En medio de la crisis humanitaria que azota al Catatumbo, donde más de 54 mil personas han sido desplazadas por la violencia, la cultura se ha convertido en un refugio de esperanza para los más pequeños.
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A través del proyecto La alegría de la palabra por la vida, la lectura y la escritura emergen como herramientas de transformación, ofreciendo a los niños una vía para alejarse del conflicto y cultivar la imaginación.
Este programa, operado por la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero y respaldado por el Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional de Colombia, ha llegado a los refugios donde permanecen las familias desplazadas, brindando actividades lúdicas y literarias a menores de entre 0 y 12 años.
Según Julio García Herreros, director de la biblioteca, el objetivo principal es fortalecer valores como la paz, la convivencia, la reconciliación y la solidaridad. “Buscamos que los niños encuentren en la palabra una herramienta para sanar y construir futuro”, afirmó.
Además de la promoción de la lectura, el programa incluye reforzamiento escolar, dado que muchos de los menores han sido forzosamente apartados de sus entornos educativos. “Queremos que continúen con su formación y no se atrasen en sus estudios, a pesar de la difícil situación que enfrentan”, agregó García Herreros.
Las condiciones en las que llegan los niños a los refugios son devastadoras. “Hemos atendido a 744 menores en solo una semana con 270 actividades. Vienen de entornos violentos, marginados y con un profundo impacto emocional”, explicó el director. En este contexto, la lectura se convierte en una herramienta de resiliencia y acompañamiento emocional.
Para García Herreros, las bibliotecas son escenarios de paz y reconstrucción del tejido social. Sin embargo, enfatizó en la necesidad de una inversión constante en cultura en la región. “Norte de Santander requiere un apoyo permanente. En el Catatumbo hay necesidades enormes, y estos espacios permiten que los niños y sus familias encuentren refugio y oportunidades para crecer como seres humanos”, concluyó.
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La emergencia humanitaria en el Catatumbo demanda una respuesta integral que incluya apoyo cultural y educativo. Iniciativas como “La alegría de la palabra por la vida” son esenciales para mitigar el impacto del desplazamiento en la niñez. Se requiere el compromiso del Estado y la sociedad para garantizar que estos esfuerzos no sean temporales, sino un camino permanente hacia la paz y la reconstrucción del territorio.
