Para el pueblo Aymara, el pasado está siempre adelante, es lo que vemos, porque ya pasó, y por eso es también lo que nos orienta en el mundo. Esa idea, que se lee tan lógica, es la contracara de la idea más común y arraigada que tenemos del futuro, que está siempre adelante y avanza de forma lineal, que es progreso y desarrollo, que es mejor. Eso creemos.
Jose Ruíz no es Aymara, pero cada uno de sus proyectos artísticos da cuenta de esa idea, que el futuro está atrás y que lo nuevo es olvido. Su más reciente instalación ‘Tocar con los ojos, mirar con la lengua, lamer con las manos’ que estará abierta hasta el 4 de diciembre en La Bruja, se pregunta por el pasado del porno, y las discusiones y los discursos sobre la sexualidad en el país. Una red que va tejiendo a partir de archivos que va recolectando y pone de nuevo a circular, para traer de nuevo ese pasado al presente.
Un ejercicio que Ruíz ha repetido de forma magistral en sus proyectos: ‘Los grandes días que están por venir’, ‘Impresiones sobre actualidad’ y con el archivo de Gráficas Molinari. Su compromiso es hacer circular el pasado, poner de presente lo que el tiempo ha ido convirtiendo en desechos, para pensar desde ahí el futuro. El Colombiano habló con él.
Usted nació el día de la posesión Ernesto Samper, cómo fue eso de que su mamá guardó todo lo que hubo de noticias de ese día...
“Guardó revistas de ese día y lo siguió haciendo cada año”.
En cada cumpleaños suyo ella siguió guardando esas revistas y haciendo un archivo de esos días...
“Exacto. Ella es historiadora, y era un poco para preguntarse cómo nuestra vida está atravesada inherentemente por la política. Entonces ahí yo digo que nace ese archivo de publicidad política”.
Claro, cuando usted empezó ese proyecto ya tenía ese archivo en su casa...
“Eso estaba por ahí rondando. Digamos que mi interés había iniciado desde otro lugar y yo había empezado a coleccionar este tipo de material por otra razón”.
¿Cuál?
“Una de las primeras elecciones que recuerdo fueron las de Mockus y Santos. Y me acuerdo que un profesor nos dio carteles de Mockus. Seguramente no lo podía hacer, pero lo hizo. Igual nosotros no podíamos votar porque ninguno era mayor de edad. Yo guardé el cartel, no sé por qué y luego empecé a guardar toda la publicidad política que me entregaban en la calle”.
Y como pasó del archivo al arte....
“Después de haberme graduado, y que ya tenía un acervo de este material que había empezado a guardar compulsivamente, pero sin un objetivo claro, me encuentro con que en Colombia y en general en los países, no existe una política de Estado, como un depósito legal para resguardar este material. Pero ninguna institución del Estado, dígase Biblioteca Nacional, Archivo General de la Nación, inclusive la Biblioteca Luis Arango o el Archivo Distrital, tiene dentro de sus funciones guardar la publicidad política”.
O sea, la política existe, pero nadie asume ese papel...
“Lo cual me parecía muy paradójico, porque el Estado existe de alguna forma por la política, entonces cómo este material no se guarda institucionalmente, pues termina en la basura”.
Claro.
“Y ese era como el gesto que yo estaba persiguiendo en este proyecto, esa idea de pensar nuestra historia política a partir de los desperdicios, que es una cosa muy sintomática de nuestra democracia, pensar que cuando uno vota, se decepciona, entonces uno termina botando el voto y de que nuestra historia toca pensarla desde la basura”.
Ese fue el primer trabajo de archivo que convertiste en arte...
“No, el primer momento es con Gráficas Molinari”.
¿Cómo empezó ese proyecto?
“Cuando yo estaba en la universidad empecé a ver un patrón o como algo recurrente en la producción de un gran número de los artistas colombianos que me interesaban, y es que todos de formas muy distintas partían de imágenes muy similares”.
