Mara Wilson, la actriz que interpretó a Matilda (1996) en la película del mismo nombre, publicó en 2016 un libro en el que detalló como sufrió mucho en su infancia después de esa experiencia. Se llamó Where Am I Now: True Stories of Girl Accidental Fame.
Ahora lanzó otro texto más llamado Good Girls Don’t, que solo está disponible en la plataforma digital Scribd en ebook y audiolibro, en el que arremete de nuevo contra la industria y cuenta detalles que explican el por qué para ella Matilda le arruinó la vida.
En una entrevista para el diario The Guardian, Wilson explicó como la fama y el dolor llegaron al tiempo con la muerte de su madre. Cuando tenía 9 años se estrenó Matilda y su madre murió mientras ella grababa la película que la hizo famosa de manera vertiginosa.
“Me sentí completamente perdida”, le dijo Wilson al diario británico. “Estaba quién era yo antes de eso, y quién era después de eso. Ella era como esta cosa omnipresente en mi vida. Realmente creía que ella nunca moriría y, a medida que envejecí, adquirió una calidad aún más mítica en mi mente. Perderla se sentía como esta increíble agitación. Realmente no sabía quién era yo”.
Wilson es enfática en aclarar que es imposible ser una estrella infantil y no sufrir algún tipo de daño. “Lo que la gente asume es que Hollywood es intrínsecamente corrupto y que estar en los sets de cine tiene algo que te destruye. Para mí, eso no era necesariamente cierto. Siempre me sentí segura en los sets de filmación. Definitivamente hubo algunas cosas incompletas y cuestionables que sucedieron a veces: adultos que contaban chistes verdes o acosaban sexualmente a personas frente a mí. Las personas que hacían cosas como preguntarme si estaba bien si trabajaba horas extras, en lugar de preguntarles a mis padres, pero nunca me sentí insegura. Creo que es porque trabajé con muchos directores realmente maravillosos, que estaban acostumbrados a trabajar con niños”.
Precisó entonces en esa entrevista que el problema surgió cuando cometió el error de buscarse en Google a sus 12 años. Su foto estaba en sitios pornográficos, su cabeza superpuesta a los cuerpos de otras mujeres. “La gente no se da cuenta de cuánto te pesa hablar constantemente con la prensa cuando eres niño”. Cuenta la historia de algunos periodistas que le preguntaron, a ella con siete años, si sabía qué era el beso francés o qué actor encontraba “más sexy”.
Le tocó lidiar con los admiradores y el precio que tenía andar por la calle, “no puedes ser tú mismo cuando estás en público, y hubo momentos en que estaba teniendo un mal día, porque era una adolescente emocional, o porque mi madre acababa de morir”.
La narrativa hacia las estrellas infantiles
Wilson habla de lo que definió como una narrativa particular hacía los niños que son estrellas en Hollywood o en la televisión en general, esa idea de que toda estrella niña se va a descarrilar.
“Si presionas tanto a alguien, ¿cómo esperas que no fracase? Si les haces saber que estás observando cada uno de sus movimientos, se rebelan y tratan de formar su propia identidad”.
Contó con la suerte de que sus padres guardaron su dinero y ella no podía usarlo, pero hubo otros niños que no vivieron eso: “Si tienes mucha presión y mucho dinero, no sorprende que muchos de nosotros nos metamos en la bebida, las fiestas y las drogas”.
Entonces su “fracaso” no vino de drogas y alcohol sino de una falta inmensa de amor propio: “Fue mucho de odiarme a mí misma y decirme, eres un perdedora, una fracasada, eres fea”. Exteriormente, se frustraba con facilidad y se enojaba rápidamente. “No era una mocosa”, le dice la publicación británica, “era una perra”.
La fama infantil duró hasta que se hizo adolescente y reafirmó que en ese momento Hollywood “acabó conmigo”.
“Me afectó durante mucho tiempo porque tenía esta idea de que en Hollywood si ya no eres lindo, si no eres hermoso, entonces no vales nada. Porque lo relacioné directamente con la desaparición de mi carrera. A pesar de que estaba un poco quemada con eso, y Hollywood estaba quemado conmigo, todavía no se siente bien ser rechazada”.
Wilson fue diagnosticada con TOC (trastorno obsesivo-compulsivo) y el mismo psiquiatra que le dio este fallo le dijo que podría tener un trastorno de estrés postraumático. Por ahora está dedicada a la escritura y no está segura de querer volver a las pantallas.