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Murió Beatriz Caballero Holguín, figura imprescindible de la literatura, el cine y el teatro en Colombia

El trabajo de esta mujer en la literatura, el cine y el teatro la convirtió en una figura imprescindible en desarrollo artístico del país. EL COLOMBIANO confirmó la noticia con fuentes cercanas a la familia Caballero.

  • Beatriz Caballero Holguín tenía 76 años. FOTO Tomada de X @jdcorrea
    Beatriz Caballero Holguín tenía 76 años. FOTO Tomada de X @jdcorrea
12 de febrero de 2025
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El mundo de la cultura colombiana está de luto tras el fallecimiento de Beatriz Caballero Holguín, escritora, titiritera y guionista, cuya obra dejó huella en las letras, el teatro y el cine del país.

Lea también: La vida de Luis Caballero contada por su hermana

Su partida fue confirmada en redes sociales por diversas personalidades, entre ellos el exministro de Cultura, Juan David Correa, quien destacó su compromiso y creatividad.

“Beatriz Caballero era entusiasta, comprometida, creativa y una mujer que trabajaba día y noche en sus títeres, sus libros y las obras de quienes la precedieron, que cuidó con amor, como otra gran obra”, escribió en su cuenta de X (Twitter).

Un legado cultural invaluable

Nacida en Bogotá el 27 de septiembre de 1948, Beatriz fue hija del escritor Eduardo Caballero Calderón y de la periodista Isabel Holguín Dávila.

Su infancia y juventud transcurrieron entre Colombia y Europa debido al exilio de su familia en España y posteriormente a la designación de su padre como embajador ante la Unesco en París.

Entérese de más: Tres caballeros y un solo Luis

Así que su educación se desarrolló en reconocidas instituciones de Inglaterra y Francia, donde perfeccionó su amor por la literatura y el arte.

Además, desde joven se involucró con el mundo del teatro, en especial con los títeres, una gran pasión que más tarde la llevó a dirigir el Teatro del Parque Nacional en Bogotá y a fundar el grupo Biombo Latino.

Asimismo, trabajó en la divulgación y preservación de la obra de su hermano Luis Caballero, renombrado pintor, y del legado de su padre.

Escritora y guionista

La literatura infantil y juvenil también ocupó un lugar central en su carrera.

Publicó libros como Papá y yo (2004), un homenaje a su padre, y Cuaderno de novios (2001), aunque su producción literaria abordó temáticas históricas y educativas, tal y como puede evidenciarse en los libros Un Bolívar para colorear (1985) y Las siete vidas de Agustín Codazzi (1994), donde combinó la rigurosidad histórica con un lenguaje accesible para jóvenes lectores.

Pero su narrativa exploró diversos géneros: en Cuentos pequeñitos (1979), coeditado con su padre, reunió relatos que acercaban a los niños al imaginario de la tradición oral; en Cristóbal Colón: Valiente, terco y soñador (1984), una obra que buscaba humanizar la figura del navegante, incursionó en la biografía; y en ¡Pégale duro Joey! (1990), creó una historia ilustrada por Ernesto Díaz sobre un niño y una boa que viajan a la ciudad para subsistir de la lucha libre, abordando temas de identidad y adaptación.

Sin contar con que su legado literario quedó plasmado en ensayos y reseñas para el Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República, donde demostró su sensibilidad por la crítica cultural.

Su incursión en el cine

El cine fue otro de los grandes escenarios creativos de Beatriz Caballero, quien se desempeñó como guionista y asesora literaria en varias producciones colombianas.

Participó, por ejemplo, en la adaptación cinematográfica de Caín (1984), basada en la novela de su padre, colaborando con Gustavo Nieto Roa en la edición del guion. También trabajó en Con su música a otra parte (1984) y María Cano (1990), dos filmes dirigidos por Camila Loboguerrero, donde su aportación se centró en el desarrollo narrativo y la construcción de personajes.

Durante la década de 1990, colaboró con su hermano Antonio Caballero en la producción de documentales sobre la historia política de Colombia.

En ese sentido, su interés por esta rama la llevó a involucrarse en la recuperación y conservación de material audiovisual, apoyando el trabajo de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, convirtiéndose en una de las responsables de preservar la obra de Carlos Mayolo, cineasta caleño con quien compartió una relación hasta su fallecimiento en 2007.

Una mujer de la cultura

Diversas instituciones y personalidades han manifestado su pesar por su partida.

La Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano la recordó como “divulgadora y sustento de la memoria audiovisual de Carlos Mayolo y de sus hermanos Luis y Antonio”, mientras que el escritor Antonio Morales Riveira destacó su “fina ironía, su sonrisa franca e inteligente y su amor por la cultura”.

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