La literatura llegó a la vida de Mario Mendoza en un momento trágico. Estaba internado en una UCI intentando salvarse de una peritonitis gangrenosa cuando una tía hermana de su padre le regaló un libro para acompañarlo en esa silenciosa habitación de hospital donde estuvo casi siete meses internado.
Ese libro, Cuentos de hadas franceses, grande e infantil como lo describe, es su transformación. “Me vuelvo lector en ese lugar, en cuidados intensivos”, cuenta en entrevista con la revista Bocas.
Y fue tal el impacto de ese primer libro que, dice, lo ha buscado con nostalgia por todos lados, sin poder hallarlo, pero, si lo encuentra, “me pongo a llorar”.
De ese hospital salió, siete meses después, sano, pero también lleno de libros.
“He estado como un monje rodeado de gente que se muere, y empiezo a crear una división mental entre la vida de los de afuera, los vivos, y la mía aquí con los libros, y eso me convierte en escritor”, sentencia el escritor.
La infancia y juventud del ganador del Premio Biblioteca Breve de Seix Barral en el 2002 –cuenta–, se enmarca en un drama íntimo, ese de volver a sentirse una persona “normal” tras salir frágil y débil del hospital. Así como su pasión por la literatura comenzó allí, también su obsesión por el deporte y la vida sana.
“En ese momento se gesta la rebelión de la que habla Vargas Llosa en su libro sobre García Márquez [Historia de un deicidio], cuando el escritor mata la realidad para construir otra, la propia, la de la imaginación”, señala.
Pero además de ese drama, también convivió con otro del que poco habla: la bipolaridad de su madre, que con el tiempo ambos fueron asumiendo sin tanto recelo.
“Le pregunté en vida si yo podría hablar del tema en público, y ella me dijo que sí, y por eso no tengo reparo en hacerlo ahora. Es una enfermedad difícil de diagnosticar, que ha destruido familias enteras. A veces me fijo en nuestros políticos y veo tics y rasgos y reconozco que son de tratamiento psiquiátrico. Ella lucha toda la vida con eso. Tenía crisis muy fuertes, pero al final aceptó, de manera admirable, su enfermedad”, relata en la publicación.
Inicios en la escritura y el rechazo de la crítica
Un país convulso, enmarcado por los hechos de la toma y retoma del Palacio de Justicia, la tragedia de Armero y el exterminio de la UP, fueron el puntapié inicial para el ejercicio de la escritura en la vida de Mario Mendoza, que por 1985 cursaba su último año de carrera.
Desde ese momento han sido 43 títulos escritos, incluyendo novelas, ensayos, cuentos, novela juvenil y novela gráfica, que le han dado innumerables reconocimientos tanto de la academia como del público; sin embargo, su relación con la crítica es brutal.
“La crítica sigue en contra. Y lo peor es que dicen que uno escribe por razones comerciales (...) si uno supiera lo que va a ser comercial, ¡estaríamos hechos! ¡Tendríamos la fórmula ganadora! Esa fórmula no existe, y nadie sabe qué funciona o no. Uno está honorablemente sentado haciendo un libro sin tener idea de cómo le va a ir”, comenta.
Mendoza agrega que: “Tengo libros a los que les ha ido bien y otros a los que les ha ido mal. Pero sigo leyendo artículos sobre mi obra que están llenos de prejuicios, y me descalifican porque no soy un autor del canon. Pero al final todo eso es irrelevante. Lo que importa son los lectores. Y los lectores han sido mi apoyo irrestricto”.
El público, ese para el que escribe y que en un primer momento pensó que serían “cinco o seis marcianos nada más”, son por quienes lucha y por eso comenzó haciendo –y aún lo hace– “trabajo de base” yendo a bibliotecas públicas, colegios y clubes de lectura para “guerrear la lectura, luchar por un país que tenga acceso a la literatura, a lo que a mí me cambió la vida”.
Fue en ese proceso cuando sus libros conectaron con los lectores. “La obra fue creando esa dinámica, pero no sé en qué momento ocurrió”, comenta en Bocas.
Sobre Petro y la política
Antes de opinar sobre el actual Gobierno, Mendoza dejó claro que su posición política siempre ha sido de centro. “Yo vengo de Mockus, realmente; de la Ola Verde, de esa línea de los noventa, de Antanas que decía ‘el otro es sagrado’. Esa política basada en la solidaridad, con los valores de la Revolución francesa, incluyendo fraternidad, igualdad y respeto por el otro... esa es la línea que defendí durante años. Y cuando esas banderas las hereda Sergio Fajardo, me mantengo en un eje de centro. No me interesa el discurso de la derecha, y tampoco he militado en la izquierda”, comenta.
El escritor también sostiene que siempre le “tuve recelo a la izquierda”, como lo dejó claro en su libro Leer es resistir, “porque jamás creí en la violencia, ni en esa gente que coge armas y secuestra y amarra a personas ocho años a un árbol”.
Por el contrario, se declara un defensor de la sociedad civil. “Quien ha defendido el país, finalmente, es la sociedad civil, que nunca se armó”.
En 2022, en medio de la contienda electoral y cuando el centro se queda sin representación, Mendoza opta por Petro. “Me parece un ilustrado (...) Di ese voto con cierto temor, pero también con una enorme esperanza”.
Sin embargo, sostiene que una figura como Petro, con su inteligencia y cualidades, puede caer en el mito de Narciso y lo explica así:
“Entonces la persona se mira en el agua como en el mito y dice: ‘Yo tan brillante; fui el único que sobrevivió del M-19 y además llegué al poder, y eso demuestra que soy un enviado’. Entonces el Narciso se convierte en Mesías, y del mesianismo hay un paso mínimo a la tiranía. La inteligencia de Petro es incuestionable, pero su peor enemigo es él mismo”.
También le envía un mensaje al primer mandatario: “Ojalá Petro entienda que la lógica confrontacional que le sirvió en el M-19 no es oportuna y que gobernar es otra cosa. (...) Gobernar a Colombia es muy difícil, y lo más difícil es gobernar para todos. Pero si no lo hace, Petro nos va a conducir de regreso a una derecha más radical y violenta de la que hemos conocido”.
Y aunque criticó a quienes votaron en blanco en un comienzo por su “falta de resolución y carácter”, ahora, y tras lo que va del actual Gobierno, Mendoza sostiene que, “si yo pudiera echar para atrás, me uniría a la gente que votó en blanco”.