Juan Fernando Herrán llegó a Medellín en 2007 gracias a una Beca de Residencia del primer Encuentro Internacional de Medellín (MDE07) organizado desde el Museo de Antioquia. No era la primera vez que venía, pero aquella vez, una de las cosas que más le llamó la atención fue la cantidad de esculturas públicas que había en la ciudad.
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Ese interés se convirtió en el centro de su trabajo artístico durante la residencia y fue el origen de un montón de obras que hoy vuelven a Medellín gracias a la exposición Juan Fernando Herrán. Materialidades y constelaciones, una muestra organizada por el Museo de Arte Moderno de Medellín, Mamm, bajo la curaduría de María Margarita Malagón-Kurka.
“En los últimos treinta años, Juan Fernando Herrán ha desarrollado su obra a partir de un extenso trabajo de campo, que realiza frecuentemente en compañía de una cámara fotográfica y de sus libretas de apuntes; también la ha fundamentado en investigaciones históricas, sociológicas y antropológicas. Sus procesos de transformación de materiales, así como de construcción de imágenes y estructuras, se arraigan en aquellos realizados por otros seres humanos en su búsqueda de soluciones prácticas y sentido simbólico”, dice en el texto curatorial.
Él lo ha dicho siempre, su trabajo no tiene tanto que ver con imaginar como con reflexionar. No se trata de inventar nada.
–Yo no tengo nada que decir si no tengo el contexto alrededor. Yo hablo de lo que veo, de lo que vivo, en relación a mí sí, pero sobre todo en términos culturales –dice Herrán.
–Y culturales relacionados con la supervivencia, cómo las personas buscan la manera de sobrevivir y también cómo ese proceso de supervivencia va creando una serie de sentidos simbólicos al mismo tiempo –añade Malagón.
–Cultura –precisa Herrán.
Eso fue lo que hizo cuando vino a Medellín en 2007, miró a su alrededor y se encontró con todas esas esculturas públicas y las laderas de Medellín con sus barrios populares y sus formas singulares y apresuradas de construcción.
–Investigando me di cuenta que había una ley que daba unos alivios tributarios a los constructores que involucraran en sus proyectos esculturas para el espacio público. Eso me interesó, pero no quería hacer un estudio sobre lo que ya existía, entonces me fui a los sectores populares a buscar elementos que pudieran ser entendidos desde la escultura contemporánea, con valores escultóricos y con relaciones interesantes con los lugares donde están y lo primero que encontré fue rocas, rocas muy grandes, que por lo grandes no pueden moverlas y se vuelven unas presencias como inquietantes, interesantes que se vinculan con el pasado de esos territorio, pero a medida que avanzaba las rocas me interesaban menos y las escaleras me interesaban más –cuenta Herrán.
–Eso es muy lindo porque eso se puede ver en los bocetos que empieza a hacer Juan Fernando, ahí se empieza a sentir eso que él iba viendo –dice Malagón.
–Las escaleras son un elemento fascinante porque tienes dos variables pero puedes hacer mil cosas, entre el tamaño del peldaño, (la profundidad y la altura) y los giros hay una creatividad infinita. Yo vi todo un lenguaje ahí y a partir de ese lenguaje de esa escultura in situ, decidí hacer algo, entonces empecé a tomar fotos, simplemente yo con mi mirada, con mi cámara y la manera de enmarcar. Así surgen las fotografías, y eso me llevó a las otras cosas –detalla Herrán.
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Ese primer proyecto fotográfico lo tituló Escalas (2007), aunque luego lo llamó Itinerarios. Después vinieron Espina Dorsal (instalación escultórica, 2009), Progresión (escultura, 2011) y Posición Horizontal (instalación, 2012).
El montaje de estas obras en el museo incluye bocetos, maquetas y demás elementos que dan cuenta del proceso de creación y desarrollo, de como fue pasando de la una a la otra, de como hace su arte.
La exposición tiene un carácter retrospectivo, pues recorre los últimos 30 años de la carrera de Herrán, pero también didáctico, pues la idea surgió, en parte, en las clases que dictaba Margarita como historiadora de arte.
–Uno de los artistas que más he trabajado en las clases es Juan Fernando. Con los estudiantes analizábamos el cuerpo completo de la obra y realmente hay una gran variedad en cuanto a materiales, planteamientos, procesos e intereses. Juan Fernando profundiza en dimensiones muy significativas para el país, fíjate en esa idea de la diferencia entre la escultura moderna y la escultura que él empieza a detectar en la realidad, en ese tipo de investigación él empieza como a deshacer, a deconstruir cómo se llegó a ese punto, a que las personas construyeran de esta manera, de dónde venían, por qué venían, por qué se asentaron aquí, qué implicó todo eso, y eso te conecta con la historia del conflicto, con las diferencias del país, tiene esa magia que se expande hasta llevarte a iluminar una cantidad de dimensiones históricas, sociológicas, económicas y simbólicas –dice Malagón.
Es a través de esos procesos de investigación que Juan Fernando va pasando de una obra a otra. Así, las escaleras empezaron siendo fotografías, luego bocetos, después maquetas y finalmente instalaciones esculturas.
