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Poesía sí, hasta en el tejido de las arañas

El colombiano Daniel Montoya Álvarez ganó el Premio Iberoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez

  • Esta fue la segunda oportunidad en la que Montoya participó en el premio, considera que se requiere también un poco de suerte para ganar este tipo de concursos. FOTO cortesía césar Núñez
    Esta fue la segunda oportunidad en la que Montoya participó en el premio, considera que se requiere también un poco de suerte para ganar este tipo de concursos. FOTO cortesía césar Núñez
10 de junio de 2021
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Durante un año, cada mañana, el poeta Daniel Mauricio Montoya Álvarez se levantó antes de que saliera el sol para cumplir con una cita cuyo único propósito era observar. En sus caminatas, muchas veces a oscuras, se disponía a escuchar con atención a las aves. Buscaba escarabajos, arañas y se detenía a mirar y aprender de los insectos que se cruzaran por en frente y que él quizá no conocía.

Recorría el sector de Villa Marina en Ibagué, donde muchas de las casas tienen jardines todavía y lo urbano no se ha tragado del todo a lo natural. Montoya, quien es docente de la Universidad de Ibagué, tomaba apuntes de sus observaciones, con cautela, cual explorador en vez de poeta.

Su cerebro intentaba atar cabos y relacionar ese mundo del escarabajo o ese canto del grillo con un contexto más amplio, así no estuvieran conectados lógicamente de primerazo. “Pensaba: ¿qué tiene que ver este grillo con las estrellas o con la vida misma? ¿Qué relación existe entre eso?”.

Ese ejercicio juicioso dio como resultado el poemario Los apuntes de Humboldt, que resultó ganador, entre 953 propuestas, del Premio Iberoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez 2021 que se otorga desde España.

La entidad que lo organiza es la Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez en Huelva, España, que creó el galardón en 1981 en honor al Premio Nobel. Fue la segunda vez que Montoya participó y en esta ganó, recibiendo además dinero y la publicación de su obra.

Entrar a ese universo

El interés por la escritura llegó desde cuando su abuela Teodocia, con quien vivió varios años de su infancia, le empezó a contar historias. Algunos días ella le compartía pedazos de su vida, como si hubiese encontrado en ese niño de 7 años un confidente, pero otros días la abuela le contaba relatos de Hans Christian Andersen o de los hermanos Grimm. Más adelante se foguearía en talleres literarios con maestros como Libardo Vargas Celemín.

La inclinación por la biología vino después, tras conversar cada tanto con colegas en la universidad, diálogos que giraban en torno a los haikus y el ejercicio de la contemplación, otras veces simplemente se forjaban en torno a la naturaleza.

Esas charlas llevaron luego a lecturas de divulgación científica así como al trabajo de Alexander von Humboldt. Cosmos: ensayo de una descripción física del mundo que fue un gran referente como también La invención de la naturaleza: El Nuevo Mundo de Alexander von Humboldt, escrito por Andrea Wulf.

“Cuando empecé a observar y a leer sobre biología, en documentos o libros de divulgación científica, me di cuenta de que la ciencia, la astronomía y la biología son pura poesía”, cuenta Montoya. “Uno a veces puede encontrar más poesía en un texto científico que en un poema o un texto literario. Tiene que ver con lo misterioso y maravilloso, con lo oculto y con esas relaciones tan extrañas que uno va encontrando en la naturaleza”.

Regresó sobre los pasos de Humboldt y aunque muchas veces los poemas partieron de la pura observación y de una descripción precisa, poco a poco esa fidelidad biológica dejaba verse de otra manera. “Comienza a aparecer el fenómeno poético, a deslindarse de la mera descripción para encontrar lo poético que hay allí”, algo así como un chispazo o una revelación, dice él.

Su poemario recorre especies, pero también se toma las libertades que la ficción le brinda para presentar versiones hechas poesía de cartas que Humboldt escribió en vida: a Simón Bolívar o a Carlos de Montúfar, a Goethe, Thomas Jefferson o a su hermano Wilhelm von Humboldt.

Para el poeta, regresar a esa figura fue importante en tiempos como estos porque en una época en la que una prioridad era taxonomizar, “él empieza a ver las relaciones entre diferentes ecosistemas”, todo como un conjunto coherente y no por separado. “Ese es un cambio revolucionario en cuanto a la concepción que había de la naturaleza como algo que se debía domar porque era agreste”.

Por otro lado, lo atrapó de Humboldt que fue uno de los primeros que habló de la tala de árboles y de la cacería, “del peligro de maltratar a la naturaleza”, cuenta, y además, “tuvo una mirada muy sensible sobre el mundo social. Él luchó de manera aguerrida contra la esclavitud y estuvo a favor de la abolición”, y eso fue algo que Montoya quiso plasmar. Espera que el público pueda leer el poemario a partir de agosto. En Colombia, Los apuntes de Humboldt será editado por Frailejón

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