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La macabra historia del “Zar del Oro”, el condenado que no logró colarse a la JEP

Jairo Hugo Escobar Cataño, antiguo comerciante de oro del Nordeste antioqueño, paga una sentencia de 55 años.

  • Jairo Hugo Escobar Cataño, “el Zar del Oro”, está preso en la cárcel La Tramacúa de Valledupar. FOTO: CORTESÍA.
    Jairo Hugo Escobar Cataño, “el Zar del Oro”, está preso en la cárcel La Tramacúa de Valledupar. FOTO: CORTESÍA.
  • Jairo Escobar es fanático del fútbol y solía organizar partidos en su región, a los que invitaba a estrellas del deporte. En esta foto posó con los ídolos Víctor Hugo Aristizábal y Carlos “el Pibe” Valderrama.
    Jairo Escobar es fanático del fútbol y solía organizar partidos en su región, a los que invitaba a estrellas del deporte. En esta foto posó con los ídolos Víctor Hugo Aristizábal y Carlos “el Pibe” Valderrama.
15 de febrero de 2024
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Los beneficios jurídicos que ofrece la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) eran la tabla de salvación para Jairo Hugo Escobar Cataño, el infame “Zar del Oro” del Nordeste antioqueño, quien está purgando una dura sentencia de 55 años en prisión.

El otrora empresario de minerales preciosos se postuló al tribunal con la esperanza de que lo aceptaran en calidad de “tercero civil financiador”, y así lograr el beneficio de la libertad condicional transitoria. Alegó que en sus días de crimen patrocinó a la organización criminal “los Rastrojos” y que por ello hizo parte del conflicto armado, pero sus argumentos no conmovieron a los jueces.

Los magistrados negaron su solicitud de sometimiento a la JEP, explicando que él le inyectó dinero a ese grupo por meras razones personales y económicas, para eliminar a la competencia y lucrarse sin obstáculos del negocio del oro en los municipios de Segovia y Remedios.

Pero, ¿de dónde surgió este personaje y por qué llegó a ser llamado el “Zar del Oro”?

De pobre a millonario

Según información de las audiencias y testimonios de allegados, conocidos en su momento por EL COLOMBIANO, Jairo Escobar nació en Remedios y se crió en el barrio Los Ahorcados, llamado así porque en la época de La Violencia los conservadores ahorcaron allí a muchos liberales, de acuerdo con la leyenda popular.

De cuna humilde, era hijo de un obrero de minería y una ama de casa. Prestó el servicio militar, hizo algunos estudios forestales en el Sena y en 1993 consiguió trabajo en una compraventa de oro del pueblo. Su oficio era el de quemador, calentando con un soplete el metal aurífero que llevaban los mineros, hasta eliminar los residuos de tierra, rocas y mercurio.

Jairo Escobar es fanático del fútbol y solía organizar partidos en su región, a los que invitaba a estrellas del deporte. En esta foto posó con los ídolos Víctor Hugo Aristizábal y Carlos “el Pibe” Valderrama.
Jairo Escobar es fanático del fútbol y solía organizar partidos en su región, a los que invitaba a estrellas del deporte. En esta foto posó con los ídolos Víctor Hugo Aristizábal y Carlos “el Pibe” Valderrama.

Luego alquiló un local y creó su propia compraventa, justo cuando al pueblo llegaron los paramilitares del bloque Central Bolívar. Los delincuentes no solo estaban interesados en la lucha antisubversiva, sino en explotar las rentas ilícitas del narcotráfico, la extorsión y la minería ilegal.

Escobar hizo amistad con el comandante del Frente Nordeste, Richard Payares, (“el Cole”), y se convirtieron en socios después de la desmovilización del grupo en 2005.

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La suerte les sonrió en 2008, cuando apareció un yacimiento de oro en la mina La Palizada, en el sector Providencia, de Segovia. Jairo y otros mineros crearon una sociedad y le arrendaron el terreno a la multinacional Frontino Gold Mines.

La ambición por la veta encegueció a Escobar, quien con el respaldo de sus amigos desmovilizados instigó a los demás miembros de la sociedad a que le vendieran sus acciones, controlando así toda la operación.

“Él rompió el código minero y manipuló la sociedad, quedándose con la mayoría de las ganancias, y el que no estaba de acuerdo, tenía que venderle su parte o abrirse por temor”, contó un antiguo minero de la zona.

“Los Rastrojos”

En 2009 el grupo criminal se integró a “los Rastrojos”, la banda que pretendía controlar todo el negocio del narcotráfico en Colombia, y Escobar subió de estatus en el bajo mundo. Su fortuna, según fuentes judiciales, ya rondaba los $50.000 millones.

La fiebre de oro hizo que “el Zar” y “los Rastrojos” expandieran sus posesiones a sangre y fuego. Uno de los hechos más graves que cometieron fue la masacre de cuatro mineros conocidos en la región como “los Serafines”: Johan Esteban Pareja Avendaño, Jaime Nicolás Jiménez y los hermanos Yeison Andrés y Wilmar Alberto Taborda Jiménez

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Sucedió el 20 de diciembre de 2011 en la vereda La Roca, de Remedios, adonde fueron citados por la organización, debido a que se negaban a entregar sus tierras.

Su organización se encargó de sembrar el terror, con homicidios, desapariciones, extorsiones y amenazas a granel.

El Clan del Golfo derrotó a “los Rastrojos” en el Nordeste, al igual que en el resto del país, y la banda se atomizó. Escobar siguió a la cabeza de una facción disidente llamada “Seguridad Héroes del Nordeste”, y estaba en esas cuando lo capturaron en 2012.

La Fiscalía le embargó bienes valorados en $30.000 millones, que incluían hoteles, estaciones de gasolina, locales comerciales, vehículos y fincas. Su arresto golpeó la economía de la región, donde el “Zar del Oro” era uno de los principales generadores de empleo.

En 2017 el Juzgado Primero Penal del Circuito Especializado de Antioquia lo sentenció a 55 años de cárcel por la masacre de “los Serafines” y concierto para delinquir agravado en calidad de financiador.

Hoy, a sus 54 años de edad, veía en la JEP una luz de esperanza para salir del encierro, pero esa luz no fue más que una vana ilusión, como la de las guacas que a veces alumbran y no tienen oro.

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