No es un plato, son muchos; tampoco un desayuno, es casi un almuerzo. Ni lo uno ni lo otro: las dos cosas a la vez. El brunch es un momento para deleitarse con diferentes preparaciones a eso de las 11:00 de la mañana.
Fueron los anglosajones los que le dieron el nombre, juntaron las palabras breakfast (desayuno) y lunch (almuerzo) para formar brunch. La combinación no solo fue lingüística, sino también gastronómica.
El brunch puede venir también con un coctel y, además, con varios platos, un poco más sofisticados, de carbohidratos y proteínas.
Algunos podrían pensar que en Medellín ya había momentos similares, pero sin esa etiqueta. Por ejemplo, una mañana de domingo cuando a la arepa se le suma un buñuelo, una empanada, un pandequeso y, para darle el toque de mediodía, se le añade fríjoles.
“En la ciudad no lo teníamos y, como lo hemos hecho con otras costumbres extranjeras, lo adoptamos”, cuenta Marysol Betancur, docente y asesora de restaurantes.
La fecha exacta en el que este momento gastronómico comenzó a hacerse popular en la capital antioqueña es desconocida para Betancur, sin embargo, se atreve a decir que pudo ser hace unos ocho años.
“Por lo general se sirve entre 11:00 a.m. y 3:00 p.m. y tiene principalmente alguna de estas tres bebidas alcohólicas: bloody mary, mimosa y bellini. No faltan platos como el roast beef, los huevos benedictinos, tocinetas y jamones, dulces, ensaladas y yogures”, precisa Betancur.
Mariano Bambaci, chef ejecutivo del Marriot Medellín, dice que ellos ofrecen un bufé con diferentes opciones de platos ilimitados para los comensales, entre ellos sushi.
Sobre las bebidas, revela que sirven mimosa o sangría.
En otros lugares pueden hacerlo plato a plato, o llevar todos los momentos al mismo tiempo.