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Salseros de acero y acera: el club de tatuados de Latina Stereo

La emisora de la palmera es un referente musical en el Valle del Aburrá. Un grupo de oyentes se tatuó su logo y nombre.

  • Son muchos los estilos de tatuajes de los seguidores de Latina Stereo. Todos tienen elementos de la cultura afrocaribeña. Foto: Carlos Velásquez.
    Son muchos los estilos de tatuajes de los seguidores de Latina Stereo. Todos tienen elementos de la cultura afrocaribeña. Foto: Carlos Velásquez.
  • La reunión de los salseros tatuados se llevó a cabo en Jardín Latino, un sitio en el que están Latina Estéreo y una famosa salsoteca de El Poblado. Foto: Carlos Velasquez
    La reunión de los salseros tatuados se llevó a cabo en Jardín Latino, un sitio en el que están Latina Estéreo y una famosa salsoteca de El Poblado. Foto: Carlos Velasquez
14 de octubre de 2023
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En el primer conteo eran 50. Luego, cuando se hizo la convocatoria para reunirlos en el estudio, eran cincuenta y cinco. Todos son melómanos de oídos consentidos, que se conocen muy bien los refranes del Galán.

Si usted es salsero de la línea dura —la de Ismael Rivera, Héctor Lavoe, Roberto Roena—sabe muy bien quién en el mundo radial de Medellín recibe el apodo del Galán. Se trata de Jairo Luis García. Él y Viviana Álvarez son las voces de Latina Stereo, la única emisora en Colombia —y quizá en el mundo— con oyentes tan fieles que deciden tatuarse su logo en un brazo, una pantorrilla, el abdomen. Incluso, en este encuentro, hay unos esposos tatuados con la palmera de Latina. También hay un padre y un hijo con tatuajes similares.

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El encuentro camino al récord

Estamos en la emisora. Las voces de Latina hacen una transmisión en vivo por la cuenta de Instagram de la emisora para que el resto de la audiencia-entre ochenta y cien mil oyentes, dependiendo de las oscilaciones del calendario- conozca a quienes hacen parte del club de los tatuados, la iniciativa con la que la emisora quiere ingresar en las páginas del libro Guinness de Récords. Jairo Luis y Viviana se pasan el micrófono para entrevistar a cada persona en el estudio. Todos celebran el sentido del humor de Jairo Luis y se dejan mecer por la voz de Viviana. Los miran con el brillo de la amistad, de la cercanía. Al estar cerca de ella, un hombre se levanta la camisa y le muestra a Viviana el tatuaje de la palmera rodeado por el nombre de ella.

Eso por el lado de los oyentes. Y por el lado de los locutores pasa algo parecido. Se acercan con micrófono en mano y preguntan el nombre del entrevistado. Apenas lo oyen hablar las memorias sonoras de sus cerebros hacen clic e identifican al oyente, que ahora ya tiene un rostro. “Los oyentes de Latina son muy fieles. Cuando llego a las seis de la mañana a la emisora ya sé quién ha escrito al Whatsapp, Y si falta alguien lo echo de menos”, dirá luego Viviana, en su oficina. Ahora estamos en la cabina y la gente está contenta de reunirse, de conocerse. De tanto sintonizar el dial o de asistir a los conciertos de salsa en la plazuela san Ignacio ellos, los radioescuchas, ya también se conocen o se identifican por los apodos.

Jairo Luis se acerca a un treintón que acaba de ser padre. Después de las preguntas de rigor le consulta por los salsaludos. Y el nombre le manda saludos a sus amigos, a un familiar que lo acompañó durante el nacimiento de su hija. A su lado otro hombre le envía saludos a los integrantes de un equipo de futbol. “Quiero salsaludar a Yogur...” y sigue con una letanías de apodos, cada uno más ingenioso que el anterior. Jairo Luis también los llama de esa forma. A un hombre mayor lo llama Chancleta, porque, cuando era conductor de bus, era aficionado a presionar un poquito demás el pedal del acelerador.

La reunión de los salseros tatuados se llevó a cabo en Jardín Latino, un sitio en el que están Latina Estéreo y una famosa salsoteca de El Poblado. Foto: Carlos Velasquez
La reunión de los salseros tatuados se llevó a cabo en Jardín Latino, un sitio en el que están Latina Estéreo y una famosa salsoteca de El Poblado. Foto: Carlos Velasquez

Los asistentes hablan de sus tatuajes. De las historias que hay detrás de esos trazos de tinta indeleble en la piel. Por ejemplo, uno se descubre el hombro y cuenta que se lo hizo hace más de treinta años, casi por las fechas en que Latina inauguró su frecuencia. A renglón seguido menciona que justo ahí, en el tatuaje, le clavaron tres puñaladas. Otro hombre llega de la mano con su mujer y muestra su tatuaje y el de ella. La esposa dice que su marido fue el responsable de hacerla amante de la salsa. Minutos después aparecen un padre y su hijo, que también se tatuaron en la parte interna del antebrazo el logo de la emisora. Para ellos la salsa brava y Latina son la misma cosa. No hay diferencia entre una cosa y la otra.

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Latina es fuerte en los estratos unos, dos y tres. Su sintonía es alta en Belén, Nuevo Popular 2, Buenos Aires, Manrique y Aranjuez. También lo es en el sur del Valle del Aburrá: registra buenas cifras de audiencia en Envigado —donde estuvo su oficina hasta hace unos años—, Caldas, San Antonio de Prado, La Estrella y Sabaneta. No ocurre lo mismo en el norte, por los lados de Bello. Viviana explica esa caída del número de radioescuchas por problemas técnicos relacionados con el cerro Quitasol y de la potencia en los transmisores. Ese inconveniente de la geografía es en parte compensado por la virtualidad: ahora Latina es sintonizada en Puerto Rico y Nueva York. Es decir, la salsa ha hecho el movimiento del bumerán: comenzó por esas latitudes, llegó a Medellín y ahora regresa a su tierra natal luego de enriquecerse con la cultura antioqueña.

La transmisión por redes sociales ha terminado. La gente compra camisetas y gorras con estampados alusivos a la emisora. En el pasillo un tipo le pregunta a otro si ya tiene boletas para el siguiente concierto, el del aniversario 38 de la emisora. La respuesta es no: todavía la quincena no ha llegado y debe esperar unos días más a ver si el bolsillo le da. El que preguntó responde de inmediato: “parce, un man me va a dar una boleta porque él no puede ir. Si algo, se la doy a usted para que caiga al concierto”. Hasta hace un rato ninguno conocía al otro, pero la melodía y la frecuencia han sembrado una semilla de amistad.

Viviana está convencida que el número del club de los tatuados va a crecer con velocidad. En su oficina le pregunto si en una emisora de salsa le temen al reguetón. Dice que no. En algún momento, la juventud encontrará el piano de Ricardo Ray o las canciones de la Orquesta Narváez.

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