Carlos Alberto Carrillo Arenas en ocho años pasó de ser un académico, investigador, activista político y concejal de Bogotá a ser un funcionario del Estado que tendrá a cargo un presupuesto de $780.279 millones en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), la entidad encargada de prevenir y atender los desastres naturales en el país.
Carrillo empezó a meterse en la política desde 2016 con una férrea oposición desde medios de comunicación y redes sociales al entonces alcalde de la capital, Enrique Peñalosa. En esas, con la académica Juana Afabador reveló en una investigación publicada en El Espectador que el mandatario distrital no tenía el doctorado que se atribuía en distintos libros de su autoría.
La oposición a Peñalosa lo catapultó al Concejo de Bogotá con el aval del Polo Democrático en las elecciones de 2019, de las que salió electo con 32.022 votos: una cifra histórica para el partido en la ciudad.
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Desde allí, fue un duro concejal opositor de la exalcaldesa Claudia López, con quien su ahora jefe —el presidente Gustavo Petro— ha mantenido una relación distante.
Intentó ser candidato a la Alcaldía de Bogotá por el Pacto Histórico, pero tras una pelea interna, el nominado resultó siendo el exsenador Gustavo Bolívar, designado director del Departamento de Prosperidad Social.
En diálogo con EL COLOMBIANO, el ahora director designado de la UNGRD habló sobre su preparación académica, los retos de asumir semejante cargo —con un escándalo de corrupción posterior por la compra de 40 carrotanques para La Guajira— y el tiempo que tendrá tanto él como el Gobierno para mostrar resultados.
¿Cómo terminó un académico que en 2019 se estrenó en política al frente de la UNGRD?
Es un nombramiento que recibo con mucha responsabilidad y me honra que el presidente haya considerado mi nombre para ese nombramiento, pero yo no lo he estado buscando aunque sí tenía toda la intención de participar en el Gobierno porque es un proyecto político en el que creo y, a diferencia de algunos que aterrizaron en un último momento, yo siempre he sido hombre de izquierdas.
Llega usted a una entidad envuelta en un escándalo por los carrotanques, ¿está preparado para darle manejo?
La Unidad (UNGRD) es una de esas joyas de la corona del Gobierno y es sumamente apetecida por la capacidad que tiene de gestionar recursos de manera ágil y por su presencia en todo el territorio nacional. Eso, en manos de la política tradicional, siempre se ha convertido en votos. Para nadie es un secreto que en las lógicas de la política tradicional quien ostenta el poder del Ejecutivo, instrumentaliza ese poder, por ejemplo, para conseguir el Legislativo.
Se dan en las regiones unas lógicas clientelares naturalizadas en donde se consigue un puesto, etc., y empieza a crear una red de influencia política nacional. Es claro que yo no hago política de esas formas y no voy a instrumentalizar la Unidad con ese propósito, porque lo mío han sido siempre las discusiones públicas, las redes sociales y los medios de comunicación.
¿Cuál es su plan para hacer un “limpia” en esa entidad que viene golpeada?
El agua bendita no funciona. Hay unos problemas en Colombia que son estructurales y eso, desgraciadamente, tenemos que admitirlo y ese es el primer paso para empezar a solucionarlo. En este país tenemos que dejar de naturalizar el saqueo del Estado. Eso tiene que acabarse. Esas viejas prácticas políticas también deben acabarse y eso es un proceso. Pero creo que fortalecer la entidad desde lo técnico y desde la capacidad de las personas que estén ahí es un primer paso.
¿Qué tipo de personas va a traer? ¿Con qué perfil?
Yo soy una persona con una postura política muy clara y nunca he tratado de esconderla. No soy de esos que dicen ser de centro para poder acomodarse mejor dependiendo de cómo vaya la coyuntura. Yo soy un hombre de izquierdas que no tiene ninguna intención de cambiar de opinión. Pero eso no implica que no pueda trabajar con personas que piensen distinto a mí porque hay labores en el Estado que no requieren de ningún tipo de ideologización.
Si usted tiene un topógrafo y ese topógrafo está motivado para hacer su trabajo, pues a mí me tiene sin cuidado si es de izquierda o de derecha. O sea, nosotros ganamos las elecciones y queremos gobernar con las personas de confianza, pero eso no implica que yo vaya a perseguir o a estigmatizar a quienes no compartan mis visiones de la política.
