Por Jordi Puy*
Apesar de ser una tecnología que se lleva desarrollando desde hace 70 años y siendo utilizada desde hace tiempo en diferentes ámbitos, ha sido en los últimos 24 meses que las aplicaciones de inteligencia artificial (IA) han irrumpido por primera vez en nuestra vida diaria a escala global. Las implicaciones del desarrollo y uso de esta tecnología son enormes y, en gran medida, desconocidas por gran parte de la sociedad. Esto ha generado multitud de preguntas y miedos, algunos injustificados y otros quizás no. En este breve artículo, nos centraremos en el impacto de la IA en la música y los derechos de autor.
Antes de entrar en la relación entre la IA y los derechos de autor de la música, merece la pena abrir el foco y dar un poco de contexto sobre esta tecnología. La Dra. Alejandra Pazo, neurocientífica, especialista en tecnología y música y responsable de tecnología de Unison, define la IA como “la capacidad de una máquina para imitar la inteligencia humana. Esto implica la capacidad de aprender, razonar, resolver problemas, entender el lenguaje natural y adaptarse”. Por lo tanto, el hecho diferencial de la inteligencia artificial respecto a otras herramientas de computación, es la capacidad de “aprendizaje” gracias a la incorporación de información y su manejo para solucionar de una manera original los problemas que se le plantean. Estos procesos se estructuran en base a algoritmos y fórmulas matemáticas.
En lo referente a la IA aplicada a la creación musical, podemos dividir las aplicaciones existentes en dos grandes bloques: las herramientas de apoyo a la creación y la IA generativa.
Las tecnologías de IA encaminadas a apoyar al músico en su proceso creativo ofrecen herramientas que facilitan o potencian su creatividad. En este caso, hay un compositor o compositora humano y, por lo tanto, se le atribuye a él o ella la autoría de la obra musical resultante, entrando en juego los derechos de autor con normalidad y en toda su plenitud. En la pasada edición de Circulart, uno de los encuentros del sector de la música más importantes de América Latina y referente internacional, pudimos ver ejemplos de este tipo de tecnologías de gran interés, que generaron fascinación y curiosidad entre los asistentes (especialmente entre los músicos).
La denominada IA generativa es capaz de componer piezas musicales de manera autónoma y original a partir de la información de la que ha aprendido y de una serie de instrucciones, más o menos detalladas, aportadas por el usuario, también conocidas como “prompts”. El material que emplea la IA para la generación de estos contenidos proviene de toda la música ingestada como parte de su proceso de aprendizaje. El concepto de “prompt” es muy importante, ya que implica que se necesita la participación de un ser humano hasta cierto punto. Es en estos casos cuando ha surgido mayor controversia y dudas sobre la aplicación de los derechos de autor. En primer lugar, ¿pueden las creaciones de una IA generativa ser susceptibles de protección de derechos de autor, o se requiere necesariamente la participación humana? Esta duda ya ha llegado a instancias judiciales en algunos países, reconociendo o negando la posibilidad de protección de los derechos de autor de creaciones por IA generativa. En Estados Unidos, por ejemplo, el 18 de agosto de 2023 un juez denegó la posibilidad de proteger bajo derechos de autor una imagen creada por IA por, a su entender, requerirse necesariamente la creación humana (caso Thaler v. Perlmutter). Por el contrario, el 23 de noviembre de 2023, juzgados especializados de Pekín (China) acordaron por primera vez la protección de derechos de autor de una imagen generada por IA. La controversia está servida y será difícil llegar a una solución efectiva y aplicable sin pasar por un convenio internacional al respecto.
En segundo lugar, para que una IA generativa pueda crear piezas musicales, debe haber sido “entrenada” con grandes cantidades de información. Esta información no es otra que piezas musicales preexistentes, compuestas e interpretadas por seres humanos. Esto genera diferentes preguntas: ¿Tienen los titulares de derechos la posibilidad de exigir que la IA generativa no use sus creaciones para su “entrenamiento” sin su previo consentimiento, o a negociar las condiciones de su utilización? En este sentido, ya existen las primeras iniciativas legislativas que intentan dar respuesta a este bloque de inquietudes, como es el caso del nuevo Reglamento Europeo de Inteligencia Artificial, de mayo de 2024, que regula por primera vez la IA generativa. La parte de la norma de la Unión Europea que interesa especialmente al sector de la música es la exigencia que los desarrolladores de modelos de “IA de propósito general” (GPAI) realicen un seguimiento y revelen qué contenido se utiliza en el entrenamiento y, además, establece que cualquier uso de contenido protegido por derechos de autor requiere la autorización del titular de los derechos en cuestión, a menos que se apliquen las excepciones y limitaciones de derechos de autor pertinentes. Aunque seguramente incompleta, es una norma pionera y sin duda muchas otras le seguirán en otras partes del mundo.
Los retos y oportunidades ante los que nos encontramos le recuerdan a uno la llegada de internet. En su advenimiento no fueron pocos los que auguraron la desaparición de la industria musical y todo tipo de cataclismos. Y lo que sucedió en las décadas siguientes fue un cambio global de la manera de trabajar, algunas profesiones desaparecieron y otras nuevas se abrieron paso, puestos de trabajo fueron destruidos y otros creados y, en definitiva, la sociedad en general y la industria de la música en particular se adaptaron, para bien o para mal, a la vida con y en la red. La IA supone un avance tecnológico que sin duda va a cambiar de manera notable nuestras vidas laborales y personales, pero dudo mucho que vaya a hacer desaparecer la necesidad del ser humano de crear e interpretar música, así como de experimentarla en vivo y en cualquier otro formato.
Vamos a tener la suerte de poder reflexionar y compartir ideas y conocimientos sobre todos estos apasionantes temas y muchos más en el encuentro Circulart, del 5 al 9 de junio en Medellín, que continúa un año más consolidándose como un referente como espacio de pensamiento y acción del sector de la música independiente en Latinoamérica e internacionalmente.
*CEO de Unison.