Hasta sus 11 años Yolanda Perea tuvo una fantasía: echar raíces en un solo lugar, recoger una guayaba del patio de su casa o pasear tranquilamente por un parque. A esa edad la violencia fulminó dicha esperanza y se ensañó contra ella. Asesinaron a su mamá, fue abusada sexualmente y cuando sus agresores descubrieron que no se había quedado callada la golpearon hasta hacerle sufrir un aborto. Yolanda es una mujer negra, defensora de derechos humanos, superviviente y estudiante de derecho. El año pasado aspiró al Congreso en la lista cerrada del Nuevo Liberalismo y aunque estaba acompañada de un comité electoral las intimidaciones en sus recorridos por regiones convulsas como el Chocó, donde nació, no se detuvieron, ni siquiera porque estaba embarazada.
Perea ha vivido en siete lugares del país, casi siempre escondida y nunca por su voluntad. Su cabeza tiene precio, según las amenazas que envían a su WhatsApp. Hasta hace un mes Medellín fue su lugar de residencia, pero de esta ciudad también tuvo que huir porque el día de su cumpleaños, el 21 de enero, recibió lo que cree es el corazón de una vaca, envuelto en páginas del periódico Q’hubo, con 4 clavos que para ella simbolizan un ataúd. “Si tiene tantas ganas de morir por su país, nosotros la ayudamos”, la sentenciaron.
En entrevista con EL COLOMBIANO le reclamó contundencia y la implementación de una política estatal para proteger a los defensores de derechos humanos al Gobierno de Gustavo Petro, a quien apoyó en segunda vuelta, y cuestionó que el presidente hable de todo en Twitter menos de los asesinatos de líderes sociales, 17 de ellos ocurridos en lo que va del año. Aunque respalda el acercamiento del Ejecutivo con las bandas criminales a través de la denominada “paz total”, pidió que se condicionen los diálogos con grupos armados ilegales al cese de hostigamientos a los liderazgos. Mientras hablábamos interrumpió la entrevista dos veces. Una para responder un “te amo” de su hija de tres años y otra para atender el llanto de la misma porque se cayó mientras jugaba. Perea es madre, activista y víctima de una violencia que la persigue desde que era niña.
La última amenaza que recibió fue el día de su cumpleaños, ¿qué decía?
“El 21 de enero era mi cumpleaños y en las horas de la tarde llegó un paquete a la portería. Pensamos que era un regalo que alguien me había mandado. Había una bolsa de regalo, adentro estaba el periódico Q’hubo de ese día. Cuando la abrimos, tenía un corazón de vaca con tres clavos y un tornillo. Fue muy aterrador, no podía dormir. Me tocó salir corriendo con una mano adelante y otra atrás con mis hijos”.
Esta es la primera denuncia que usted hace después de la campaña legislativa del 2022, ¿siente ahora, con Gobierno y Congreso nuevos, que las amenazas en su contra han disminuido?
“Las amenazas han estado desde el 2011 y han sido constantes. El temor es que detrás de las amenazas siempre hay algo peor. Solo en el transcurso del año más de 17 líderes han sido asesinados. Nuestras vidas siguen estando en riesgo. No se trata solamente de tener protección, de tener escoltas, sino de cómo este Gobierno va a entender que es necesario que la vida de nosotros no siga en riesgo. No podemos seguir distrayendo la mirada. Muchas veces uno va a la Fiscalía y le dicen ‘y por qué mejor no deja lo que hace y verá que así se evita todo lo que está pasando’. Necesitamos, por ejemplo, la implementación del Conpes 4063, que se creó con el apoyo de muchos de nosotros para la prevención y la protección a los líderes sociales”.
¿Por qué cree que hace falta implementación en ese Conpes, el gobierno se ha demorado?
“Le compete directamente al gobierno implementar ese Conpes, por eso el llamado urgente a que citen a las organizaciones y a los líderes defensores de derechos humanos, para que nos reunamos y miremos a fondo cómo avanzar. ¿Es justo que tengamos que vivir escondidos? Lo más justo sería que yo pudiera salir a la esquina sin temor a que me vayan a asesinar, poder comer un helado, poder salir con mis hijos. Desde Fecol, la Federación de Víctimas de las Farc, ya son tres documentos que se le han enviado al Presidente y seguimos pronunciándonos”.
¿Y qué le ha contestado el presidente Petro?
“Hasta el momento no se ha obtenido respuesta a los documentos radicados al presidente Gustavo Petro, esperamos saber qué va a pasar, pero estamos ahí atentos”.
La promesa de este gobierno de convertir a Colombia en una potencia mundial de la vida, ¿se está cumpliendo?
“Sabemos que de la noche a la mañana no se va a cambiar el país, pero es necesario que se priorice la vida de los líderes sociales, muchos de ellos votaron, acompañaron y nos fuimos de frente a apoyar este Gobierno y a mí me duele ver que para muchas cosas sacan trinos a toda hora. ¿Cuándo se van a pronunciar sobre la situación de los líderes sociales de este país? Estamos esperando poder reunirnos con el Presidente o la vicepresidenta Francia Márquez”.
¿Desde cuándo?
“Desde el año pasado. De hecho, con la Comisión de Víctimas nos reunimos el primero de octubre de 2022 con el Papa y seguimos esperando que el Presidente nos abra un espacio para poderle contar cómo nos fue con esa autogestión”.
¿Cómo es ser líder en Colombia y vivir amenazado, siente que las condiciones para ejercer los liderazgos sociales han mejorado?
“Este último mes ha sido muy triste, porque yo tengo una bebé de nueve meses, tengo una bebé de tres años y mis dos hijos mayores. En nuestra comunidad 4 clavos significan ataúd. Cuando vi el corazón lo primero que pensé es que me quieren matar, me quieren ver enterrada. Me ha dolido mucho pensar que, si mañana me matan, qué va a ser de mis pelados. Sigo en riesgo todos los días y mi familia también”.
Las amenazas son el tipo de agresión que más se cometen en contra de los líderes sociales, y los asesinatos se siguen cometiendo mientras el Gobierno está sentado con las principales bandas o grupos criminales, ¿cree que puede haber “paz total” mientras continúen los hostigamientos contra los líderes?
“Siempre he dicho, como víctima de las Farc, que prefiero un acuerdo imperfecto y no una guerra en permanencia, pero aquí no se pueden cometer los mismos errores que con el acuerdo de paz. Hay muchos líderes amenazados que no hablan por el temor a perder su vida. En esos territorios, donde sigue habiendo guerra, donde sigue habiendo reclutamiento, violencia sexual, desaparición y llegaron a un acuerdo para dialogar una de las condiciones debería ser, por ejemplo, que no sigan amenazando a los líderes”.
Han pasado seis meses desde que Gustavo Petro llegó al poder. ¿Usted cree que el gobierno se ha demorado en proteger a los líderes?
“El Presidente ya se sentó con Comunes por la inseguridad de los excombatientes, ¿por qué no se sienta de manera urgente en un comité para los líderes sociales? No sé si es por sus ocupaciones o falta de interés, pero esa pregunta hay que hacérsela al Presidente sobre por qué la demora en el tema de los líderes. La vida de los líderes sigue en riesgo y el Gobierno se demora en protegernos”.