Ocho años lleva el Congreso debatiendo y engavetando los proyectos de ley para regular los vapeadores y los cigarrillos electrónicos en Colombia. Pero quienes están impulsando que esos productos sean gravados y regulados alistan un nuevo envión en el próximo Congreso, que se posesionará dentro de 48 horas.
La discusión, sin embargo, no estará exenta de enredos, más aún porque se trata de dispositivos que son cada vez más diversos y difíciles de clasificar.
De los cigarrillos tradicionales que tenían un diseño tan simple como dañino –un tubo de tabaco envuelto en papel blanco y un filtro– se pasó a dispositivos metalizados, capaces de calentarse y hasta con conexión USB.
Su diseño consiste, generalmente, en un cigarrillo de acero, una batería y una cámara en la que se depositan distintas sustancias.
Por un lado están los productos que usan tabaco calentado y por el otro los sistemas electrónicos sin nicotina (SSSN), que aunque no tienen la misma sustancia, sí usan otros químicos que pueden resultar nocivos como glicerina vegetal, propilenglicol y múltiples saborizantes.
Efectos en la salud
¿Por qué hay organizaciones civiles que se oponen con vehemencia a estos productos? Su argumento es que los cigarrillos electrónicos no son más que otra estrategia de las tabacaleras para seguir vendiendo productos dañinos para la salud pública.
Según los últimos datos estatales disponibles, publicados por el Dane en 2019, alrededor de 200.000 menores de edad en Colombia habían probado los cigarrillos electrónicos.
De acuerdo con datos que le envió el Ministerio de Salud a EL COLOMBIANO, el grupo que más consume este tipo de cigarrillos y vapeadores es el de entre 18 y 24 años, con el 11,92 %. Preocupa que el segundo grupo de edad que más consume son los niños de entre 12 y 17 años, con el 6,71 %.
Debido a que la regulación de estos dispositivos no se ha materializado, se prevé que la cantidad de niños y jóvenes que consumen estos productos sea aún más alta en la actualidad.
En materia de riesgos, está demostrado que la nicotina es nociva para el desarrollo cerebral de jóvenes y niños y altamente adictiva.
Desde organizaciones como RedPaPaz han señalado que estas industrias buscan atraer a un público joven. Muestra de ello, señalan, es que el diseño de sus productos es llamativo para niños y adolescentes (ver imagen).
Otras sustancias que contienen estos dispositivos también pueden ser nocivas. Aunque ya varios estudios han recogido pruebas al respecto, en Colombia un equipo de investigadores de la Universidad Javeriana se dio a la tarea de investigar qué tan peligrosos son los cigarrillos electrónicos.
“Si bien el uso de ECIG reduce el consumo de compuestos tóxicos en comparación con los cigarrillos tradicionales, sigue siendo una fuente de exposición a sustancias con alto potencial carcinogénico”, anota el estudio en sus conclusiones.
Micos y trabas
El temor de las organizaciones que buscan mitigar el consumo de estos productos es que cuando han intentado impulsar proyectos de ley en el Congreso para regularlos, les hacen ajustes en el camino.
“Las buenas iniciativas que han contado con respaldo académico y de sociedad civil también se han terminado dañando a lo largo de los debates”, aseguró Angélica Claro, investigadora de RedPaPaz.
La idea de varias organizaciones es aplicar las normas de la Ley Antitabaco –que cobija a los cigarrillos comunes e incluye una prohibición de patrocinio de eventos deportivos, una fuerte carga de impuestos e inclusión de avisos sanitarios en los dispositivos–.
Pero advierten que en proyectos de ley pasados se han tratado de colar “micos” que pretenden hacerles modificaciones a la ley antitabaco, que rige desde 2009 y es considerada un logro de salud pública.
Al respecto, Mauricio Toro, representante a la Cámara saliente que es partidario de la regulación, señaló que se opuso “rotundamente” a que se modificara esa normativa, pues dice que en materia legislativa es uno de los grandes logros de salud pública del país.
“Existía el riesgo de que la industria hiciera retroceder lo logrado. Dentro de esos debates, alguien apareció con una proposición para eliminar algunos aspectos. Decían ellos que se había demostrado que poner un pulmón dañado o advertencias en las cajetillas generaba más estrés en la gente y más consumo, entonces pedían volver a la cajetilla tradicional”, contó Toro.
Sin duda, se trata de una industria fuerte. De acuerdo con Silvia Barrero, vicepresidenta de Asuntos Externos de Philip Morris International, en la actualidad tienen más de 70.000 usuarios de su marca iQos, que incluye Sistemas Electrónicos de Tabaco para Calentar.
Si bien señaló que no tenía el dato de cuántos ingresos están generando a partir de ese producto específico, sí advirtió que también están en favor de que se haga un ajuste en materia tributaria.
“Hay que actualizar el marco regulatorio, pero hay que hacerlo de manera correcta, entendiendo que esta categoría tiene un perfil de riesgo al de los cigarrillos”, sostuvo Barrero. En otras palabras, piden que las duras restricciones que hoy ya tienen los cigarrillos no se extiendan a los nuevos dispositivos.
El debate está abierto y pasará por manos del Congreso desde este primer año legislativo. De hecho, EL COLOMBIANO conoció que ya hay un proyecto de ley del senador José David Name, del Partido de la U, que iniciará su curso en el Congreso a partir de este 20 de julio.
RedPaPaz y otras organizaciones están alistando otras iniciativas independientes, aunque señalaron que por ahora no se ha definido qué legisladores las defenderán.