En Medellín estaba Sergio Acevedo, que hizo una gran labor con la Sinfónica de Antioquia. Estaba el maestro Luis Biava, que ya murió, que fue director de la Sinfónica de Colombia, también Jaime León. Había realmente un referente de directores importantes. Pero en la ciudad de Medellín, el estudio no existía, no existía la carrera de director de orquesta”.
Además de la vocación de director de orquesta, hay una vocación académica de su parte, ¿cómo combina esa faceta de docencia con la carrera de director de orquesta?
“Yo no sabría decir qué es. Es como ese motor por dentro y nunca he sido capaz de separar las dos cosas. De hecho, Iberacademy existe por una vivencia personal: cuando me fui a estudiar a Viena, me estrellé fuerte con la realidad. Porque yo tocaba mucho. Yo tocaba mucho piano y tocaba inclusive de solista. Fui solista de la Filarmónica y hacía muchos conciertos, yo creía que era muy bueno. Pero yo lo que no había aprendido hasta ese momento realmente era a estudiar.
También me di cuenta de que había mucha información que yo no tenia (hoy en día es más fácil) y alguna vez dije que quería aportar a que la gente por lo menos tuviera más información cuando se va a ir a estudiar o cuando se va a dedicar a esta profesión”.
De ahí viene la vocación...
“Me acuerdo que desde la primera clase de dirección que estuve en Viena, cogí un cuadernito y yo escribía todo lo que hacíamos, todo lo que el profesor decía, desde la técnica. Yo no sabía si iba a terminar siendo profesor. Nunca me formé para eso. Pero sí tenía ese interés, entonces escribía todo de tal manera que me acordara cuando lo fuera a explicar. Me cuidé mucho en abrir espacios para los jóvenes y me cuidé mucho en no ponerme a enseñar dirección como tal hasta no haber cumplido con unos años de experiencia.
Al final yo le digo a los alumnos, sobre todo en dirección, que no les voy a enseñar cómo se dirige la orquesta, yo les voy a contar lo que a mí me ha pasado. Ellos deben enriquecerlo con la opinión de muchos otros profesores, muchas vivencias. Y al final lo que termina uno enseñando son experiencias de vida, el conocimiento lo pueden sacar ellos mismos de los libros”.
Toca el tema de Iberacademy, muy importante para usted...
“Iberacademy es un espacio que ha tenido muchas transformaciones y ha ido evolucionando. Empezó desde un programa cuando fui asociado de la Sinfónica de Colombia en el 96 empecé con la Sinfónica de Colombia, estuve 17 años entre asociado y titular. Pero allí empezamos un programa que se llamaba Déjate Oír, que no era otra cosa que preguntarnos ¿quién hay en Colombia, estudiante de música que tenga un talento, que tenga un interés por esta profesión? A ver, ¿dónde está, déjese oír? Y luego, cuando ya fui titular de la Orquesta de Castilla y León en España, empezó un programa bastante más serio en el que buscábamos llevar talentos de todo Colombia a España para buscarles espacios dentro de la orquesta, espacios con profesores que los orientaran para un posgrado o para ver qué universidad sería buena y hacer prácticas con nosotros.
En ese momento entendimos que teníamos que llegar más lejos (lo hicimos en Bogotá y Medellín) y rápidamente nos dimos cuenta que encuentros hay muchos en el mundo y que lo que necesitábamos era un programa permanente, realmente un acompañamiento a aquellas personas, estudiantes de música que tenían la música como un propósito de vida y nos fijamos allí unos puntos muy importantes a seguir”.
Era ir más alla...
“Pues ponerlos a estudiar música de verdad. O sea, suena raro, pero era que estuvieran becados en la universidad, que hicieran la carrera de música, que no solamente tocaran en esta o en aquella orquesta y de alguna manera se fueran desarrollando, empíricamente, sino que tuvieran la posibilidad realmente de salir con un pregrado, hacer una maestría y entrar en contacto con el mundo, tener buenos instrumentos, conceptos como lo que haga, hágalo bien”.
Hacerlo bien y con pasión...
