Con el hallazgo de 5,6 toneladas de cocaína de exportación en Urabá como aperitivo, el Estado colombiano revivió a Agamenón, la campaña policial y militar más grande de la historia contra el crimen organizado.
“Estamos acá para anunciarle al mundo que la Operación Agamenón ya empezó a dar grandes resultados contra el Clan del Golfo”, anunció este lunes el general William Salamanca, director de la Policía Nacional.
La declaración la dio al celebrar el decomiso de 5.637 kilos del alcaloide, los cuales estaban ocultos en una caleta subterránea localizada en la vereda Calle Larga del corregimiento de Mulatos, en Necoclí (Antioquia).
Agamenón fue lanzada oficialmente el 2 de febrero de 2015, durante el mandato de Juan Manuel Santos. Inicialmente estaba al mando de cuatro generales de las direcciones especializadas de la Policía: Antinarcóticos, Investigación Criminal, Inteligencia y Carabineros, que tenían el centro de comando en la base antinarcóticos de Necoclí.
Los encargados de ejecutarla eran 1.200 policías expertos en la lucha contra la mafia, en equipo con fiscales especializados de Antioquia, Chocó, Córdoba, Sucre y Bogotá. Además contaban con apoyo de las principales agencias de seguridad mundial, como la CIA, DEA, FBI, Interpol, Europol y las embajadas de Estados Unidos y Reino Unido, que aportaron dinero, tecnología y capacitación.
La misión era capturar a los cabecillas del Clan del Golfo y desmantelar a todo el cartel, incluyendo la supresión de su aparato financiero, militar, logístico y de corrupción. El foco de la intervención se concentraba en Antioquia, Córdoba y Chocó, pero desde allí se desplegaba a todos los rincones del país en los que hubiera tentáculos del grupo ilegal.
El propósito era lograr la meta en 70 días, pero la oleada inicial fracasó, así que Agamenón se convirtió en una operación de persistencia, buscando asfixiar con ataques, allanamientos y capturas constantes al Clan del Golfo. También incluía un modelo de intervención social, con jornadas de recreación, veterinaria, carrotanques de agua potable y otros servicios, con los que se pretendía disminuir el abandono estatal en los sitios más pobres de Urabá, y de paso reducir el control social del enemigo.
En sus primeros doce meses, según fuentes cercanas a la Operación, el gasto fue superior a los 57.000 millones de pesos, superando al final la inversión que se hizo en el Bloque de Búsqueda que combatió a Pablo Escobar y el cartel de Medellín en los años 90.
Durante sus seis años de actividades, sirvió para neutralizar a dos generaciones del estado mayor (la cúpula) del cartel, dando de baja a cabecillas tan peligrosos como “Marcos Gavilán”, “Guagua”, “Indio Aristides”, “Pablito”, “Inglaterra” y “Marihuano”.
Además, se convirtió en el modelo para el diseño de otras operaciones contra diferentes grupos armados en regiones conflictivas, como Esparta (Catatumbo), Atenea (Llanos Orientales), Aquiles (Bajo Cauca), Hércules (Nariño) y Escudo Darién (Chocó).
A 2021, el balance oficial fue de 4.062 capturas (3.224 miembros del Clan y 838 de otros grupos) y las bajas de 147 integrantes; la incautación de 403 toneladas de cocaína y 1.188 armas; el decomiso de $31.479’993.117 en efectivo, el embargo de 2.194 bienes avaluados en $973.668’850.000 y la destrucción de 125 laboratorios de droga.
El esfuerzo incluyó la muerte de al menos 100 policías. Algunos cayeron en el fuego cruzado de los combates, otros pisaron campos minados o fueron víctimas de “planes pistola”, y 17 más perecieron en un recordado accidente de helicóptero Black Hawk en Carepa (2015).
Con el pasar de los años se le introdujeron varias reformas: se pasó a llamar Agamenón II, luego Agamenón II Plus y finalmente Campaña Policial y Militar Agamenón, cuando el presidente Iván Duque ordenó que el Ejército se sumara a la estrategia.
Aún así, la operación no logró el desmantelamiento del Clan y con el tiempo empezó a perder recursos. De los cuatro generales se pasó a uno solo, y los 1.200 hombres se redujeron a 500; también mermó el presupuesto, suprimieron las intervenciones comunitarias y, finalmente, se destiñó el interés político, pues a partir de 2018 la Fuerza Pública se concentró en atacar el nuevo fenómeno criminal que amenazaba la seguridad nacional: las disidencias de las Farc.
El entierro de Agamenón ocurrió, paradójicamente, en el momento cumbre de la persecución contra el Clan del Golfo: la captura de su máximo jefe, Dairo Antonio Úsuga David, alias “Otoniel”, el 23 de octubre de 2021 en Urabá.
El presidente Duque y la cúpula de la Fuerza Pública se reunieron para dar al mundo la noticia, pero allí, en frente de las cámaras, dijo que “Otoniel” había sido arrestado en el marco de la Operación Cóndor. En ese momento, fuentes policiales le explicaron a EL COLOMBIANO que Agamenón había sido un invento del gobierno Santos, y que su sucesor en la Casa de Nariño no estaba dispuesto a concederle una victoria política.
La Operación Cóndor se extinguió lentamente con el cambio de Gobierno y la instalación de la política de “paz total” del presidente Gustavo Petro en 2022, al igual que con el relevo de los altos mandos militares y policiales que venían luchando contra el Clan.
Ahora, tres años después de su penoso entierro, Agamenón revivió con el mismo propósito de frenar al cartel, que hoy tiene redes en 24 departamentos y unos 4.000 hombres en armas.
Fuentes cercanas a este relanzamiento indicaron que el comandante será el general Rosemberg Novoa, jefe de la Región N°6 de Policía, y quien en sus días de coronel (2017-19) participó en la estrategia; estará en compañía del coronel Edwin Urrego, director de Investigación Criminal (Dijín).
El centro de mando seguirá siendo la base antinarcóticos de Necoclí, “donde se va a reactivar la burbuja investigativa que teníamos antes. Se quiere empezar a golpear los laboratorios de droga y los puntos de vigilancia, o sea los informantes del Clan; y hacer muchos allanamientos en la zona rural, porque el Clan se reagrupó y está muy fuerte otra vez”, dijo un oficial que participará en la Operación.
Los objetivos de alto valor estratégicos son los integrantes actuales del estado mayor del grupo: “Chiquito Malo”, “Gonzalito”, “Rodrigo Flechas”, “Chirimoya”, “el Cura” y “Bruno”.
Aunque hay acercamientos entre la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y los abogados de la organización, de momento no se ha logrado concretar una mesa de conversaciones. Ahora que resurgió Agamenón, por orden presidencial, habrá que ver qué decisión toma el Clan frente a la “paz total”.