Pero por su mirada atenta y reflexiva, en los barrios de Medellín también se encontró con el amor por las motos, el ruido, la violencia, la muerte, los sicarios, la construcción de identidades y los deseos. De ahí se desprenden otras dos obras, La Vuelta (video, 2009-2013) y Modalidades de vuelo (fotografías 2014).
Pero la exposición va más allá de las obras que tienen relación con Medellín. Son en total 50 obras, casi todas realizadas desde finales de la década de los 90, aunque también incluye trabajos anteriores que comparten intereses plásticos y temáticos.
Hay esculturas de madera, de cemento, dibujos, tapas, un arma, pelo, videos, testimonios, figuras en miniatura, fotos y más fotos, material de archivo. Hay héroes, muertos, militares, próceres, bandidos, motos, paisajes, cruces, muertos, desaparecidos.
“Tres ejes se entrecruzan en las obras y constelaciones de las diferentes salas: en primer lugar, el concepto de poder abordado por Herrán en un abanico de expresiones que abarcan el poder de dominación social y política, el poder constructivo de los seres humanos en su cotidianidad y el poder deconstructivo con ánimos de descubrimiento y crítica por parte del artista; en segundo lugar, el de procesos históricos que él despliega sacando a la luz capas sedimentadas del pasado para iluminar situaciones presentes y vislumbrar posibles futuros; en tercer lugar, el eje de prácticas sociales y culturales en las que se confronta la pulsión vida-muerte; en ellas se evidencia la capacidad de la materia y las estructuras para comunicar tanto estrategias de supervivencia como la construcción de imaginarios y sentidos”.
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De ahí viene el nombre Materialidades y constelaciones.
–Como es una exposición retrospectiva, obviamente no va a girar en torno a una sola cosa, la idea de las constelaciones lo que nos ha permitido es precisamente crear unas narraciones entre obras, que a veces pertenecen más están cerca en términos cronológicos, pero no necesariamente siempre por eso lo de la imagen de la constelación es tan bonita porque tú tienes una cantidad de puntos en el cielo y las conectas y formas una constelación específica que se distingue por su forma –comenta Herrán.
“Una primera constelación de obras realizadas entre los años ochenta y principios de los noventa, en un contexto de actos violentos perpetrados por diferentes grupos armados, tiene como centro el cuerpo, procesos orgánicos, objetos y gestos alusivos a la muerte y a la resistencia frente a esta”, se lee en la exposición.
Las obras, las de Medellín, son una especie de entrada a una ciudad que parece que ya no existe. Son como un viaje en el tiempo, un viaje raro, porque se vuelve al pasado, a los días de La Vuelta, el documental grabado hace más de 10 años, pero el pasado es el presente, los testimonios parecen de ayer, de mañana. Por eso no resulta difícil crear constelaciones propias a través de las obras, pensar la ciudad, la vida a través del trabajo de Juan Fernando. La exposición es una buena forma de acercarse al arte, aunque no se sepa nada.
“Todavía para ellos las motos y las mujeres... Una moto chimba y una chimba atrás”, dice una de las participantes del documental.
“En verdad yo tenía mis papás que me daban todo, yo no necesitaba nada de eso, solo quería ser como ellos, un ladrón, y la fama y tener la motico que era mi sueño, el fierrito, los zapaticos, ir bien vestido y tener con que sacar las viejas a las tabernitas”, dice otro.
“En su complejidad La Vuelta y Testimonios dan cuenta de las condiciones físicas, sociales y morales en las que surgieron los sicarios –jóvenes contratados y remunerados con dinero para extorsionar y asesinar durante el auge del narcotráfico– y, además, hace visible la construcción del poder físico y simbólico de las motocicletas, entre otras herramientas de trabajo utilizadas. El video también pone de relieve las implicaciones existenciales de esos fenómenos sociales, entre otras, el deseo de reconocimiento, prestigio, aceptación y pertenencia de una generación de hombres y mujeres en un contexto socioeconómico problemático y limitado”, se lee en uno de los textos curatoriales.
Ahí en la exposición está Medellín, iluminada por la obra en toda su complejidad, y está también el país, y la posibilidad de trazar un montón de constelaciones distintas para revelar aquello que no hemos visto.
Otras exposiciones para ver el en museo
La exposición Juan Fernando Herrán. Materialidades y constelaciones, es apenas una dentro del bloque expositivo que el Museo de Arte Moderno inauguró a principios de marzo. Las otras dos exposiciones son: Invocando los fantasmas de la modernidad y Umbral de Resonancia. Las tres estarán abiertas hasta el 15 de junio, pero durante los días de vacaciones de Semana Santa habrá recorridos especiales guiados y conversados con los mediadores del museo, así:
Miércoles 16
Diálogos sobre el poder
Jueves 17
De vuelos y ascensiones
Viernes 18
Iconos, mártires y los juegos de la representación
Sábado 19
Sin héroes ni mártires.
Los recorridos están programados a para las 3:00 p.m.