“Sí, la pasión es muy bonita y todo, pero el compromiso, sumadito a esa pasión, la disciplina, es otra cosa. Que cuando sentáramos a unos jóvenes a tocar por primera vez una sinfonía de Brahms, lo hicieran en las mejores condiciones posibles, con profesores que los acompañen, con directores que sean competentes y luego que conozcan el mundo y que el mundo conozca Medellín, el lugar donde estábamos”.
¿Qué encuentran en Iberacademy?
“No es que los vamos a formar, la alianza es con las universidades, está Eafit, está la de Antioquia, está Bellas Artes, están los programas en Perú, en Bolivia, en Nicaragua, en Chile. El programa es más enfocado a la persona por medio de la actividad musical.
Está claro que un Mariana Pajón del violín es una persona que se está preparando para las Olimpiadas de la vida en música, que tiene que conseguir trabajo en el mundo entero. Sí, tiene que ser una persona como un deportista de alto nivel, pero al mismo tiempo es un artista moderno, que se debe a la sociedad, que no es inalcanzable por allá en escenario y todo el mundo lo tiene que admirar, sino una persona que desde que está estudiando, debe entender cuál es su lugar en el mundo, su importancia como elemento transformador de la sociedad, su familia, el entorno. El mundo entero está necesitando la música como herramienta de desarrollo comunitario, eso es muy importante, y cada artista, nosotros tenemos esa obligación concreta”.
Aquí hay también mentorías...
“En Iberacademy tienen también el privilegio de ser referentes de otros niños en los municipios, y eso es un privilegio muy grande. Es ser el modelo a seguir de otros niños es algo que los hace responsabilizarse de su vida y del entorno. Tienen que ir a los municipios, a sus lugares de origen. En Iberacademy, para rendir, deben hacer parte de una filosofía de gratitud, generosidad, excelencia, ahí tenemos las mentorías y el emprendimiento más visto como una responsabilidad”.
Es como ser un hermano mayor...
“Exactamente, debe ser el hermano mayor de tantos niños que hay en escuelas de música. Nosotros trabajamos ahora con 52 escuelas de música del municipio de Antioquia, más los países en un programa que llamamos In Crescendo. La figura del hermano mayor, del referente, del que empieza la clase preguntándole cómo estás, cómo te fue esta semana, cómo vas con tu familia, cómo vas en el colegio, cómo te puedo ayudar. Que el niño mire con admiración y piense: ‘yo quiero ser como este’. No solamente porque toca muy bien el clarinete, sino porque es una persona amable, comprometida”.
Se fomentan relaciones para toda la vida...
“Claro, eso es muy importante y luego, ellos también tienen que estar abiertos a participar en una serie de capacitaciones que tienen que ver con cosas tan importantes para cualquier persona como las habilidades blandas: el manejo de las emociones, la comunicación asertiva, el liderazgo. Y que si la mayoría de ellos van a terminar en orquestas, van a terminar en escuelas, van a hacer carreras de solistas, pues que lo primero que tienen que hacer es, como tienen que pasar tantas horas estudiando solos, pues también tienen que aprender a relacionarse y a comprometerse”.
Maestro, ¿cuál es el balance que hace de 2023?
“Después de la pandemia volvimos a tocar juntos y bueno, el 2023 ha sido un año muy bueno. Pudimos consolidar aliados en el mundo con los que podemos interactuar para cosas muy interesantes como llevar unos niños, adolescentes, del Bagre, de Urrao, de Entrerríos a participar, por ejemplo, en una orquesta de niños en Suiza y ellos vienen con otra perspectiva, no solamente de la música, que es al final lo que menos nos interesa, sino de las culturas, de cómo me comunico con una persona que no habla el mismo idioma que yo, cuál es el comportamiento que tengo que tener a esta edad, yo ahí ya tengo que ser un responsable de mis actos. Eso nos ha mostrado también que hay unos procesos muy interesantes en los municipios, muy buenos profesores, con unas pedagogías muy interesantes. Estuvimos además en el Festival Mozart, de la semana Mozart”.