Y entonces...
“Empecé a indagar en este banco de imágenes que ellos utilizaban y encuentro que el común denominador de todos ellos son unas laminitas de colores muy vibrantes que en la parte inferior, decían Gráficas Molinari y hablando e indagando en los archivos de muchos ellos, encuentro que en efecto ese era como el banco de imágenes que ellos tenían a su disposición y por eso muchos de ellos trabajan con este material. Desde Beatriz González, Luis Ospina, Álvaro Barrios, Juan Camilo Uribe. Y me interesó mucho en como intentar construir esa red e intentar entender cuál era el origen de estas imágenes”.
Un trabajo como arqueológico....
“Y lo que me parecía sorprendente es que todos sabían que eran unas imágenes que se producían en Cali por una imprenta que se llamaba Gráficas Morlinari y todos sabían dónde conseguirlas en sus respectivas ciudades, pero nadie sabía quién las hacía ni de dónde venían. Entonces como que esta investigación generaba más preguntas que respuestas porque no solo eran los artistas los que usaban estas imágenes, estaban en los cementerios, en los álbumes familiares, en las tiendas esotéricas. En todas partes”.
Y usted terminó haciéndose a ese archivo también ¿cómo hizo?
“Uno de los últimos trabajadores de la imprenta había decidido, por algún milagro, guardar todo el archivo, y esa era como la mina de oro. Yo llegué con un interés meramente investigativo, pero para resumirte la historia, yo empiezo a ir sistemáticamente a esta bodega a registrar el material sin ninguna intención, y le pregunto qué ha pensado hacer con eso y me responde que pensaba quemarlo, porque claro, él era un comerciante paisa, y ya no le veía ninguna salida económica. Yo le pedí que no lo quemara y llegamos a un acuerdo económico, él me cede todo el archivo remanente de Gráficas Molinari, más los derechos de reproducción sobre las imágenes, que era realmente lo más importante”.
¿Qué hizo con todo eso?
“Yo muy a ciegas sin saber lo que había adquirido, metí todo en un camión, un volumen de material muy grande, y lo mandé a Bogotá”.
¿Qué había?
“De todo. Desde material administrativo de la imprenta hasta planchas, trabajos de impresión, es un archivo muy diverso”.
¿Qué ha hecho con todo eso?
“Armar el inventario y digitalizar las imágenes en los formatos carta y postal. Yo tengo muy claro que es un material que nos pertenece a todos como sociedad. No es un material del que una persona pueda sacar provecho económico, no me parece correcto, entonces lo que hago es construir una página web, subir todo, liberar los derechos sobre esas imágenes y que el material que circulaba antes masivamente en papel ahora circule masivamente en la web”.
Ese material define una época...
“Exacto, es algo que todos identificamos, que todos hemos visto y con el que todos tenemos alguna relación. Por eso el primer objetivo es poner a recircular el material, pero también pensar estrategias desde la práctica artística para que eso suceda, para sacarlo de la lógica del archivo, y de ahí surgen tres proyectos: Remanente, Gato por Liebre y Virgen Regalada”.
¿Por qué su interés en poner a circular de nuevo estas imágenes?
“El tema de interés siempre es la actualidad. Pensar la actualidad, que es como un concepto tan indefinible, porque lo que fue actualidad hace 50 años para alguien, para nosotros ya no lo es, pero eso no quiere decir que no lo fuera. Lo que yo hago es pensar como determinado tema se ha pensado actualmente a lo largo del tiempo”.
Cómo si siempre fuera hoy...
“Exacto. Mi compromiso es pensar la actualidad y vuelvo al proyecto del que empezamos a hablar ‘Los grandes días están por venir’, que es el archivo de publicidad política y electoral colombiana. Yo quería pensar cómo son las elecciones del 2022, pero para pensar eso necesito pensar cómo son las elecciones en este país y para esto recurro a este archivo de publicidad política electoral que ya llevaba recogiendo durante muchos años, para pensar cómo de alguna forma se cumple esa idea de que la política y los procesos democráticos siempre son cíclicos y cómo se van construyendo estos discursos y estas lógicas y cómo realmente estamos repitiendo patrones dentro de este comportamiento”.
