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Piedad Córdoba: la historia de una lucha entre dos espíritus opuestos

La política antioqueña, que vivió décadas al borde de una muerte violenta, falleció ayer de un infarto. Aquí un perfil.

  • La senadora Piedad Córdoba murió a sus 68 años a raíz de un paro cardiaco en la mañana del sábado 20 de enero. Sus familiares no reportaron quebrantos de salud recientes. FOTO archivo
    La senadora Piedad Córdoba murió a sus 68 años a raíz de un paro cardiaco en la mañana del sábado 20 de enero. Sus familiares no reportaron quebrantos de salud recientes. FOTO archivo
21 de enero de 2024
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Hay muchas cosas de la vida de Piedad Córdoba que no tienen explicación. Una de ellas, la última: que se haya muerto de un infarto, sola y sin avisar, en su apartamento de Medellín al mediodía de ayer sábado, 20 de enero, y no cuando defendía los derechos de los negros, los gays, las mujeres y los pobres en el auge del paramilitarismo, ni cuando coordinó canjes humanitarios con la guerrilla en el momento de mayor tensión con el gobierno de Uribe, ni cuando hizo negocios con la temible cúpula del régimen venezolano.

Córdoba nació el 25 de enero de 1955 y hasta ayer tenía 68 años. Un día la santera de confianza de Hugo Chávez y Nicolás Maduro le dijo, con la voz de Simón Bolívar que hablaba a través de ella, que sería presidenta de Colombia. No lo logró, pero fue concejal, diputada, representante y senadora.

De raíces chocoanas pero criada en Medellín, estudió Derecho y se casó por orden de su padre a los 17 años. Mujer, negra y de izquierda en la Medellín de los 80. Hizo su carrera política del lado de los desvalidos: las mujeres, los negros y los pobres. Llegó a la Cámara en 1992 y al Senado en 1994. En su paso por el Congreso impulsó la ley que reglamentó la seguridad social para las madres comunitarias, la que sancionó la violencia intrafamiliar, la que creó la Dirección Nacional de Equidad para Mujeres, la que creó la circunscripción especial para las comunidades negras en la Cámara, la que sanciona con prisión la evasión tributaria.

En 1999, cuando era presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado, hombres disfrazados de funcionarios de la Fiscalía la secuestraron en la clínica de ortopedia de El Poblado. La montaron en una Toyota y se la llevaron para una finca en Córdoba. Ahí estaba acostada cuando Carlos Castaño, que la había mandado a secuestrar después de enterarse de que estaba hablando con guerrilleros del ELN para intentar liberar secuestrados, llegó. Ella no se movió, fue él el que se le sentó en la cama. Hablaron, contó en alguna entrevista, hasta las nueve de la mañana. A los 15 días, inexplicablemente, salió viva.

“Quiero solicitarle al ELN que libere a las personas que tiene secuestradas e incluso me ofrezco como mediadora”, dijo en las primeras declaraciones después del secuestro.

Fue opositora del gobierno de Uribe en el tiempo en que era casi pecado. Aún así, el ex presidente la nombró en 2007 como negociadora del acuerdo humanitario con las Farc para cambiar secuestrados por guerrilleros presos. Uribe también nombró en ese equipo al entonces presidente de Venezuela Hugo Chávez. Gracias a esa intermediación fueron liberadas la ex congresista Consuelo González y la ex candidata vicepresidencial Clara Rojas. Mes y medio después salieron de la selva los ex congresistas Luis Eladio Pérez, Gloria Polanco, Orlando Beltrán y Jorge Eduardo Gechem.

Sin embargo, su labor como negociadora del gobierno terminó pronto. El presidente la sacó a ella y de paso a Chávez después de una reunión que tuvieron con Iván Márquez en el Palacio de Miraflores.

En 2008 el gobierno Uribe ordenó la operación Fénix, uno de los golpes militares más duros que recibieron las Farc, donde en territorio ecuatoriano cayeron 22 guerrilleros, incluido el entonces comandante Raúl Reyes. En 2009, Piedad participó en la liberación del ex gobernador del meta Alan Jara, el ex diputado del Valle Sigifredo López, el soldado William Domínguez y los policías Walter José Lozano, Alexis Torres y Juan Fernando Galicia. En 2010, después de encontrar correos en el computador de Raúl Reyes donde Córdoba aparecía como alias “Teodora de Bolívar”, el procurador Alejandro Ordóñez la sacó del Congreso y la inhabilitó por 18 años para ejercer cargos públicos.

Lea también: Alias Teodora: el quiebre en la vida de Piedad Córdoba tras supuestos correos de Raúl Reyes que la involucraron con las Farc

Ese mismo año la periodista Salud Hernández entrevistó a Córdoba en el apartamento en el que vivía en el centro de Bogotá. “En público es combativa, dura, desafiante, pero en persona es cercana, cariñosa, divertida, hospitalaria. Siempre tuvo un látigo por lengua. Para fustigar a quien se le pusiera por delante, decir lo que pensaba y defender con pasión causas polémicas, sin importarle los terremotos que provocara. Pero dio un vuelco, se transformó en prudente mediadora, sorda a críticas, insultos y desplantes”, escribió Hernández, a quien le pareció que esa prudencia inesperada de Córdoba era por cuestiones humanitarias, pues solo así conseguiría la liberación de más secuestrados.

En los años siguientes se convirtió en una invitada frecuente a Cuba y a Venezuela, tenía reuniones privadas con Chávez, con Maduro, con los Castro. La llevaron donde su santera de confianza. Se dijo, como se dice de las mujeres con poder, que se acostaba con ellos. Su relación con la guerrilla de las Farc pasó a ser casi íntima. En 2014 conoció al Dios de la tierra: Diego Armando Maradona la invitó a “De Zurda”, un programa de televisión deportivo que hacía durante el mundial de Brasil y que producía Telesur, el canal del régimen, y que en Colombia se transmitió por Canal Capital. “Soy Piedad Córdoba, activista de derechos humanos y a dónde quiera que vaya voy siempre en busca de una causa justa”, dijo en su introducción. Maradona, conmovido, habló primero:

“Qué honor que usted haya querido venir porque yo y toda Latinoamérica está agradecidísima por todo lo que hace por nosotros a cambio de nada”, le dijo en tono de confesionario mientras le tomaba la mano. En 2016, el Consejo de Estado revocó la decisión de Ordóñez y dijo que no había “prueba alguna sino simples injerencias y conjeturas” de la supuesta colaboración de Córdoba con las Farc.

Sin embargo, decenas de investigaciones periodísticas y judiciales que siguen en curso dan cuenta que tras su salida del Congreso, la relación con las Farc y el régimen venezolano no solamente fue más cercana sino que ya no solamente era política sino también comercial.

El periodista investigativo Gerardo Reyes, que ha seguido de cerca la corrupción de la dictadura chavista y la relación de Córdoba con la cúpula, especialmente con el colombiano Álex Saab, acusado de ser uno de los más grandes testaferros del régimen, explica el declive de quien Simón Bolívar a través de su medium había vaticinado como la próxima presidenta de Colombia: “A Piedad hay que recordarla por lo que pudo ser y no fue. No fue porque ella no pudo aguantar la fuerza de su propia ambición de poder y de dinero”.

Para Reyes, Córdoba tenía todas las de ganar: mujer, negra, discriminada, popular y con carisma, pero terminó seducida por la agenda de las Farc y los encantos económicos de la revolución bolivariana. “De intermediaria se convirtió en consultora de la guerrilla, consejera y, según algunos correos interceptados, la comandante Teodora Bolívar. Ella siempre pensó que nunca pagaría por sus fallas”, dice.

En su exhaustiva investigación sobre cómo Saab y otros testaferros saquearon las arcas de Venezuela, Reyes cuenta que Córdoba era el enlace de Saab con el gobierno venezolano para conseguir y sacar dinero del país, unos $30 millones de dólares es lo que calcula la justicia gringa, que había capturado a Saab en 2020 en Cabo Verde, extraditado a Estados Unidos en 2021 y liberado y enviado a Venezuela en diciembre del 2023 en medio de un intercambio de presos entre el gobierno de Biden y el de Maduro.

