Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

language COL arrow_drop_down

La maestra Blanca Uribe vuelve a los recitales

La pianista no quiere retirarse. Este domingo puede escucharla en el Teatro Metropolitano
a las 11:00 a.m.

  • FOTO Camilo suárez
    FOTO Camilo suárez
25 de marzo de 2022
bookmark

Por maría antonia giraldo

La mejor época en la vida de la maestra Blanca Uribe fueron los 17 años. Desempacó en Viena, a donde llegó como la niña prodigio de Medellín, a estudiar con los mejores músicos de todo el mundo. “Estaba al final de la cola, es cierto, fue un reto y una maravilla conocer a toda esa gente extraordinaria que me enseñó a estudiar mejor, a ser mejor, no a competir con ellos”.

Pasó tres años sin hablar con su familia, solo se podían comunicar por cartas, pues no había teléfono. Era 1957, los rusos habían salido de Viena dos años antes, de manera que todavía se veía lo que había dejado la Segunda Guerra Mundial. “Cantidad de discapacitados, edificios con huecos de balas, todo eso me tocó. Ya la ciudad estaba bien, pero con esos recuerdos. La calefacción era con carbón, las chimeneas, muchas cosas de esas del día a día eran difíciles”, además tenía que vivir sola, por la práctica constante del piano, que tampoco la dejaba durar mucho en una casa, la echaban: los vecinos se cansaban de escucharla todo el tiempo estudiando.

Le podría ganar a Mozart en el número de banderitas austriacas que hay por toda Viena marcando los lugares donde vivió, “pero no hay ningún aviso allá que diga ‘Aquí vivió Blanca Uribe’, no hay nada”.

Es de risa fácil, mirada dulce y cuando habla mueve las manos en el baile de la música que ama. “Creo que mis pies se dañaron en Viena viendo óperas parada, porque era más barato. Llega un momento donde uno está muerto, están en el escenario cantando y uno piensa ya dense el beso y nos vamos para la casa”. En todos esos momentos, que le enseñaron a ser fuerte, a valerse por sí misma y a ser resiliente, se percibe la felicidad, se puede imaginarla caminando por las calles de Viena, entre clases y prácticas, asombrada a cada paso. Se le puede ver con la boca abierta en una sonrisa viendo una orquesta, una ópera o un cuadro de Rembrandt (su favorito), en un gran museo.

La juventud no se pierde

Por eso se le salen las lágrimas cuando se acuerda del momento en el documental Gratitud, que cuenta la visita de la orquesta Iberacademy a Austria en 2019, cuando los músicos tocan en el Mozarteum, una de las salas que hace homenaje al gran maestro. Se emocionan de ver a los jóvenes disfrutando de un momento que creían inalcanzable, como ella a su turno disfrutó del suyo. Cree que todavía es importante viajar para la formación de cualquier músico profesional, aunque en Colombia se pueden formar músicos competitivos a nivel mundial, la experiencia vital es transformadora.

Fueron seis años en Viena, casi 40 en Estados Unidos, a donde se fue primero a los 11 años y después a los 23; y luego, a los 56 regresó a vivir a Medellín, donde no ha parado de estudiar, tocar y enseñar. Este será su último semestre como maestra en Eafit, pero no se atreve a decir que el del 27 de marzo será su último concierto, pues ya había insinuado algo en 2019, cuando tocó en la Luis Ángel Arango, pero dice que le es difícil negarse a algunas propuestas y no quiere vivir de despedida en despedida, como cierto cantante mexicano que ya no se atreve a mencionar por respeto.

“Cuando esté en la tumba y llegue Alejandro Posada a decirme que toque, yo salgo, porque tocar con esos jóvenes y con Alejandro es una delicia”,

La enseñanza y compartir con sus alumnos es lo que más la mueve. Disfruta de las reuniones, las clases y las videollamadas de auxilio del otro lado del mundo, para ayudarles a perfeccionar un movimiento. Se estudia repitiendo, “no solamente para la parte física, obviamente, porque se entrenan los dedos, los brazos y el cuerpo. También, para la parte musical, la sonoridad, la fuerza, el manejo del pedal, la coordinación del pie con la mano. Es complicado, no es solamente siéntese y toque”.

Un músico profesional debería estudiar en su instrumento ocho horas diarias, muchos no lo logran porque necesitan trabajar. Ella solía estudiar esas ocho horas, todos los días; ahora, casi a los 82 años, todavía puede sentarse tres horas seguidas sin darse cuenta del tiempo que ha pasado.

El 27 de marzo, en el Teatro Metropolitano, interpretará el concierto de Mozart número 13, acompañada de una pequeña parte de la orquesta. Después la Sinfónica Nacional y la orquesta Iberacademy tocarán La consagración de la primavera, una de las obras más importantes del repertorio histórico en la música.

El empleo que buscas
está a un clic

Nuestros portales

Club intelecto

Club intelecto
Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD