En Nido la dibujante colombo-venezolana Laura Guarisco cuenta las historias de migración de sus amigos, de sus familiares, la suya propia. Y lo hace a partir del viaje de Ángel, un joven arquitecto que decide salir de Venezuela en busca de eso que todos buscamos y que solemos resumir en la expresión de “una vida mejor”. El libro, que fue editado por Planeta, es el resultado de años de trabajo y de escucha de los relatos de los demás.
Guarisco vive hace más de cinco años en Medellín. En esta ciudad el dibujo de cómics se convirtió para ella en el oficio principal de sus días. También en estas montañas vive la experiencia de la maternidad. EL COLOMBIANO conversó con la autora sobre su arribo a Colombia y la vida lejos de los escenarios de la infancia, la adolescencia.
Comencemos con la pregunta de rigor, ¿cómo y por qué llegó usted a Colombia?
“Llegué a Colombia en 2016. Cuando decidí venirme para acá era un poco buscando oportunidades, buscando salir de Venezuela. En ese momento la crisis estaba tocando mi puerta, la crisis económica, política y social. Tenía un montón de amigos que ya se habían ido de Venezuela. Llegué primero a Barranquilla. Mi mamá es barranquillera, nació en Colombia y luego se fue a vivir a Venezuela y allá nacimos mi hermana y yo. Entonces siempre pensé en Colombia como una primera opción porque ya conocía el país, había venido en varias ocasiones a lo largo de mi vida a visitar a la familia. Además, yo tengo la doble nacionalidad, soy venezolana y colombiana, entonces sabía que empezar acá iba a ser un poco más fácil”.
Usted es de esa generación de venezolanos que solamente conoce el chavismo como gobierno...
“Sí, fíjate que cuando Chávez se monta en el poder yo tenía 7, 8 años. En ese momento no sabía nada de política, pero sí crecí con esa figura de presidente, de poder y soy de esa generación que no ha conocido otra cosa distinta al chavismo. De hecho, en Nido hay una partecita con un guiño a eso”.
Al igual que Ángel, el personaje de su novela, usted es arquitecta. ¿Cómo descubrió el cómic?
“Ya de niña siempre me gustó dibujar. A los diez años empecé a hacer mis propias historietas, mis propios cómics, muy adolescentes, muy de pre-adolescentes. Eran historias de amor, de romance, de desamor. Estaban inspiradas en lo que me pasaba a mí, era una forma como de contar lo que me pasaba. Encontré en el cómic el medio para contar las cosas que quería contarme de niña. Luego empecé a hacer otro tipo de historias, relatos de terror, que me gustaban en ese momento.
Cuando llego a Medellín no encuentro trabajo en arquitectura y al verme sin trabajo y sin más nada que hacer me dije “oye, esto que siempre he hecho como hobby vamos a hacerlo en serio ahora” y ahí fue cuando me tomé en serio lo de los dibujos. Los empecé a firmar y a montarlos en redes”.
Es decir que en Medellín se profesionaliza el cómic en su vida...
“Correcto. Aunque en Caracas asistí a un taller de cómics, sí fue en Medellín donde todo se alineó para finalmente dedicarme a esto”.
Nido es la historia de Ángel, un joven que cruza la frontera por tierra. Hablemos un poco de la creación de este personaje...
“En un punto me preguntaron por qué no contaba mi historia, pero yo no me veía como protagonista de la historia, porque yo no había atravesado un montón de cosas que atravesó Ángel. Recuerdo que en todo este proceso de emigrar nunca dejé de estar pendiente de lo que ocurría en Venezuela, yo consumía todo lo que pasaba en Venezuela en ese momento, y también veía a muchos de los migrantes en las calles, había muchas historias pasando al mismo tiempo, y yo estaba segura de que no quería contarme a mí como protagonista.
Ángel sí termina siendo una construcción a partir de amigos, de familiares, de incluso cosas mías”.
Los colombianos no sabemos muy bien qué ocurre en Venezuela... lo de su país es un drama que se alarga, se alarga y no entendemos qué ocurre. ¿Qué ocurre en Venezuela, Laura?
“Yo creo que ni nosotros los venezolanos lo sabemos. Lo que pasa allá es un drama largo y complejo. Recuerdo que cuando recién me había mudado yo era muy pasional, tenía rabia. Para mí siempre fue muy desgastante hablar de Venezuela o intentar explicarla. Ya casi tengo siete años viviendo aquí y todavía me preguntan y yo ya ni sé qué decir. El migrante tampoco sabe qué está pasando, pero sabe lo que le ha tocado vivir y yo quise enfocarme en eso. Esta es una situación que ha fracturado familias, que ha generado muchísimo dolor”.