Finalmente el hoy es una cosa que solo se entiende desde el ayer...
“Exacto. Y en en la instalación que está ahora en La Bruja la pregunta que yo tenía detrás era precisamente esa, cómo se han formado en Colombia las discusiones sobre género, sexualidad, homosexualidad. Dónde se dio, digamos, el germen de esas preguntas que están tan en boga hoy en día que ya no hay géneros, que ya todos estamos deconstruidos y decolonizados”.
Nada de lo que estamos discutiendo hoy es nuevo....
“Nada. Son discusiones que siempre se han dado en la sociedad solo que alternan en unos circuitos y tienen unas formas y unas estrategias de comunicación que no siempre son evidentes y que es lo que va cambiando”.
¿Cómo aparece Pablo Escobar en la historia del porno?
“Me doy cuenta que una de las revistas que más sirve como plataforma para este tipo de preguntas son la revista Cuerpos, la revista Fax y la revista Poker, que son por otras cosas revistas difíciles de conseguir y ahí es cuando yo hago un paralelo que es impresionante: las dos cosas más difíciles de conseguir en este país en términos de archivo son las revistas porno y la publicidad política”.
¿Por qué?
“Porque nadie las guarda. Todas las personas a las que les llegan las desechan, pero todos absolutamente todos han tenido una revista porno en sus manos y han recibido un cartel de publicidad política”.
Son discusiones que poco avanzan...
“Exacto. Entonces empiezo a abrir la investigación y encuentro que Cuerpos era una revista que era patrocinada por el cartel de Medellín y que tenía otro objetivo que no era ser una revista de erótica sino imprimir los comunicados que sacaban Los Extraditables y eso un poco empieza a cerrar el proyecto y me permite entender cómo esas discusiones que no se daban en la esfera pública se estaban dando en otras plataformas que son fachadas, además de otros procesos con los que este país ha estado vinculado violentamente”.
“Yo empiezo a tejer esa red y eso, claro, se podría volver un texto o un podcast, pero lo que yo siento que sucede siempre con este tipo de material es que lo empiezan a sacralizar y mi intención es lo opuesto. Lo más importante para mí es que el archivo sea útil para alguien. Que le puedan tomar fotos, que se pueda reproducir y compartir y ahí es cuando pienso en la instalación”.
De nuevo, se trata de devolver al pasado su actualidad y pensar desde ahí el presente... ¿Qué lo llevó a esa idea de la actualidad?
“No sé. Creo que esa es una de las grandes obsesiones que todos tenemos, como de estar inmersos en una línea temporal que parece que fuera lineal y que necesariamente siempre progresa y avanza, muy pensando en términos positivistas hacia algo que siempre es mejor, pero hace rato leía un artículo que creo que resume un poco esto y es que por primera vez, las generaciones jóvenes que viene después de nosotros, no piensan el futuro como progreso. Y yo creo que eso está muy inherente en mi práctica , porque yo siempre que pienso en el futuro, lo pienso desde atrás”.
Nada es nuevo...
“Lo que es novedad, realmente es un disfraz, no lo es y siempre ha sido así”.
Lo nuevo es lo olvidado...
“Si, la novedad es olvidar”.
Todos los proyectos artísticos de José Ruiz, se condensan en una versión editorial y muchos de esos se pueden adquirir en La Bruja Riso. Allí, además, se hará la presentación del texto de la instalación ‘Tocar con los ojos, mirar con la lengua, lamer con las manos’. Será el 30 de noviembre y se hará en compañía de El Chino, el fotografo de Pablo Escobar.
Si quiere saber más de José Ruiz y su proyectos, entre aquí. Si quiere acceder al archivo de Gráficas Molinari, por aquí.