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“Por mucho tiempo Medellín odió a los jóvenes”: Jacobo Cardona

El poeta antioqueño —radicado en Canadá— habla de la reedición de su novela Las vidas posibles.

  • Jacobo Cardona es antropólogo, poeta, narrador y realizador audiovisual. Ha ganado el Bienal de Novela José Eustasio Rivera y el Premio Nacional de poesía UIS. FOTO: CORTESÍA
    Jacobo Cardona es antropólogo, poeta, narrador y realizador audiovisual. Ha ganado el Bienal de Novela José Eustasio Rivera y el Premio Nacional de poesía UIS. FOTO: CORTESÍA
13 de septiembre de 2022
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A veces —muy pocas veces— los libros tienen un segundo chance, una nueva oportunidad de llegar a las manos de los lectores indicados. Ese parece ser el caso de Las vidas posibles, la novela del antropólogo y poeta antioqueño Jacobo Cardona. El libro tuvo una vida breve en 2014, luego de ganar el Bienal de Novela José Eustasio Rivera. Entonces fue leído por unos pocos, entre ellos los editores que ahora le dan un nuevo respiro al incluir en el catálogo del emergente sello editorial Arbitraria. Cardona —autor, además, del poemario Medellín city punk— reside en Canadá, desde donde atendió la entrevista de EL COLOMBIANO.

¿Cómo se materializa en el verso y en la prosa su vínculo con Medellín?

“No me muevo del verso libre. Concibo el poema de forma narrativa, sujeto a pequeños dramas internos, pero es en las junturas o vacíos de significado donde realmente crece el poema. Hago lo mismo con la ficción: en una novela narro cosas que son identificables, que forman parte de los relatos cotidianos, pero cuya gracia radica en lo que no se puede redondear. Como si les faltaran fragmentos. Por eso la ciudad, sobre todo Medellín está tan presente. Medellín me alienta de muchas maneras: su música de los noventa, la literatura de Vallejo y Helí Ramírez, la Universidad de Antioquia, la noche, Maracaibo, La casa de Asterión, Rodrigo D, los billares, el cine del Colombo, el apartamento de Luis.

Todo eso son rastros de un camino. Y su lado macabro: recuerdo una vez, sentado en las escalitas de Bellas Artes, un tipo se me arrimó y me dijo que me quería matar, porque sí. Esa misma noche terminé bailando en el Pub, en Las Palmas. Esa mezcla turbia de la fiesta y la muerte. En Las vidas posibles, el personaje principal es un tipo aburrido con su vida de hombre, de macho, es heterosexual (o eso cree) pero le aburre el rol. La ciudad, sin embargo, lo hostiga a seguir comportándose como un varón. Necesitamos una ciudad más marica. Solo es sensual el cuerpo vivo”.

La primera edición de la novela fue hace casi diez años. ¿Qué ha cambiado en su forma de escribir en estos años?

“Más que un cambio de escritura por el paso del tiempo, que obviamente ocurre, siento ahora una mayor libertad con la voz narradora. Soy más consciente de ella y más distante. En Las vidas posibles, la persona que narraba era muy parecida a mí, era un alter ego, nos mortificaba madrugar, dar clases, cantar el himno nacional. Nos reíamos de las mismas cosas. Ahora, con mi segunda novela, El último reino, busqué una voz impersonal, muy árida, que no hiciera comentarios sobre el mundo, como si fuera una cámara de cine. En la elección de la voz narradora está gran parte del valor literario de una obra”.

Medellín city punk aborda la relación de la ciudad con un género musical que le calza de maravilla. ¿Cómo se gestó ese poemario? ¿Por qué el punk pegó tanto acá?

“Medellín es una ciudad muy excluyente y, por mucho tiempo, odió a los jóvenes. La ciudad, que siempre está a medio hacer, se les escondía. Los jóvenes arañaban sus espacios, hacían campo en medio de la persecución policial, la instrumentalización de los narcos, el desprecio institucional. El punk llegó a Medellín tres minutos después de surgir en Inglaterra y Estados Unidos y, como todo producto cultural, fue apropiado localmente, en este caso, con una mezcla muy ingeniosa de rabia y crítica política. El “Hazlo tú mismo” encajaba perfectamente con el espíritu marginal de los chicos de la periferia. No pedía educación musical ni un estilo de vida consumista. Era genuino. Creaba solidaridades entre los “desadaptados”. Medellín City Punk es tanto un homenaje a esa época musical de la ciudad como una carta de amor a la desobediencia. Son poemas ficticios sin ambiciones”.

¿Qué esperás con la reedición de esta novela?

“Realmente, esta novela no se ha leído. Solo algunos amigos, a quienes les regalé algunos ejemplares. Los organizadores del premio de la bienal la repartieron en algunos colegios de Neiva. No hubo distribución ni venta. Entonces, puede decirse que esta es la primera vez que sale al mercado, y solo espero eso, que la lean. Esta edición es muy bella, llena de detalles visuales y hecha con mucho cariño” .

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