La vieja práctica de las Farc de marcar sus territorios con vallas alusivas a sus frentes –y que fue muy usada en los años 90– volvió a tomar auge con las ahora disidencias que, con este tipo de mensajes, buscan más allá de decir presente en una zona específica atemorizar a la población y, en esa vía, instaurar reglas.
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En las últimas dos semanas los campesinos de Valle del Cauca, Cauca, Santander, Norte de Santander, Arauca, Guaviare, Caquetá y Putumayo se han encontrado en sus caminos veredales los mensajes de los guerrilleros que les gritan quien manda en ese territorio.
“La verdad eso nos tiene atemorizados. Usted se imagina uno ir caminando y de repente se encuentra una valla que le dice a uno qué debe hacer y qué no. Se siente uno como en los peores años del conflicto que le tocaba a uno comer callao y hacer lo que ellos dijieran (sic)”, explica don Jorge, un labriego del corregimiento El Capricho, localizado a una hora de San José del Guaviare, donde ahora manda el frente Jorge Suárez Briceño, el cual pertenece al Estado Mayor Central, comandado por alias Iván Mordisco.
En la valla instalada en la vereda de don Jorge, hay 9 reglas que los disidentes dejaron bien claras y que si no se cumplen, traerán consecuencias a los labriegos. Entre las normas impuestas está que se debe circular sin casco, prohiben vender “bienes y servicios a cualquier tipo de la Fuerza Pública”, y dicen que a aquel que hayan desplazado de la región no puede volver o, de lo contrario, “no responden”.
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Pegaron hasta en las puertas
El pasado 28 de mayo, los habitantes del corregimiento Barrio Nuevo, de El Playón, en Santander, creyeron que los habían censado mientras dormían. Todo porque en las puertas de sus casas fueron pegadas calcomanías alusivas a las disidencias de las Farc, y en la entrada de la vereda Planadas, dos grandes vallas fueron instaladas.
El alcalde de este muncipio, Wilmar Barrios, solo pudo recibir en silencio las quejas de los habitantes que llegaron hasta su despacho y le expresaron el temor por los anuncios de la guerrilla.
El mandantario local solo pudo elevar su queja al Gobierno nacional, a quien le pidió a través de distintos medios de comunicación, que los apoyara con Ejército y Policía.
A la petición del alcalde se sumó la voz de alerta de la Defensoría quien por medio de Rodrigo González, defensor del Pueblo de Santander, señaló que “advertimos inmediatamente, luego que el Personero nos comunicó la información, pedimos un consejo de seguridad, pedimos celeridad por parte de la atención de la institucionalidad y enfatizamos en el mensaje del temor que esto causa en las poblaciones, más allá de que sean ciertos o no, eso ya es labor de la fuerza pública y de la inteligencia”.
Pero a pesar de los patrullajes que se dieron, por ejemplo en El Playón, la comunidad no logra exorcisar el miedo, y más con pancartas como la colgada en El Catatumbo por el frente 33, bajo el mando de John Mechas. El mensaje intimidatorio habla de que hay que entregar las tierras “al que la necesite y quiera trabajar”.