Bajo el argumento de la austeridad, cuando Gustavo Petro llegó a la Casa de Nariño decidió reducir el número de consejerías presidenciales, entre ellas, la de comunicaciones. Tradicionalmente esa oficina era liderada por un periodista de larga trayectoria que hacía las veces de estratega directo con el jefe de Estado y manejaba la relación con los medios. Otra oficina, la de prensa, se encargaba de lo práctico: organizar ruedas de prensa, difundir comunicados y armar transmisiones en vivo. Este Gobierno anunció que unificaría ambas dependencias, pero realmente mantuvo sólo la segunda que quedó bajo el mando de la dirección del Dapre –Departamento Administrativo de la Presidencia, que ha sido ocupado por los poderosos Laura Sarabia y Carlos Ramón González–.
Lea más: Las pistas detrás del contrato de Cotorra, Córdoba, que Min Hacienda le pidió a la UNGRD en diciembre por $ 50.000 millones
Esa unificación de dependencias fue una decisión polémica y los efectos son notables. Sobre todo porque Petro es un presidente que no tiene antecedentes en su manejo de las comunicaciones. Él mismo publica sus mensajes en la red social X –casi siempre con errores gramaticales– y por su personalidad es difícil que adopte una posición planeada en redes y en sus discursos. Todo lo contrario. El mandatario ha tenido numerosas salidas públicas en las que, según sus críticos, habla desde su perspectiva personal y no como un jefe de Estado.
“Lo que hicimos fue un ahorro de recursos (...) Ese trabajo realmente lo podía hacer una sola persona, por eso unificamos los equipos de comunicaciones y de prensa (...) daba lo mismo tener uno o dos. Integramos los equipos y cambiamos a la gente que estaba ahí”, le dijo a este diario una funcionaria de Presidencia que hizo parte de ese proceso y que prefiere no revelar su identidad.
Entérese: Inestabilidad e inexperiencia en la jefatura perjudica a la Dirección Nacional de Inteligencia
Por el contrario, Hassan Nassar, el consejero de comunicaciones del expresidente Iván Duque cree que “este Gobierno cometió un error garrafal al mezclar dos consejerías que son distintas y ha nombrado personas sin experiencia. No contrató personas idóneas para esos cargos de altísima responsabilidad (...) La consejería de comunicaciones se encargaba de la estrategia y actualmente no la hay. Yo era consejero de comunicaciones para todo el Gobierno y tenía acceso directo con el presidente”.
Hasta la fecha, este Gobierno ha tenido cuatro secretarios de prensa y el quinto será nombrado en los próximos días. Los funcionarios han sido, en orden cronológico, Germán Gómez, María Elena Romero (en encargo pocas semanas), María Paula Fonseca, Juan David Moreno (en encargo varios meses) y Daniel Téllez.
La renuncia de Moreno, según pudo conocer EL COLOMBIANO, se produjo el pasado 20 de julio, día de la Independencia, pero venía cocinándose desde antes. Ese día, al interior de Presidencia, fue un caos: Petro llegó tres horas tarde al inicio del desfile de las Fuerzas Armadas, rompió el protocolo saludando en desorden a los altos mandos y con el celular en la mano se le vio incómodo y con el sol apuntándole a su ropa en lino blanco. También le apuntaron las miradas de molestia de Sarabia y de la vicepresidenta Francia Márquez, según registran las cámaras.
¿Qué hubo detrás de la salida del secretario de prensa? Moreno, quien permanece en su cargo actualmente, le dijo a este diario que su renuncia se debe a “una decisión personal” y que prefiere no referirse al respecto. Lo cierto es que el funcionario es cercano a Sarabia, pero el flujo de trabajo de ambos, las quejas de algunos periodistas que cubren Presidencia sobre el manejo de esa oficina y la misma decisión personal de Moreno, conjugaron su salida.
Otra fuente de Presidencia, que prefiere no revelar su identidad, confirma que ese relevo se sabía “desde mucho antes” y que pesaron algunas diferencias al interior de Presidencia pues hay presiones de todo tipo. Sarabia conoció a Moreno cuando este hacía parte del equipo del barranquillero Germán Gómez, el primer secretario de prensa de este Gobierno, quien integró, como Sarabia, la Unidad de Trabajo Legislativo (UTL) del exsenador y hoy cuestionado embajador ante la FAO, Armando Benedetti.
