La quinta puerta explica en sus páginas cómo la educación en Colombia agudiza las desigualdades. Mauricio García-Villegas, abogado, profesor, doctor en Ciencia Política y uno de los editores, cuenta que la idea de este libro empezó hace diez años, cuando publicaron Separados y desiguales, una pequeña edición sobre educación del que retomaron sus ideas, ahora con más tiempo para investigar, más recursos y más gente. Es un trabajo colectivo que realizó con Juan Camilo Cárdenas y Leopoldo Ferguson, economistas de la Universidad de los Andes, y con un grupo de jóvenes investigadores.
Mauricio conversó con EL COLOMBIANO.
Desde el título ya está la sentencia de cómo la educación en Colombia agudiza las desigualdades en lugar de remediarlas. Explíquenos la evidencia más reveladora que encontraron.
“En Colombia, a diferencia de muchos países, tenemos una educación socialmente dividida entre, la de alta calidad, a la que van casi de manera exclusiva los hijos de las familias ricas y la de baja calidad, a la que va la clase media-baja y baja. Es una especie de apartheid educativo, que si bien es un apelativo muy fuerte, es cierto y el país debería tomar conciencia de ello.
La segregación empieza desde la primera infancia. Si un niño nace en uno de los hogares del cuartil más pobre de la población es menos probable que asista a un jardín infantil (solo una tercera parte lo hacen) y ya desde los tres años es muy probable que tenga menos aptitud verbal y obtenga peores resultados en las pruebas de aptitud escolar.
El mismo patrón se observa en la educación básica, en la media y en la superior: a mayor nivel educativo de los estudiantes mejores resultados en las pruebas académicas y viceversa. Una sociedad con una educación de este tipo no solo paga un precio muy alto por la cantidad de talento humano malogrado en medio de esa mala educación, sino que está abocada a tener problemas de movilidad social y con ello, problemas de desconfianza y resentimiento entre las clases sociales.
En los países que tienen una educación esencialmente pública, incluyente y de buena calidad, los estudiantes conviven con niños de todas las clases sociales durante 10 o más años, lo cual se traduce luego en mayores niveles de confianza y colaboración entre las clases sociales. En Colombia, en cambio, debido a que las clases sociales estudian por aparte, la educación ahonda las diferencias culturales y económicas de las clases sociales y nada de eso es bueno para la convivencia democrática”.
¿Quiénes son los responsables de que la educación pública no funcione?
“A esta situación de apartheid educativo llegamos desde hace muchos años. Fue algo que se empezó a incubar desde los orígenes de La República, cuando las élites no se pudieron poner de acuerdo sobre quién debía educar al pueblo y con qué directrices. Hubo incluso una guerra (la guerra de las escuelas) entre liberales y conservadores por este motivo. Luego, en la segunda mitad del siglo XX, las fuertes tensiones entre los gobiernos y sus élites de apoyo, de un lado, y el movimiento estudiantil universitario y Fecode, del otro lado, debilitaron la educación pública y le dieron un fuerte impulso a la educación privada y sobre todo a la privada de alta calidad”.
¿Qué tanto sabemos del papel que han jugado los sindicatos de maestros en la precaria situación de la educación pública?
“Fecode se creó, a finales de la década de los años cincuenta, como una respuesta de los maestros contra el abuso y la falta de apoyo de los gobiernos. Con el paso del tiempo se convirtió en un sindicato poderoso, quizás el más poderoso del país. Para muchos docentes Fecode es el refugio institucional en el que encuentran el reconocimiento y la dignidad que el Estado y en buena medida la sociedad, les niegan. El problema es que muchos maestros y sobre todo muchos dirigentes de Fecode, por este hecho, han perdido su identidad, su vocación y su compromiso de maestros, y en su lugar han forjado una de sindicalistas, más aún, de proletarios explotados y en pie de lucha contra el establecimiento. Los estudiantes, y la sociedad misma, han perdido mucho por causa de esta lamentable disputa. Un proyecto de mejoría sustancial de la educación en Colombia pasa por el restablecimiento de las relaciones entre los gobiernos y Fecode”.
Lo de la educación rural es gravísimo. ¿Por qué es aún más precaria?
“Sí, gravísimo y dramático. Ni siquiera en cobertura se han hecho avances importantes. Las pruebas Pisa de 2018 dan cuenta de una brecha muy grande entre la ciudad y el campo en lo relativo a lectura, matemáticas y ciencias. Mientras que en las primeras el puntaje promedio fue de 430, en la segunda alcanzó 370 puntos. Los campesinos en Colombia (esto no es nuevo, así ha sido siempre) reciben una educación de segunda clase, como si fuesen ciudadanos de una categoría inferior. Y lo peor es que esta situación se ha empeorado con la pandemia”.
¿Qué tan diferente es el problema de la educación pública en Colombia comparada con otros países de la región?
“Incluso en cobertura Colombia sigue estando detrás de otros países de la región como Uruguay, Argentina, Brasil, Perú y Chile. En cuanto a calidad, tenemos resultados peores que los de México y Chile en los tres ámbitos estudiados (Matemáticas, Ciencias y Lectura) y resultados peores que Perú en Lectura. No sobra decir que el problema de la educación pública es similar en toda América Latina: calidad deficiente, gran desigualdad y bajos niveles de conectividad que se profundizaron durante la pandemia”.
¿Encontraron algo que se haya hecho bien en la educación pública en Colombia?
“Sí claro, hay algunos avances en cobertura y esto sin duda es muy importante. En cuanto a programas puntuales, como Familias en Acción o algunos subsidios condicionados, los resultados han sido insuficientes para atacar la magnitud del problema de la desigualdad en la educación. En el libro dedicamos todo un capítulo a la evaluación de estos programas. Al final, después de un capítulo de recomendaciones, concluimos que, si Colombia quiere realmente encaminarse por la ruta del progreso y la democracia, es necesario hacer un gran pacto nacional por la educación”