Hay asuntos de la misionalidad de la entidad que son técnicos. Entonces, arranco con un equipo importante de personas de planta que trabajan en la entidad, de las cuales necesito su mejor disposición para sacar adelante la entidad. Que todas las personas sean impolutas y perfectas, probablemente no, pero lo que sí va a ser mi decisión y mi propósito desde la Dirección es abrir la puerta para que los organismos de control, investiguen y tomen los correctivos que tengan que tomar.
Para usted, ¿qué es una persona con un perfil técnico?
Hay unos sectores de la prensa y de la política que lo ha puesto en términos de tecnocracia versus activismo, pero creo que ese dilema no existe, porque no existen en el gobierno cargos directivos, ministros o directores que no sean políticos. Ese cuento que se echaron de que son impolutos y de que son 100 % técnicos, tiene que ver con que en el mundo contemporáneo todos los ámbitos públicos carecen de legitimidad.
Entonces, unos sectores políticos, muy hábilmente, han querido hacerse pasar por científicos y son las derechas. Ahí hay unos personajes que vienen de una formación en las grandes universidades de los Estados Unidos o Inglaterra y que dicen que lo que ellos proponen, siendo político, es científico e indiscutible.
Esa es una de las tantas mentiras que se dicen en la política. Piense solo en la economía, que no es una ciencia exacta. La economía no es como la medicina, es una ciencia social, además. Y lo que conocemos como tecnócratas no es otra cosa que un grupo de actores políticos neoliberales, que quieren hacer pasar por científicas sus valoraciones ideológicas.
Dicho eso, ¿se considera usted un técnico activista o alguien que ha hecho activismo técnico?
Si usted mira mi hoja de vida, he sido una persona con una inclinación por la academia importante. Estudié en la mejor universidad del país, que es la Universidad Nacional de Colombia, a donde es un mérito acceder, luego fui estudiante becado por el Consejo Chino de Becas, lo cual también incluye un cierto mérito intelectual y hablo distintos idiomas.
Si yo fuera abogado o economista, probablemente dirían que soy tecnócrata, pero como no soy abogado ni economista y además soy mamerto, dicen que soy un activista. Pero bueno, no tengo ningún problema en que me lo digan.
Y que ahora le toca llegar a ejecutar y no a criticar...
Pues imagínese: esto es un desafío gigantesco, pero quienes estamos en la política no podemos pasarnos toda la vida en la oposición. Sería un grave error, por ejemplo en este caso que el señor presidente con mucha generosidad me ofrece hacer parte del gobierno, no aceptarlo.
Llegar al poder fue muy difícil, llegamos raspando con una victoria difícil y apretada. Nosotros tenemos muy poco tiempo para demostrarle al país que somos una propuesta distinta y que aplicar esta otra fórmula, que no es la aparentemente científica de los neoliberales, puede mejorar la vida de la gente.
Así que desde la unidad voy a tener la capacidad de ejecutar recursos con transparencia y con probidad para mejorar la vida de las personas que más lo necesitan porque este país tan desigual siempre ha puesto en mayor riesgo a las personas más empobrecidas. Entonces, es una oportunidad muy valiosa para poder demostrar que valió la pena votar por este Gobierno.
¿Qué hará para que esa ejecución se dé y se vean resultados?
Es pasar de encender incendios políticos a apagar incendios reales. Es un desafío muy importante. En la UNGRD hay dos retos claves, porque son se deben hacer al mismo tiempo: adelantar la misionalidad, que es de una enorme responsabilidad, y sanear la entidad. Es decir, a mí no me están entregando la losa lavada.
Hay unos problemas en la entidad que hay que enfrentar lo antes posible sin que eso implique que se detenga la labor que venimos haciendo. Además, hay un reto de no tener tiempo, de no tener curva de aprendizaje y de la demora que constituye constituir un nuevo equipo de funcionarios cercanos.
¿Le alcanzará el tiempo a usted y al Gobierno para mostrar resultados?
Los tiempos en la política son muy rápidos y muy cortos. En Colombia no existe reelección. Uribe la creó, Santos la acabó y no existe ninguna intención de cambiar eso. Construir un proyecto político hegemónico, que es algo necesario para poder realmente cambiar el país a fondo, va a tomar tiempo.
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