Por su parte, quien será el nuevo secretario de prensa, Daniel Téllez, fue criticado duramente por el petrismo pura sangre en redes sociales por su experiencia previa: estuvo algunos meses al frente de la oficina de comunicaciones del Instituto Distrital de las Artes en la administración de Enrique Peñalosa en 2017 y fue asesor de Canal Capital más de dos años en al Alcaldía de Claudia López en 2020. En el actual Gobierno, trabajó en el Ministerio de Cultura con la entonces ministra Patricia Ariza. El visto bueno para su nombramiento lo dio Laura Sarabia. Téllez fue consultado para este artículo pero dice que prefiere que el presidente concrete el nombramiento –figura como asesor de Presidencia desde junio de este año en su perfil de LinkedIn–.
El poder de Sarabia
La joven funcionaria de 30 años es la mano derecha del presidente Petro para casi todo. Ella mueve los hilos de los cambios en el equipo de prensa de Palacio y articula la directriz sobre la estrategia de comunicaciones del Gobierno. “El poder de las comunicaciones en Presidencia las maneja Laura Sarabia y la señora María Elena Romero. Pero no hay una estrategia de comunicaciones que todos los funcionarios pudiéramos ver, no hay una directriz, ni un foco. Sarabia es la que pone y quita a las personas”, señala un funcionario que trabajó en la oficina de Prensa en este Gobierno. “En las comunicaciones de Presidencia se han dejado personas con poca experiencia, es más como un secretario que un jefe. La jefe es Sarabia”, agrega.
María Elena Romero, quien también trabajó con el exalcalde Enrique Peñalosa, fue la mano derecha de Sarabia en su corto periodo al frente del Departamento de Prosperidad Social antes de volver a la Casa de Nariño. En ese momento, quien ocupaba la secretaría de prensa era María Paula Fonseca, una periodista cercana al gerente de RTVC, Hollman Morris, que tuvo varias críticas y roces en su paso en Casa de Nariño –hoy es subgerente de RTVC, sistema de medios públicos–.
Fonseca –quien no respondió a los mensajes de este diario— no tenía acceso a la agenda del presidente Petro y sus relaciones con los medios y con la propia Sarabia no eran buenas. Por eso la directora del Dapre dejó en encargo a Juan David Moreno varios meses, retomó la publicación de la agenda del mandatario a diario en los chats de periodistas y organizó algunos encuentros con directores de medios para intentar subsanar la relación maltrecha. Pero, para algunos, el problema es que esos esfuerzos son en vano con un presidente como Petro.
El X de Petro
Gustavo Petro como presidente, en tiempos de las redes sociales, ha cambiado la forma de relacionarse con la ciudadanía y, además, con su mismo equipo de comunicaciones. Tiene el celular a la mano y él mismo publica lo que piensa en X, antes Twitter, su red social favorita. No hay filtros. Por eso el mandatario caza peleas y emprende discusiones sobre cualquier tema. Recientemente, estigmatizó a la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) porque en su conformación hizo parte, cuando era periodista, el exvicepresidente Francisco Santos. Al mismo tiempo, acusaba a algunos comunicadores y medios de ser “prensa Mossad” –agencia de inteligencia de Israel–.
¿Qué implicaciones tiene ese comportamiento para un presidente? EL COLOMBIANO conversó con el expresidente Ernesto Samper, quien considera que sí se necesita un consejero de comunicaciones “siempre y cuando se tenga una estrategia” y cree que “está bien” que Petro maneje la red social X. “Hay unos medios en los cuales un presidente se siente más cómodo (...) aprendí con alguna dificultad, siguiendo las recomendaciones de (Marshall) McLuhan que la oportunidad es la que hace el mensaje”. Esto último lo tiene claro el actual presidente, quien opina prácticamente sobre casi todo, pero los efectos que eso genera a veces pueden ser nocivos.
Samper, sin embargo, cree que un jefe de comunicaciones o de prensa es importante para un mandatario porque “es la imagen del presidente y su contacto con una parte del mundo exterior. Pero ese cargo debe tener una sintonía total con el presidente para su tarea sea efectiva (...) la estrategia de comunicaciones debe tener en cuenta la propia personalidad y manera de comunicarse del presidente. Sobre esto no se pueden establecer protocolos inamovibles”, señala el expresidente que gobernó Colombia entre 1994 y 1998.