Ahí nosotros registramos la noticia de Santiago Ávila y Tomas Restrepo que tocaron el violín original de Mozart...
“Ambos talentosísimos, Santiago está ahora aquí haciendo la carrera en Eafit y Tomás acaba de viajar a hacer su carrera en Austria. Yo los fui a acompañar el primer día a Nueva York. Ellos se quedaron como tres días en diferentes eventos con el Mozarteum y me pareció increíble verlos ahí, con esa valentía porque no es fácil coger un violín de Mozart, inclusive técnicamente, las distancias no son las mismas. El violín es muy brillante. Y tuvieron una hora para prepararse, ¡qué valor! Yo a esa edad no hubiera hecho eso ni loco. Y bueno, esperamos este año traer ese violín de Mozart a Medellín”.
Esa es una buena noticia y ¿hay más planes para 2024?
“Nos vamos a enfocar mucho en el trabajo del programa In Crescendo, que es el trabajo con los municipios de Antioquia. Estamos en 52 y vamos a llegar a más. Hicimos un estudio muy riguroso, una investigación muy rigurosa el año pasado, todo el año, y realmente tenemos que implementar el resultado de esa investigación, que al final es parte de lo que los mismos profesores, la misma comunidad, los padres de familia piden que debemos hacer. Ya creamos una red de escuelas de los municipios, y la idea es hacer que esto realmente se convierta en un programa que pase mucho más allá de las fronteras de la música
y que se convierta en un programa de desarrollo de la comunidad. Y luego los programas de Iberacademy son seguir muy fuerte con los aliados que ya tenemos, vamos a hacer nuestros ciclos de conciertos, viene el director de la Escuela de Castilla-La Mancha a hacer un programa sinfónico, vamos por primera vez al Festival Religioso de Popayán, vamos a estar en Salzburgo otra vez, con un ensamble en el Latino Mozart. Y uno de los puntos fuertes de la temporada de este año, que lo adelanto, aunque no debería (risas) es traer el Festival Mozart de Salzburgo a Medellín. Vamos a llamarlo como la Semana Mozart on Tour, una pequeña muestra de lo que es ese Festival Mozart en Salzburgo, pero en Medellín, con la idea de crear en Medellín una Comunidad Mozart y ahí entra lo del violín de Mozart para el público de Medellín y de los municipios”.
Hablando con protagonistas de la cultura en la ciudad, como María Catalina Prieto en Filarmed, nos cuentan del trabajo en conjunto por y para la cultura de la ciudad, usted, ¿en qué cree que se debe trabajar en la ciudad?
“En Medellín hemos avanzado un montón. Lo que nosotros hacíamos hace 45 años, era con las uñas. Ahora sí yo sé que sigue costando, pero ya tenemos universidades con el Departamento de Música, orquestas profesionales. Hoy tenemos que darle mucho sentido al famoso ecosistema del que tanto hablamos. Hay que organizar muy bien todas las capas de lo que tiene que ver, por lo menos con la música. Entonces tenemos que apostarle mucho más a la educación, no solamente al espectáculo. Medellín viene desarrollando la Red de Escuelas de Música hace muchos años, son 27 escuelas, pero es un programa social donde hay que encontrar esos jóvenes más temprano, los que se van a dedicar a la música. Y pues todos los niños de todos los colegios deberían ver música, eso siempre va a servir, pero los que se van a dedicar a la música hay que identificarlos. Esta carrera, como en todo, es cara, hay que buscar cómo pagarla, necesitamos muchas más becas, mucho más acompañamiento, necesitamos realmente poder interactuar mejor, o sea, definir cuáles son las orquestas profesionales: Iberacademy no es una orquesta, Iberacademy es un programa que tiene orquestas, pero es una orquesta laboratorio, no es una orquesta para aprender la práctica orquestal, es para aprender muchas cosas de vida. Pero antes de pensar en construir más orquestas, pensemos en construir mucho más, apoyar las que hay, que necesitan todavía mucho apoyo, necesitan crecer, necesitan fortalecerse desde lo económico y más bien ayudemos a fortalecer la base, el estudio de la música, lo que se hace con las escuelas en los municipios, lo que pasa con las bandas departamentales, en general, en el departamento”.
