En octubre pasado, en el Samuel Goldwyn Theater, Beverly Hills, se proyectó la película Las mujeres de verdad tienen curvas, de la colombiana Patricia Cardoso, quien desde hace 20 años vive en Los Ángeles, Estados Unidos.
Patricia nació en Bogotá. Estudió Antropología de la Universidad de los Andes y realizó un Máster en Fine Arts de la Universidad de California. En 1996 se convirtió en la primera colombiana en recibir un Óscar, en la categoría Student Academy Award, con el cortometraje El reino de los cielos.
15 años después del estreno de Las mujeres de verdad tienen curvas, se hizo de nuevo una proyección en el famoso teatro de la Academia como parte de una serie de especiales que incluía proyecciones de realizadores latinoamericanos que desarrollaron su trabajo en Hollywood.
Actualmente, Cardoso es profesora en la Escuela de Artes Cinematográficas de la Universidad Southern California. Este año la invitaron a ser miembro de la Academia, es decir, que tiene poder de voto para los premios Óscar. Además la Academia también la invitó a un programa de historias orales sobre realizadores latinoamericanos en Los Ángeles, junto con otros directores de América Latina como Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu y Lucrecia Martel.
Este 25 de diciembre estrena su primer largometraje completamente colombiano, El paseo de Teresa, con guion de Dago García. La cineasta habló con EL COLOMBIANO sobre este trabajo y otros temas.
¿Cómo llegó a esta película?
“Hace 7 años fui a Colombia y vi El paseo, que me pareció buenísima. Me gustó que era una película muy colombiana y para colombianos. No sabía quién era Dago García. Me conseguí su teléfono y hablé con él. Le dije que quería dirigir una película a partir de un guion suyo y ahí quedamos en contacto. 5 años después me llamó y me dijo que tenía una película para mí. Y fue un honor. Para mí no solo es un guionista sino también un productor extraordinario”.
¿Se siente más cómoda realizando que escribiendo guiones?
“Sí, he hecho guiones pero para mí escribir es dificilísimo, me cuesta mucho trabajo. Creo que es porque soy muy social y me gusta trabajar con las personas. El año pasado, buscando locaciones para El paseo de Teresa descubrí una historia que me encantó en Bogotá. Este año escribí ese guion y estoy muy contenta con el resultado. Es una historia de un colegio público de solo niñas en Bogotá que van a cerrar, y ellas hacen muchas luchas para tratar de salvar su colegio. La película se va llamar Las niñas. Es una película dramática pero también con mucho humor”.
¿Y por qué está ahora tan interesada en la comedia?
“Ya había hecho comedia antes, como en mi película Las mujeres de verdad tienen curvas. En Estados Unidos le llaman a esto “dramedy”, comedia dramática. Es el género que más me gusta y creo que es un asunto muy colombiano. Siempre digo que el humor viene de Colombia. Esa realidad tan difícil en la que vivimos y en la cual la única forma de sobrevivir es con humor”.
¿Usted cree que la comedia es un género menor?
“Para nada. Es igual de válido que cualquier otro género. Me parece que es un error que los festivales y premios como los Óscar discriminen las comedias. Me parece que debería cambiar y debería ser valorada mucho más de lo que es. Además me parece que la comedia es muy importante para la salud; incluso fuera del cine, reírse como característica humana me parece muy importante”.
Alguna vez habló de la dificultad de la mujer para hacer cine en Estados Unidos...
“Sigue siendo muy difícil. De los largometrajes que se hacen acá, menos del 4% son mujeres; es una lucha continua. El cambio son granitos de arena, porque no es más. El otro problema es que la mayoría de las personajes son hombres; cuando son mujeres, los personajes no son tan importantes como los hombres”.
¿Cómo ha percibido en Estados Unidos el tema del abuso sexual dentro de la industria?
“Ya está habiendo un cambio afortunadamente. La gente no se está quedando callada. Realmente es terrible la carta que escribió Salma Hayek hace unas semanas en el New York Times sobre las experiencias con Harvey Weinstein. Uno no entiende cómo se callaron esas cosas por tantos años”.
¿Y para un latinoamericano cómo es hacer cine en Hollywood?
“Es muy difícil, en la industria somos minoría. Aunque curiosamente en California la mayoría de los habitantes son latinos”.
Y en Colombia, ¿cómo ve el lugar de la mujer en el cine?
“Yo creo que hay un cambio. En el siglo XX solo hubo una mujer que hizo largometrajes, que fue Camila Loboguerrero. En el siglo XXI ya hay muchas directoras: la misma Camila Loboguerrero, Libia Stella Gómez... Ahora hay muchas directoras de cine mujeres en Colombia. Yo soy la primera mujer que Dago García contrata en 32 películas, lo que me hace muy feliz”.
¿Cómo empezó en el cine?
“Mi sueño desde niña era contar historias. A veces dibujaba historias sin diálogo en tarjetas bibliográficas; y esto lo seguí haciendo en el colegio y en la universidad. Me hubiera encantado estudiar escritura, porque yo quería ser como Gabriel García Márquez”.
Cuando crecí no se hacía casi cine en Colombia. Cuando vi la primera película colombiana ya tenía 21 años y estaba en la universidad. Nunca pensé en ser directora de cine. Creía que era más difícil que ser astronauta. Yo trabajé como antropóloga en diferentes regiones de Colombia, donde llegué a conocer muchas historias de los indígenas de la Sierra Nevada, campesinos, trabajadores afros del Chocó. Eran historias increíbles. Me di cuenta que como antropóloga publicar una tesis sobre esos temas lo leerían tres personas. A raíz de eso, pensé que quería encontrar una forma diferente de contar esas historias increíbles a un público más masivo, y así llegó el cine y la televisión a mi vida”.