Pero, ¿por qué no le duran a Petro los secretarios de prensa? Para el profesor de la Universidad Javeriana, Mario Morales, quien también es director del Observatorio de Medios, “las comunicaciones de Petro se mueven en torno a la figura presidencial y no en torno a la forma de gobernar. Es decir, no hay una estrategia de comunicación unificada o coherente y comunicar es gobernar. (...) El Gobierno está pateando los estándares de comunicación por una perspectiva personalista que funciona en ciertas instancias emocionales, pero al mismo tiempo habla del acuerdo nacional”. El profesor Morales, quien ha monitoreado las redes sociales del presidente, señala que Petro “no tiende puentes, que es el papel de la comunicación política. (...) Lo que hace es polarizar las comunicaciones y lo deteriora”.
El jefe de Estado, quien tiene un círculo reducido al que le permite que lo aconsejen, se inscribe en una forma de transmitir sus mensajes parecida en las formas a mandatarios de todo tipo de corrientes ideológicas: “Argentina con Milei, Maduro en Venezuela, Trump en Estados Unidos (...) los esquemas tradicionales de comunicación empiezan a quedarse obsoletos y toca defenderlos en medio de ambientes de crispación política. Eso se puede medir y nosotros medimos qué impacto tiene un tuit de Petro versus la cobertura de medios, por ejemplo”, dice un asesor del mandatario que conversó con este diario bajo la condición de no revelar su identidad.
El círculo de confianza
El poder aísla y es una droga, según el propio presidente Petro, quien describe la Casa de Nariño como “un lugar frío”. Si a esto se suma su personalidad, que es reticente y huraña en ocasiones, puede ser problemático. Por eso el mandatario ha construido a lo largo de su trayectoria pública un círculo de personas muy cercanas que en ocasiones lo asesoran sobre su manera de comunicarse. En la actualidad, el círculo de confianza está integrado por la directora del Dapre, Laura Sarabia, el director del DPS, Gustavo Bolívar, el director del DNP, Alexander López y algunos asesores “satélite” que van y vienen en algunas coyunturas, como el español Antonio Gutiérrez-Rubi.
Lo cierto es que el recambio de sus asesores de comunicaciones y prensa parece no molestarle al mandatario. La estrategia gubernamental está enfocada a acelerar la ejecución en estos dos años de mandato que quedan y públicamente Petro ha dicho que su deseo es que “el progresismo” continúe en el 2026 y sus programas de inversión se enfocan en territorios donde electoralmente no tiene la suficiente fuerza, pero puede sentar las bases para que el petrismo crezca en esas regiones.
Para eso, los esfuerzos de las comunicaciones del Gobierno se concentran en exponer lo que han hecho y recientemente, por ejemplo, volvieron a lanzar el manual de marca de las entidades, con las tipografías, colores y uso correcto de los logos. En varias entidades del Gobierno, además, están contratados influencers políticos, algunos acusados de ser “bodegueros” en redes, que tienen el objetivo de traducir lo que sucede en lo público para conectar con audiencias que no consumen medios de comunicación y que tienen una mirada crítica de los políticos que llegan al poder.
Mientras tanto, en la soledad del poder, Petro no suelta su celular, cual sheriff con la mano en el cinto, listo para tirar y responder.
En un minuto: ¿Qué hace un secretario de prensa o comunicaciones?
El profesor de la Universidad Javeriana y director del Observatorio de Medios, Mario Morales, explica que “sobre el papel, el jefe de comunicaciones es la persona que crea, diseña, produce, blinda, reacciona y analiza y genera una estrategia del presidente con su en torno cercano, dentro de las instituciones, con los medios y la ciudadanía”. Morales aclara que un secretario de comunicaciones funciona si los siguientes criterios: “Suficiente experiencia, credibilidad y autoridad. Entonces un enorme problema que tienen los jefes de comunicaciones con altos mandos es que aparecen como requisito en el organigrama, pero finalmente las cabezas terminan haciendo lo que a bien quieren por decisiones personales, por asesores o personas que le hablan al oído”. No es lo mismo, según la teoría explicada por el profesor, quien conduce las comunicaciones desde una estrategia amplia que involucra a todas las entidades del Gobierno y la jefatura del prensa, que se encarga de asuntos más del día a día.
16
veces al día tuitea Petro, según La Silla Vacía, aunque a veces supera de lejos esa cifra.
5.500
tuits al año, en promedio, son los que Petro ha hecho en X desde que llegó a la Presidencia.