Después de casi ocho meses de un complejo proceso legal, 22 mujeres indígenas trans de la comunidad Embera Chamí y Embera Katío, recibieron sus documentos con cambio de identidad.
La mayoría de estas son víctimas de la violencia del municipio de Santuario, en Risaralda, y con esta identificación, que refleja su verdadero nombre y género, no solo obtienen un reconocimiento legal, sino también la posibilidad de acceder a derechos que antes les eran negados.
La Defensoría del Pueblo, en colaboración con la Registraduría Nacional, Medicina Legal y la Personería de Santuario, fue fundamental para que estas mujeres pudieran inscribir su registro civil y obtener su nueva cédula de ciudadanía.
Una de ellas, Paola Tequia Baniama, quien expresó su felicidad al finalmente ser reconocida como ciudadana colombiana. Paola, al no contar con cédula de ciudadanía, partida de bautizo, registro civil, ni certificación de nacimiento de autoridad indígena, se veía imposibilitada para viajar en avión por falta de una identificación legal.
Sin este documento la imposibilidad de movilizarse también la limitaba a participar del colectivo teatral al que pertenece: Las Mariposas del Café, pues este comenzó a presentarse a nivel nacional en 2023.
Las mujeres que forman parte de Las Mariposas del Café han logrado la oportunidad de visibilizar sus historias y la cultura indígena. Y relatan como en un entorno conservador y tradicional como Santuario, lograron abrirse paso con el teatro, la danza y el canto, relatando las difíciles realidades que enfrentan las mujeres trans indígenas, pero también manteniendo sus objetivos.
Muchas de ellas huyeron de sus resguardos a una corta edad, dejando atrás no solo a sus familias, sino también un entorno de violencia y amenazas de grupos armados que las ponían en riesgo por su expresión de género.
Al no poder regresar a sus hogares, Santuario, un pequeño municipio en las montañas entre Risaralda y Chocó, se ha convertido en su refugio y lugar de trabajo, en su mayoría como jornaleras en las fincas cafeteras de la región.
Con la nueva cédula de ciudadanía, Paola y sus compañeras tendrán acceso a derechos que antes eran solo un sueño: educación, salud, empleo y participación en la vida cívica. Además, podrán continuar su labor de liderazgo en otros espacios, ampliando el mensaje de su colectivo, que no solo es artístico, sino también social.