Apoyarse entre todos...
“Sí, porque es que al final todos terminamos en lo mismo. ¿Para qué funcionamos todo esto en Iberacademy si al final no se van a encontrar una orquesta profesional? Afortunadamente la tienen, pero claro, una orquesta no es una institución para dar trabajo, es una institución donde se encuentra trabajo, pero no existe para dar trabajo. Lo mismo que no existe un hospital: un hospital no se crea porque hay muchos médicos, un hospital se crea porque hay necesidad de un hospital y se buscan los médicos, lo mismo pasa con una orquesta, una orquesta se crea porque hay una necesidad, un público específico que necesita esa orquesta y se buscan los músicos para eso. Entonces no es ir creando orquestas para dar trabajo porque al final es difícil sostenerlas a todas, sobre todo hay que buscarle la razón de ser de que exista una orquesta, una escuela de música, una red de escuelas. La música sí es una herramienta poderosísima para todo esto, pero al final todos terminamos dependiendo de alguna manera de todos. O sea, ¿qué pasa con Iberacademy si no existe el Departamento de Música de Eafit,
de la Antioquia o Bellas Artes? Pues no tendría sentido en esta ciudad. ¿Qué pasa con Iberacademy si no hay una Orquesta Filamónica? Nos interesa que todos existan y bien”.
Quiero preguntarle por el tema de formación de públicos, ¿falta algo en ese proceso?
“Es que eso nunca se termina. La formación de públicos es de siempre.
Lo que yo no creo mucho es que la formación de públicos es solamente invitarlos a conciertos y ya, no, el público hay que formarlo desde niño así como los formamos a que quieran el deporte. Y la infraestructura está para la formación de públicos: hay escuelas de música y tenemos que ir a ese niño. Llega un momento, nosotros lo llamamos la edad del colmillo retorcido, cuando llega a los 15 años que no quiere saber nada de esto, tiene influencias de todos lados, pero cuando pasa esa frontera a los 19 años, vuelve a este mundo ahí es donde tenemos nosotros que programar y programar cosas que sean asequibles. Yo soy muy un poco testarudo en que hay que traer la gente a los teatros, hay que traerlos, hay que buscar el espacio para que los niños con sus familias visiten el Metropolitano, visiten el Pablo Tobón. Eso cuesta más, yo sé, pero es importante que el público aprenda a ir a sus templos de la cultura”.
EN UN MINUTO
¿Un director de orquesta que admire?
“Uf, son tantos, pero Leonard Bernstein”.
La canción que le recuerde su infancia...
“Serrat, todas”.
Le dolió cuando Serrat se despidió de los escenarios...
“Sí, pero ahí seguro va a volver a cantar. Es un recuerdo sobre todo en la cama con mis papás los domingos, mi papá ponía la grabadora y los cinco ahí con la perrita cantando canciones de Serrat, ese es el recuerdo que tengo de eso”.
¿Qué hacen los aviones cuando tienen vuelos largos?
“Por lo general estudiar. A veces las azafatas me dicen, ay, señor, usted no se ha despegado de esa partitura desde que arrancó y a veces toca, porque así es”.
¿Madrugador o trasnochador?
“Madrugador y trasnochador, que es el problema (risas)”.
Fuera de la música clásica, ¿qué le gusta escuchar?, además de Serrat
“Escucho programas de opinión, me gusta escuchar noticias, temas de actualidad que mantengan informado. Música, no, la verdad”.
Entonces no tiene una playlist o la música que más escuche que nos recomiende...
“No, cuando voy en el carro escucho programas, gente hablando. Sobre todo programas de opinión”.
Sabemos que la música no lo relaja porque la escucha con la mente, pero algó que nos pueda recomendar para eso...
“Si fuera a pensar en algún momento, sería Mahler, es que son como dos extremos, la música de Mahler emotiva, el ser humano ahí en todo su potencial, con sus bajos y altos, y Bach, centrado, la cabeza bien puesta”.