La muerte de Eduardo Escobar tomó de sorpresa a muchos de sus amigos y allegados, que aunque sabían de su enfermedad no esperaban un desenlace tan pronto.
Fiel a su testimonio a su vida, su pensamiento y forma de obrar, la familia del poeta envigadeño, de 80 años de edad, adelanto que no habrá honras fúnebres ni ceremonias religiosas, sino que se hará un gran encuentro en la Corporación Otraparte, en Envigado.
Precisamente Gustavo Restrepo, director de Otraparte, confirmó que recibió la petición de la familia y que de inmediato se puso en contacto con el periódico Universo Centro (del que Escobar fue colaborador) y Michael Smith, radicado en Nueva York, y uno de los grandes investigadores del nadaísmo y de la obra de Escobar.
Los detalles y las horas de este gran homenaje se conocerán en la tarde de este martes, mientras definen la logística y la programación del encuentro. Restrepo detalló que Escobar tenía dos casas, una era Universo Centro y la otra Otraparte.
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“Eduardo Escobar fue un muchacho precoz, tanto en rebeldías como en literatura. Aunque más en esta última faceta, pues la rebeldía, en general, es propia de los jóvenes. A los quince años ya estaba, con Gonzalo Arango, fundando el nadaísmo. Me pareció siempre un prosista de carácter. Al final, terminó domesticado por el sistema. Buen poeta sí fue. Que la tierra le sea leve”, expresó el periodista y escritor Reinaldo Spitaletta acerca de la obra de Eduardo Escobar.
Por su parte, desde la Secretaría de Cultura de Envigado, municipio donde nació el literato, lamentaron profundamente la partida del poeta envigadeño Eduardo Escobar, “cofundador del movimiento literario nadaísta, que buscó liberar al hombre del idealismo”.
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“Recomendaría que busquen su obra poética, se va el último gran porta del nadísmo que nos quedaba. Es una pérdida irreparable, pero queda para siempre su legado”, dijo David Esteban, amigo del poeta, en entrevista con Radio Nacional.
Por su parte, la periodista Beatriz Mesa, que fue editora de la revista Generación, de EL COLOMBIANO, expresa que Eduardo Escobar fue “auténtico, polifacético, mordaz, oportuno en sus comentarios”.
Para Mesa fue un renacentista contemporáneo que llevó en su interior una gran melancolía y una rebeldía que nunca dejó escapar.
“Un ser tímido y solitario que pensaba que la soledad se llena con amigos y cuando estos lo visitaban, preparaba un buen café cultivado en su propio jardín. En la época en que dirigí Generación, el magazín de El Colombiano, fue un colaborador frecuente con textos que siempre inquietaron a los lectores, invitándolos a la reflexión y a la pregunta. Recuerdo que una vez me dijo: ‘en el estado actual del mundo, la desesperanza parecería ser la única forma de la sensatez posible’”. Eduardo Escobar fue un buscador de sentidos desde la poesía, desde el ensayo, desde la narrativa, desde sus divertimentos, como describía algunos de sus textos. Un experimentador a veces abismal. Ahora que ha partido, el mejor homenaje será leerlo, desde las primeras obras del joven nadaísta, hasta las más recientes; leerlo a él y a su sombra, a esa que, por cierto, dedicó uno de sus poemas, “Vida privada de mi sombra”.