La Universidad de Antioquia ha decidido entregarle al pintor colombiano David Manzur el doctorado honoris causa en Artes. Con ello, las directivas del claustro universitario reconocen la relevancia de la trayectoria pictórica de Manzur para el arte nacional y de Hispanoamérica.
“Con este reconocimiento resaltamos esa integralidad del maestro desde la pintura, el grabado, la escultura y el dibujo que nos demuestran su trabajo genuino, prolijo y que enorgullece el panorama artístico colombiano”, dijo John Jairo Arboleda Céspedes, rector de la UdeA, en un audio que le fue enviado a la prensa por la oficina de comunicaciones del alma mater. La ceremonia de entrega de la distinción será el 24 de febrero, a las diez y media de la mañana, y tendrá lugar en la sala de artes performativas Teresita Gómez.
Desde su casa en Barichara, horas antes de su viaje a Medellín, David Manzur atendió vía telefónica una entrevista de EL COLOMBIANO.
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¿Cómo recibe un artista estos reconocimientos de la Academia y del mundo universitario?
“Bueno, yo tengo que decir que para mí es un honor muy grande y al mismo tiempo un compromiso muy grande recibir esta distinción. También tengo que decir que trataré de responder el homenaje siguiendo mi trabajo, a pesar de que a veces dudo del tiempo. Pero yo soy optimista y creo que voy a tener el tiempo suficiente para poderle agradecer a la Universidad de Antioquia esta distinción”.
¿Duda de que le quede mucho tiempo produciendo arte?
“Cuando uno tiene mi edad, uno habla mucho del tiempo, pero en realidad yo soy muy optimista. Primero porque me siento muy bien, estoy trabajando normalmente. Además, los amigos y el mundo en que me rodea me dan una gran vitalidad”.
¿Qué rituales tiene para pintar?
“La vida mía es un desdibujo de un pasado enorme de acontecimientos. Nací en Neira, me crie en África, luego en España, luego volví a Colombia. Aquí en Barichara encontré una réplica de lo que es un pueblo español con la luz y la belleza que tienen esos pueblos. Y eso me ha dado una gran vitalidad. Ahora bien, hablando de mí, la cosa es distinta porque yo he sido un artista que he jugado más a la experimentación y a los cambios que a una especie de estabilidad. El concepto tal vez es el mismo, pero las formas temáticas de presentar la obra siempre han sido muy variantes”.
¿Ha cambiado mucho el circuito del arte y el mundo del arte en estos 70 años de su carrera?
“Mucho. Hoy en día, por ejemplo, hablamos del arte en Colombia, pero en estos últimos años, las comunicaciones son tan inmediatas que hay que competir no con nuestros compañeros de Colombia, sino con el mundo entero. Y esto hace que vivamos muy atentos del trabajo de los demás. También, la evolución del arte ha sido tan violenta que últimamente importa más el flash publicitario que la conceptualidad con que la obra está realizada. Esto hace que uno se aísle en cierta manera y la manera en la que trabaja el artista es la del caracol: encerrándose en la concha para poder profundizar en lo que está haciendo”.