Pablo Escobar, Jeffrey Dahmer, Ted Bundy, Daniel Sancho y Wade Wilson guardan algo en común: son criminales considerados por muchos como físicamente atractivos que generaron un sesgo cognitivo.
Hace poco, se habló de un raro fenómeno en las redes sociales durante el juicio de Wilson y Sancho, quienes aún siguen vivos bajo la supervisión de las autoridades internacionales. Estos acusados fueron los responsables de terminar con las vidas de dos mujeres y un hombre. Sus crímenes impactaron a la comunidad en general, porque hubo reacciones que chocaron entre lo moral y ético.
Lo mismo pasó con Ted Bundy, quien aprovechaba su físico (él sabía que era bello) para enamorar a las mujeres y después asesinarlas a sangre fría. Además, tenía una inteligencia que asustaba a cualquiera, porque no era utilizada para redimir sus actos.
Jeffrey Dahmer usó la misma táctica, pero con los hombres homosexuales, en especial los afroamericanos, quienes caían rendidos ante su presencia para ser llevados al lugar (el apartamento) donde eran asesinados y luego desmembrados.
Entonces, no es una situación actual, hay algo que sucede en el cerebro de las personas que hace ver cualquier cosa positiva en lo que evidentemente es negativo.
Luis Madrid, psiquiatra – psicoterapeuta y miembro de la Sociedad Americana de Psiquiatría, dijo en una entrevista con MundoURSalud, que la hibristofilia se puede dar por situaciones circunstanciales.
“La hibristofilia pertenece a lo que denominamos parafilias, que es una fijación sesgo-cognitiva de interés y atracción sexual o romántico-afectiva por personas peligrosas o delincuentes que generalmente están en prisión”, dijo Madrid.
“Las personas que tienen esta parafilia generalmente son de sexo femenino y están entre los 30 a 40 años. Además, tienen un historial de violencia o abuso durante la infancia (psicológico o físico). Son personas que tienen la autoestima baja y con rasgos fetichistas”, agregó.
Madrid explica que el tipo de delincuente tatuado y con actitudes de “un chico malo”, resulta ser excitante para las personas con esta inclinación. Así mismo, hay una creencia sobre el “querer cambiar” al criminal o tratar de que él se vuelva “bueno”.
“La agresividad en algunos primates se asocia con la masculinidad. Entonces, también se piensa que puede ser que genéticamente se disparen algunas de estas cosas que están atribuidas en los seres humanos”, señaló Madrid.
Esta situación también ocurre cuando hay una atracción hacia el individuo que realiza todo tipo de actividades delincuenciales.
“Cuando se ve que la atracción está basada en el fetiche de que es un delincuente, entonces estamos en presencia de una hibristofilia”, añadió el especialista.
La hibristofilia activa, según el psiquiatra, ocurre cuando la mujer (por ejemplo) comete actos delictivos con el “chico malo”, para complacerlo y mantenerlo en su dominio. Poniendo como referencia a Wade Wilson, la hibristofilia puede influir en la condena de un criminal.
“No ha pasado desapercibido que este acusado es idolatrado por algunas personas que se enorgullecen de mezclar su nombre con el suyo a través de comentarios públicos, recaudaciones de fondos para él (Wade) o presentándolo como una especie de representación positiva de un hombre, sin saber que no es nada más que un asesino cruel y el peor retrato de una persona que jamás debió existir”, dijo la fiscal Amira Fox en el juicio de pena de muerte para Wade Wilson.
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