El recién nombrado ministro de Cultura –el escritor y periodista Juan David Correa– asistió a la reunión que el presidente Gustavo Petro sostuvo a finales de mayo en la Casa de Nariño con un nutrido grupo de gestores culturales inconformes por el rumbo que había tomado la cartera en este gobierno.
En ese entonces, Correa ocupaba el cargo de editor jefe de la editorial Planeta y mantenía en su Twitter una postura favorable a las reformas propuestas por el presidente. Casi dos meses después fue elegido para reemplazar a Jorge Zorro al frente de una dependencia estatal con peso simbólico pero recursos limitados.
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Entre los posibles reemplazos de Zorro —una figura resistida incluso dentro de las filas del Pacto Histórico— se barajaron los nombres de Fernando Rendón, María Paz Gaviria y Santiago Trujillo.
También los analistas especularon con el nombramiento de una gestora cultural afincada en alguna de las regiones colombianas, con lo que el gobierno mantendría la paridad de sexos en el gabinete. Sin embargo, el nombramiento de Correa tomó por sorpresa a algunos, mientras otros lo consideraron un mensaje del presidente a las clases políticas de la Costa Caribe.
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¿Y por qué habría de serlo? Porque Correa renunció a su alto cargo en Planeta luego de que la periodista Laura Ardila denunciara en El Espectador la decisión de esa editorial de no sacar al mercado La Costa Nostra, su investigación periodística sobre las influencias políticas y económicas de la familia Char. En su carta de despedida del cargo, que ocupó de 2018 a 2023, Correa afirmó.
“Ante la decisión corporativa de cancelar esta seria y sólida investigación periodística, mis posibilidades y legitimidad han sido diezmadas. Un editor necesita, sin duda, el respaldo y la libertad para pensar y decidir cuáles conversaciones le propone a una sociedad”. Además, hizo alusión a su carrera de veinticinco años en el sector cultural bogotano.
Juan David Correa tiene un pregrado en Literatura de la Universidad de los Andes y ha pasado por diferentes puestos importantes de la burocracia cultural y del periodismo colombiano.
Fue redactor cultural en El Espectador y durante años mantuvo en las páginas de ese medio una columna dedicada al comentario de libros, que llevó el nombre de Ojo a las hojas.
Su carrera continuó en la revista Cromos y en Fundalectura. Cofundó la editorial Peregrino. Trabajó en la Biblioteca Nacional y fue, además, director cultural de la Feria del Libro de Bogotá. También, durante cuatro años, estuvo al frente de la revista Arcadia, luego de reemplazar a Marianne Ponsford. De ahí pasó a Planeta. Es decir, el nuevo ministro hace parte de las entrañas del sistema cultural bogotano.
Menos conocida es su faceta de escritor. Ha publicado dos novelas: Todo pasa pronto y Casi nunca es tarde. Además del libro de no ficción El barro y el silencio, una reconstrucción de la historia de su familia y de la perdida de sus abuelos en la catástrofe de Armero en 1985.
¿Y Zorrro?
El nombramiento de Correa no deja en el aire a Zorro. En el mismo trino en el que anuncia el nombramiento, el presidente explica que el veterano músico será el viceministro encargado de educación musical en los colegios públicos de Colombia. Es decir, es muy probable que el proyecto de replicar en el país el modelo de educación musical venezolano —que ha sido una de las banderas de Zorro— se mantenga con el nuevo ministro. Y es que ese proyecto, que ha recibido las críticas de numerosos gestores culturales, cuenta con el respaldo de la primera dama, Verónica Alcocer. También Zorro cuenta con las simpatías de la esposa del presidente.