Reyes cuenta en su libro que Córdoba era invitada de honor a las mansiones de Saab en todo el mundo. En el otoño del 2012, la ex congresista fue a París a un congreso de líderes políticos de izquierda. Allí, además de compartir sus posturas a favor de los más desvalidos, Córdoba aprovechó para hacer un bacanal en la mansión de su buen amigo Saab en el bulevar de Saint Germain. También tuvo tiempo para ir de compras en compañía de Cynthia, la ex esposa de Saab, a los Campos Elíseos, donde se antojó de un reloj Cartier que su amiga llevaba puesto. La plata no era un problema. Lo que sí, es que para acceder a ese reloj, que era de tan alta gama, había que tener un historial de compra con la tienda. Solo los clientes fieles de Cartier podían comprarlo, y Córdoba, que iba “siempre en búsqueda de una causa justa”, no tenía esa credencial. Por suerte Saab sí la tenía y no tuvo problema en prestarle su American Express. Piedad también le reconoció a Gerardo que había viajado con Saab a Cuba para convencerlo de que financiara la restauración del casco antiguo de la Habana y que el testaferro barranquillero había financiado viajes de unos jóvenes del movimiento Marcha Patriótica, un movimiento político fundado por Córdoba en el 2012.

A pesar de que ya era de público conocimiento la relación de Córdoba con Saab y el régimen de Caracas, el presidente Gustavo Petro la incluyó en la lista del Pacto Histórico al Senado para las pasadas elecciones legislativas. No solo la incluyó sino que le dio un puesto preferencial: el octavo en una lista cerrada de 100 en la que resultaron elegidos 16. “Un procurador fascista la expulsó del senado y se burló de sus electores, quise resarcir el daño y ayudé a que hiciera parte de la lista del Pacto Histórico, sentí que lo merecía”, escribió ayer Petro en X, fiel a su costumbre de hablar de sí mismo en los mensajes de condolencias.

A comienzos del 2022, Andrés Vásquez, quien era el asesor de comunicaciones de Córdoba, dijo ante la justicia que su jefe había aprovechado su cercanía con el gobierno de Chávez para manipular secuestros y liberaciones con fines políticos. Entre esos casos estuvo, según Vásquez, el de Ingrid Betancourt.

“Piedad tenía en su cabeza un cronograma de las liberaciones. Y tenía un cronograma de las liberaciones especialmente por la jerarquía. Piedad quería que el Gobierno de Francia hiciera presión para el intercambio humanitario, por eso que Ingrid no fuera liberada de primera era para ella importante. Si querían mantener a Francia dentro del proceso de paz, no podían liberar a Ingrid”, le dijo Vásquez a la Fiscalía.

En mayo de ese mismo año, después de ser elegida de nuevo como senadora, a Córdoba la detuvieron en el aeropuerto de Honduras con $68.000 dólares en efectivo que no llevaba en el bolsillo sino en el turbante que la acompañaba siempre, como si su mera existencia no fuera ya un escándalo. La explicación que dio es que eran de un empresario colombiano que vivía en Tegucigalpa, nada más.

En noviembre del año pasado, la Corte Suprema de Justicia le abrió una investigación por los delitos de peculado por apropiación y enriquecimiento ilícito. El tribunal estaba investigando incrementos patrimoniales de familiares de Córdoba entre 2006 y 2012 que al parecer no tendrían explicación legal. La congresista también le debía una explicación a la justicia sobre si un integrante de su Unidad de Trabajo Legislativo en verdad trabajaba con ella en Bogotá o le hacía mandados en Venezuela.

¿Qué le pasó a esa mujer negra defensora de los pobres, los secuestrados y los maricas en una ciudad y un país clasista y homofóbico que terminó comprando relojes y bolsos de lujo en París al lado de corruptos millonarios? Su hijo Juan Luis, psiquiatra y ex congresista, lo explica en una anécdota de su libro Vivir en Piedad: Córdoba tuvo una hija, Natalia, que duró desaparecida cinco años y cualquier día del 2008 regresó a la casa con un hijo esquelético. La habían violado. Piedad, que pensaba que su hija había muerto, estaba en Miami y voló de inmediato a Colombia. En el avión le tocó el puesto de al lado de Yolanda Pulecio, la mamá de Ingrid Betancourt. Cuando llegó a la casa, le dijo a la familia que iba a interceder por su liberación. Juan Luis la increpó. “De nuevo el espíritu narciso por un lado y el del salvador del mundo por el otro se le había metido adentro”, escribió.

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